miércoles, 2 de enero de 2008
Llamada de Primero de Año en San Telmo (II)
Celebro la visibilidad de lo invisible,
eso que se agazapa en la sangre y se define por la piel.
Celebro ese llamar continuo, terco, irrefrenable
a lo ancestral contenido en cada uno de nosotros.
Celebro el ritmo del fuego
convocante de cada dios personal
aunque nadie sepa que se esconde
en un punto ínfimo coronando la cabeza.
Celebro esa celebración;
el paso lento sosteniendo entre dos brazos
el propio vientre de la tierra dividido en miles,
fertilizado por cada hombre que golpea
metódica, sudorosa, incansablemente
la lonja con su mano encallecida
y la vara del árbol primigenio.
Celebro ese repicar que golpe a golpe
se reinscribe en los adoquines centenarios
que otras manos esculpieran
anunciando este paso.
Celebro que no sea Montevideo,
que cada orilla de este Plata ceniciento
se haga año a año más negro,
más memorioso,
más vital.
Celebro que San Telmo haya duplicado sus fuegos
nutriendo con su calor el de esos cueros
que llaman
a aquellos muertos
que continúan vivos
en estos aires buenos de Buenos Aires
que se mantuvieron vivos.
Babá Milton de Xangô, Òséfúnmi ti Sàngó Bàáyin
(sobre estas fotos)
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1 comentario:
Celebro la visibilidad de lo invisible,
eso que se agazapa en la sangre y se define por la piel.
Celebro ese llamar continuo, terco, irrefrenable
a lo ancestral contenido en cada uno de nosotros.
Celebro el ritmo del fuego
convocante de cada dios personal
aunque nadie sepa que se esconde
en un punto ínfimo coronando la cabeza.
Celebro esa celebración;
el paso lento sosteniendo entre dos brazos
el propio vientre de la tierra dividido en miles,
fertilizado por cada hombre que golpea
metódica, sudorosa, incansablemente
la lonja con su mano encallecida
y la vara del árbol primigenio.
Celebro ese repicar que golpe a golpe
se reinscribe en los adoquines centenarios
que otras manos esculpieran
anunciando este paso.
Celebro que no sea Montevideo,
que cada orilla de este Plata ceniciento
se haga año a año más negro,
más memorioso,
más vital.
Celebro que San Telmo haya duplicado sus fuegos
nutriendo con su calor el de esos cueros
que llaman
a aquellos muertos
que continúan vivos
en estos aires buenos de Buenos Aires
que se man
tuvieron vivos.
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