sábado, 29 de noviembre de 2008

Una buena del INADI

Crítica Digital / Sociedad / 29/11/2008
Textos escolares con contenidos integradores
Yo no discrimino, tú no discriminas

El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) firmó un convenio con varias editoriales de manuales escolares para que incluyan en sus contenidos temas relacionados con los pueblos originarios, los afrodescendientes y cuestiones de género en las nuevas ediciones de sus libros. Se trata de las editoriales Tinta Fresca, Santillana, Ediciones SM, Estrada y Puerto de Palos, que llegaron a este acuerdo para incorporar temáticas relativas a la no discriminación y la valoración de las diversidad.
“La educación es la mejor herramienta para darle batalla a la discriminación, y la escuela es el espacio desde donde se pueden fortalecer las cabezas de los/as ciudadanos/as. Con este acuerdo, hemos logrado un objetivo importante para el INADI, que es escuchar a personas negadas no sólo por los libros, sino también por la sociedad”, dijo la titular del INADI, María José Lubertino. Los nuevos contenidos se verán reflejados en las ediciones de los textos de 2010 y se prevé para un futuro incorporar otras temáticas relativas a las causas más frecuentes de discriminación, según se informó.
El convenio surgió después de varias reuniones realizadas entre el INADI y las editoriales, en las cuales se les entregó material y se les brindó asesoramiento. Crítica de la Argentina había denunciado, en una nota publicada en mayo pasado, que existían textos escolares de la editorial Santillana que interrogaban a los chicos: “¿A qué especie pertenece un hombre de raza amarilla? ¿Y uno de raza negra? ¿Podrías decir a qué especie de hombres pertenecés vos?”.
Fuente: http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=16272
Foto: Alejandro Frigerio, vidriera de una casa de artículos para el hogar. Buenos Aires, 11/08

Una buena del INADI (2)

Comentario de Nicolás Fernández Bravo:
El único inconveniente, hasta donde pude saber, es que los contenidos no han sido revisados de un modo sistemático y la participación de profesionales y expertos tampoco ha sido del todo transparente; con lo cual, si bien es una buena señal, es necesario mejorar los procedimientos internos que regulan este tipo de iniciativas, cuyos contenidos aún necestian estar acompañados de un trabajo a nivel local para pensar las formas veránculas que asume la invisibilidad y la discriminación. Como decía un antropóloo brasileño, no vaya a ser que cambiemos "seis" por "media docena".
Saludos,Nicolás

lunes, 24 de noviembre de 2008

Día de la Conciencia Negra (2)

Sobre los factores de exclusión de la población afrodescendiente
(a continuación, mi participación en la mesa de debate..)


La consigna del debate era hablar sobre “Políticas de exclusión históricas y actuales y cómo afectan a la comunidad afro descendiente y los pueblos originarios: Educación, salud, cultura, vivienda, empleo y desalojo”.
Como todavía tenemos pocos datos específicos sobre la población afrodescendiente en el país, tendré que hacer una reflexión más general sobre el tema, especificando los factores que me parece son claves en la exclusión social de estos grupos.
Más que de políticas de exclusión, lo que denotaría un intento conciente de excluir personas, prefiero hablar de factores de exclusión –que pueden resultar de la acumulación de una serie de acciones no necesariamente intencionadas.
En esta breve presentación quiero focalizarme en tres factores:
1) la invisibilización, 2) la discriminación y 3) la espectacularización
Ya que estamos en un evento que celebra y desea promover la conciencia negra, al final voy a llamar la atención a cómo los propios involucrados pueden estar colaborando también, aún sin quererlo, a la acción de estos factores.
1. Invisibilización
Es obvio que la invisibilización es el primer factor de exclusión a atacar. Mucho se ha hablado en los últimos años sobre cómo la población afroargentina o afrodescendiente en Argentina (no es lo mismo) fue invisibilizada.
Algunos avances se han hecho en ese sentido en los últimos 5 a 10 años.
Principalmente a nivel de los medios –aún cuando la existencia en el pais de una población afrodescendiente (para no hablar de comunidad que siempre es un concepto problemático) todavía no está instalada plenamente. Pero en los últimos años han aparecido una serie de notas impensable hace un tiempo atrás –pensemos que estuvimos casi 30 o 40 años sin notas relevantes sobre afroargentinos, negros argentinos, afrodescendientes (hubo algunas, pocas, sobre “negros en Argentina”)
A nivel gubernamental, hubo algunos pequeños avances, pero más que nada por iniciativas de funcionarios o legisladores específicos, todavía no hay una política de estado relacionada con afrodescendientes ni organismos que desarrollen medidas específicas al respecto..
Sobre el tema sí aparecieron, en los últimos años, documentales, libros y se hicieron numerosas jornadas y eventos. Todo esto, con sus mayores o menores virtudes y defectos, ayuda a quebrar la invisibilización. En ese sentido, todo lo que se haga con el tema creo que suma (reconozco que la mía es una visión optimista, ya que no todos piensan así).
Es casi obvio que una de las principales áreas a mejorar es la de la educación primaria y secundaria. Habria que incluir a los afroargentinos en los manuales y en las revistas escolares (Billiken, Genios). Todos sabemos que en el mundo escolar, la presencia afroargentina, además de muy estereotipada, llega hasta 1810. Para el 9 de julio de 1816 ya parece que no hay negros en Argentina.
En la historia académica –no especializada- los afroargentinos parecen llegar hasta la caída de Rosas. Para los académicos especializados en el tema, el límite hasta hace poco era aproximadamente la década de 1870 o 1880. Algunos trabajos recientes ya mejoraron el panorama. Uno de los más importantes –el de Oscar Chamosa sobre los conflictos en las naciones africanas de Buenos Aires, por los datos y la perspectiva que tiene- no fue publicado en castellano

2. Espectacularización
El segundo factor, espectacularización, es una consecuencia de la disminución de la invisibilización. Es una modalidad bajo la cual se da un quiebre parcial de la invisibilización.
Espectacularización sería la sola reivindicación de la cultura negra, principalmente en forma de espectáculo. Es un paso adelante, pero si las medidas se quedan sólo en fomentar la espectacularización, constituye una nueva forma de exclusión. Demasiado o solamente, no es buena. Puede llevar al síndrome: “Tocá tu tambor, negrito”. O, peor y más explícitamente, “qué lindo cómo tocas tu tambor, negrito –ahora no me jodas con otra cosa”.
Dentro de un mundo cada vez más dominado por políticas multiculturalistas (aunque no estoy contra el multiculturalismo) se corre el riesgo de otorgarle a los sujetos derechos meramente culturales (mientras se mercantilice su cultura para el consumo de otros) y relegar sus derechos sociales. Sería la “trampa de la cultura” como la llamó la antropóloga María Carman, y como también la viene analizando hace rato Mónica Lacarrieu.
Se incluye a los grupos étnicos en festejos, ferias de colectividades, aún eventos específicos (afros, llamadas), pero no en algún plan de inclusión o de beneficios sociales. Están incluídos dentro de las políticas culturales pero no dentro de las políticas sociales. La inclusión es solamente cultural, principalmente como productores de mercancías culturales que serán consumidas por sectores sociales algo más pudientes).
3. Discriminación
Es obviamente el problema más acuciante, pero también el más multifacético y problemático. También el peor estudiado y definido. Suele hablarse fácilmente de “racismo” pero hay una gama muy diversa de comportamientos que sirven para excluir, segregar, marginalizar, “poner” o “dejar en su lugar” al Otro.
Es importante identificar qué espectro de comportamientos (desde, por ejemplo, el racismo hasta la estereotipación) componen la discriminación.
Estos comportamientos están cruzados por variables de clase y de género, y también fenotípicas. El grado de afrodescendencia que se infiere del –o se le otorga al- fenotipo influye en qué tipo de comportamientos discriminatorios la persona puede sufrir.
También influye la nacionalidad. Hay afrodescendencias más “glamorosas” que otras –la brasilera y la cubana, por ejemplo.
Por lo tanto, hay necesidades diferentes de combate a los comportamientos discriminativos y a la inclusión social de acuerdo al género, la clase social, el fenotipo y la nacionalidad de los afrodescendientes.
Es necesario remarca la omnipresencia de la estereotipación como comportamiento discriminativo, seguramente la forma no más grave pero sí más común y por tanto con fuerte incidencia en la vida de las personas. Si uno sufre muchos encasillamientos a lo largo de la vida, su accionar se verá condicionado por ellos –y también la construcción de su subjetividad.
Entre los estereotipos integrales más comunes están los del “negrito” (sujeto de burla), el “negrazo” (produce miedo), y, con referencia a la mujer, la “negra caliente” o directamente la “puta”.
Hay que mencionar también el muy poco estudiado y comprendido mecanismo de la “buena presencia” como una de las formas encubiertas pero más extendidas de discriminación racial en nuestra sociedad.
Hay que resaltar los omnipresentes problemas de discriminación en los colegios, no sólo por parte de compañeritos sino también de maestras y aún directoras de establecimientos.
Desde el Estado no parece haber respuestas para el problemas de las diversas actitudes discriminatorias. Aunque los esfuerzos más regulares desde un organismo del estado en los dos últimos años han sido los del INADI, en los sucesivos eventos que esta institución organizó parece haber un excesivo énfasis en lo (meramente) testimonial y en la espectacularización de la cultura negra. No se han enunciado ni identificado aún políticas ni medidas concretas que puedan ayudar realmente a disminuir la discriminación ni a avanzar por sobre los otros dos factores señalados. Aunque las actividades del organismo ayudan a disminuir la invisibilización, su repercusión mediática tampoco ha tenido la importancia deseada.

Sobre cómo la falta de conciencia negra lleva a potenciar los factores de exclusión

Dentro del propio campo de la militancia cultural y política afro hay problemas propios que es necesario superar para poder luchar adecuadamente contra los factores de exclusión:

El rol de los propios afrodescendientes en el proceso de invisibilización:
Este problema atañe especialmente a los argentinos- que tienen que superar a su vez décadas de auto-invisibilización. Los que provenían de familias mixtas –la mayoría, en nuestros días, pero no tanto la generación anterior- podían “pasar”: o sea, no considerarse negros. De hecho muchos no tenían el fenotipo que en nuestra sociedad es reconocido como “perteneciente a la raza negra” o sea como “negro negro“ o “negro mota”.
Recordemos que la raza se construye socialmente de manera diferente en cada sociedad –en cada país o en cada región. Una misma persona puede ser considerada negra en Sao Paulo pero no en Bahía, por ejemplo. Puede ser “parda” en Uruguay, “blanco” o “cabeza” en Argentina –“cabeza” conlleva asociadas características sociales y culturales además de raciales.
Todos o al menos gran parte de los afroargentinos que podían “pasar” (obviar su pertenencia “racial”) lo hacían.
Resulta muy difícil quebrar invisibilidades si los propios afectados no hacen todo lo posible por colaborar. Tenemos numerosos ejemplos de actividades realizadas sobre y para afrodescendientes que tienen poca o nula audiencia afroargentina. Si los propios interesados no van, para qué se hacen? Para quién pedir políticas de inclusión o de reparación?
La creciente popularidad del término afrodescendiente puede ayudar a que muchos que no se sienten negros si asuman su afrodescendencia. La creciente valorización social y cultural de la afrodescendencia y de lo afroargentino también.
Pero quizás haya que tener en cuenta que si no hay alguna ganancia concreta con reivindicar esta identificación, cuál sería el propósito de hacerlo?


La auto-espectacularización, auto-exotización y auto-folklorización:
Si bien tenemos una cantidad cada vez mayor de grupos diversos que practican cultura de origen africano, muchos lo hacen sin una conciencia crítica.
No es cuestión de que siempre que a uno lo convocan para alguna actividad tenga que escupir el asado, pero sí es preciso tener una idea propia de por qué y para qué se practica cultura negra, y en qué medida esto significa un involucramiento que no puede dejar de ser político.
Hay demasiados individuos afrodescendientes que van por el mundo acatando y celebrando los estereotipos exotizantes y cumpliendo alegremente con el mandato espectacularizante de “negrito, tocá tu tambor”. Se conforman –y hasta lucran- con el pequeño lugar que las políticas o las sensibilidades multiculturales le asignaron
.
La falta de unidad para actuar ante las diversas formas de discriminación.
Habiendo seguido de cerca el desarrollo del activismo cultural y político negro en los últimos 20 años me llama la atención y me preocupa que el aumento de la atención hacia el tema, de eventos, de oportunidades culturales y políticas parece haber llevado no a una mayor capacidad de acción conjunta sino a una mayor fragmentación de la militancia cultural y política negra.
Hubo un aumento de la testimonialización –de la cantidad de individuos que participan de eventos afros y denuncian el racismo, pero no de la capacidad de lograr trabajar en conjunto (que no significa juntos, sino al menos en red, o en acciones conjuntas) para obtener resultados contra la discriminación.
Por el contrario, parece haber una cantidad cada vez mayor de grupos (pequeños) preocupados con ocupar algún espacio que les permita obtener un grado mínimo de interlocución política que justifique su subsistencia.
Pero esto no está llevando a un movimiento, un cantidad cada vez mayor de personas que puedan realizar acciones conjuntas para reclamar sus derechos efectivamente e implementar estrategias que permitan modificar -en lo que se puede- el estado de las cosas.
Fotos: Alejandro Frigerio -tomadas durante el Día de la Conciencia Negra. Cuadros realizados por integrantes del Movimiento AfroCultural (si alguien sabe los nombres de los artistas por favor pasenmelos!). Demostración de danza afro por Isa Soares y alumnas.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Día de la Conciencia Negra


DÍA DE LA CONCIENCIA NEGRA

MOVIMIENTO AFROCULTURAL BONGA

22 de Noviembre - a partir de las 16 hs.
Herrera 313 - Barracas

Cuando alguien empieza a practicar alguna forma de cultura negra, lo quiera o no, está participando de un proceso de mas de cuatrocientos años de esclavización, opresión y despojo cultural de una raza por otra. Si uno participa con respeto y ayuda a ubicar a la cultura negra, con sus características especificas y sin olvidar sus orígenes, en el lugar que se merece en el patrimonio cultural de la humanidad, está ayudando, mínimamente, a reparar cientos de años de injusticia.
Alejandro Frigerio
El 20 de noviembre, Día de la Conciencia Negra, se conmemora el fallecimiento de Zumbí, líder del Quilombo de Palmares, el más importante espacio de resistencia de africanos, pueblos originarios y blancos marginados que tuvo la región, hoy llamada Brasil, en tiempos de la esclavitud.
Zumbí fue asesinado y mutilado el 20 de noviembre de 1695, y su cabeza fue expuesta públicamente para el escarmiento popular.
Sin embargo, su resistencia pasó a ser un legado, símbolo de libertad.
En el nombre de Zumbí se encarnó y encarna el reclamo por el reconocimiento, el respeto y la igualdad de derechos de todos aquellos que se encuentran en condiciones de injusticia.
El Movimiento Afrocultural convoca, al igual que todos los años, a participar en el Día de la Conciencia Negra el 22 de noviembre próximo en su sede, Herrera 313.

El Movimiento Afro cultural es una organización surgida en la década del ’80, dedicada íntegra y exclusivamente a la investigación, rescate y difusión de la cultura afro. A partir de ese momento trabaja ininterrumpidamente en pos de la revalorización y visibilización de los aportes de dicha cultura a nuestra sociedad.
Desde el año 2000 funciona en un galpón del barrio porteño de Barracas ubicado en Herrera 313.
Su desalojo es inminente, y, a pesar de las múltiples gestiones realizadas aún no obtuvimos respuestas para su reubicación.
Tenemos la fuerte convicción de que este último quilombo urbano, como ha sido definido el Movimiento Afrocultural por el Dr. Alejandro Frigerio, no debe desaparecer y aún más, el trabajo que allí se realiza debe multiplicarse, para lo cual resulta impostergable la adjudicación de un espacio físico en la Ciudad de Buenos Aires.
Es nuestro deseo que en este día tomemos conciencia de la necesidad de aunar fuerzas para que se re-visibilicen los fundamentos y raíces de esta cultura, tan valiosa e importante para la comprensión de nuestra identidad.
Los esperamos y agradecemos la difusión de esta gacetilla.


CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES PARA EL DÍA DE LA CONCIENCIA NEGRA

16 hs. APERTURA
PROYECCIÓN DE VIDEO

17 hs. RODA DE CAPOEIRA ANGOLA (Grupo Liberación Capoeira Angola y grupos invitados)

18:30 hs. DANZA DEL XIRÊ DE ORIXÁS (Isa Soares)

19:30 hs. CHARLA DEBATE
“Políticas de exclusión históricas y actuales”
Comunidad afro descendiente - Pueblos originarios:
Educación, Salud, Cultura, Vivienda, Empleo, Desalojo
Moderadores: Diana Maffía, Alejandro Frigerio, Olga Choquetopa, Diego Bonga, Ernesto Costa Robledo

21 hs. SIKURIS

22 hs. CANDOMBE (Con la presencia y participación de los referentes del candombe en Buenos Aires)

MOVIMIENTO AFROCULTURAL BONGA
HERRERA 313 – BARRACAS –
TE: 4361-5944

+Info
movimiento_afrocultural@yahoo.com.ar
grupoliberacion@gmail.com
http://www.capoeiraliberacion.com.ar/
http://movimientoafrocultural.blogspot.com/

Los esperamos a todos y desde ya, agradecemos su difusión.


Fuente de la imagen: Paño de carnaval de Bloco Afro Muzenza, Salvador, Bahía, 2008 (detalle).

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Peor cobertura sobre tema afro (1)

Estamos acostumbrados ya a que los medios escriban cualquier cosa sobre Africa, creencias y prácticas culturales africanas o afroamericanas, sobre los propios africanos o afroamericanos, etc.
A veces uno encuentra una crónica que supera, en mucho, las peores expectativas. Quizás tengamos una de estas por mes -tipo la "peor crónica o cobertura del mes". O a lo mejor haya dos, o tres, nunca se sabe....
Esta reúne casi todos los temas comunes: Haití es igual a Africa, los negros son peligrosos y bestiales -tanto que entran en trance con un perro-, en Haití se practica... Umbanda!
Mamá, el zombi me mira feo....
Clarín 2/11/08 – Suplemento Viajes
MUNDO LOCO
Marley, el perro y el vudú
Federica Pais - Conductora de Canal 7 Argentina
Fui por trabajo con Marley a República Dominicana. Estando allí decidimos aprovechar y cruzar hacia Haití, porque teníamos ganas de hacer una nota sobre algunas prácticas del umbanda. Por lo que nos preparamos para alquilar un auto. Nos dijeron que por la historia de enemistades y conflictos políticos ningún auto rentado pasaba la frontera. Pero nos empecinamos en ir tras el rastro del africano umbanda.
Es increíble la diferencia que hay de un lado y del otro. No se puede creer que sean la misma isla. Yo naïf y bruta, asociaba Haití con el caribe del coco y las playas paradisíacas.
Decididos a hacerlo, nos tomamos un auto colectivo. Una especie de Renault 4 pero más largo, de chapa abollada. Todos apretados ahí dentro, con Marley que mide dos metros y es tan rubio como el sol. Los locales no nos miraron con buena cara.
Terminamos durmiendo en la casa de huéspedes de un ex diplomático. Todo esto para conseguir una nota sobre... ¡zombies!. Conseguimos material, luego de hacer una travesía en 4x4 por la isla. Me llevé una impresión muy fuerte de toda la miseria que vi. Era un pedazo de Africa inserto en pleno mar Caribe. Apenas salimos empezó a diluviar tanto que se inundaron las calles, parecían ríos. Nos llevaron a una ceremonia vudú donde un hombre era poseído por un perro. Una experiencia canino-espiritual de la que no voy a olvidarme por el resto de mi vida.

Fuente: http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2008/11/02/v-01793819.htm

Fuente de la imagen: http://blog.absens.net/category/creatures/

martes, 18 de noviembre de 2008

La Umbanda en el obelisco: Reflexiones y frustraciones

Sabía, claro, que iban a ir muchas menos personas que las que deberían estar. Después de todo, esto es Argentina, y estamos hablando de la Umbanda, una de las religiones más estigmatizadas del país –la más, quizás… También suponía que iba a ser difícil para la cada vez mayor cantidad de personas que la practica en el tercer cordón del Gran Buenos Aires y aún más lejos llegarse hasta la capital. Pagar o conseguir micros no iba a ser fácil, y sin micros las movilizaciones parecen no funcionar mucho… aunque no estoy seguro, pensemos en las últimas reuniones de los evangélicos, que llevaron varias cuadras de personas sobre la Nueve de Julio desde todos los lugares del país. Pero bueno, sin duda que los evangélicos han desarrollado, a lo largo de estos últimos años, una capacidad de movilización que parece ser inversamente proporcional a la de desmovilización de los practicantes de la religión. Mientras estaba en el obelisco no podía sino pensar que en 1986 Luconi (por Dios, Luconi!) y quienes en ese momento lo apoyaban habían llevado más gente frente al Congreso que el domingo frente al obelisco, 22 años más tarde! Era menos sacrificado salir a la calle en esa época que ahora? Quizás había más ilusiones, menos desencantos. Una época de mayor inocencia, de creer en cosas que se estaban formando. El ethos de la primavera democrática alfonsinista, también. Todos renacíamos en aquel entonces…
Pero me pregunto (y no sé que contestarme): cuántos templos de Umbanda, de religión (Umbanda, Nación, Kimbanda) hay en el Gran Buenos Aires? Mil? Dos mil? Tres mil? Mäs? Es realmente difícil decirlo. Quien tenga cifras concretas y alguna prueba para respaldarlas, bienvenido. Si hay, digamos, tres mil, cómo es que no fue ni siquiera una persona por templo al obelisco?
Quizás faltó información. No estaba del todo claro quién organizaba, quiénes apoyaban, quiénes iban a ser los oradores y, sobre todo, a qué hora iban a hablar. Yo hubiera intentado informar más, junto con la convocatoria, para que no quedaran dudas y para disminuir la suspicacia, inevitable cuando de religiones de origen afro se trata.
Pero eso no justifica la menos que auspiciosa concurrencia. Y no lo digo con ánimos de crítica, lo digo con desilusión. Aún en mi profesional escepticismo, fui defraudado. Pensaba que era una buena oportunidad para que quienes practican la religión dijeran: acá estamos, nosotros también somos, también tenemos derechos y los queremos hacer valer.

Sin embargo, parece que a una parte importante (la mayoría) de los religiosos no le interesa mostrar su presencia en la ciudad, ni su orgullo por practicar su religión o sus deseos de que sus creencias y prácticas sean respetadas como las de cualquier otro credo. A una parte importante de los religiosos parece que no le importa nada. Parecen pensar: Yo me encierro en mi casa, hago mis sesiones de Kimbanda, algún ebó para los orixás (dudo que todos puedan realizar batuques) y el resto, no me importa. No me importa que mis vecinos desconfíen de mí, que hablen a mis espaldas, que mi hijo no pueda decir en el colegio que es un macumbero con la frente en alto. Total, cuando necesiten ayuda, me van a venir a ver. Y si no vienen, no es mi problema. A mí no me importa nada. El buen religioso, para muchos, parece ser el que se queda puertas adentro y sólo se (pre)ocupa de lo suyo.
Creo que es hora de reconocer que si los umbandistas no salen en los censos, no aparecen en las encuestas sobre religión, no están inscriptos en el registro de cultos, no van a otra cosa que no sean las kimbandas de amigos o conocidos, y al único lugar al que van son los flogs ajenos en busca de firmitas para el propio; chicos, seamos realistas, no existen. No existen para la sociedad, no existen para los medios (salvo cuando alguien realiza algún asesinato sádico), no existen para más allá del grupo reducido de amigos o de templos con los que tienen alianzas (alianzas que siempre se quiebran y redefinen). No existen como ciudadanos con derechos. Con derecho a ser, derecho a hacer, derecho a mostrarse, derecho a decirlo.
Debo confesar que –algo inesperadamente- me da bronca. Después de 23 años de estudio de estas religiones, de haber hecho muchos amigos, de haber pasado por mil experiencias que enriquecieron mi vida, de haber conocido líderes admirables, de haberme encontrado con seres humanos y entidades espirituales de alto, medio y bajo astral (muy pocos de éstos, afortunadamente) me da bronca que tantos herederos de esta cultura centenaria, de esta religión que aprecio como ninguna, de un patrimonio riquísimo que costó sangre, sudor y lágrimas crear y preservar (como ya dije, nunca tan bien empleada esta frase como cuando se habla de la cultura afro), se la tomen tan a la ligera. Que digan o piensen: Yo no voy, que vayan otros. Chicos, es el Centenario! Cuántos más de éstos van a vivir? Sin conciencia histórica no hay presente y tampoco hay futuro. No era por Zelio, tampoco era por ustedes, era por sus hijos ….

En fin, mi abrazo y mi respeto a los que estuvieron, a los que organizaron, a los que hablaron y a los que le pusieron toda la onda…. Espero que el año próximo seamos más y crucemos la avenida…. Como dice el proverbio: un viaje de mil millas comienza con el primer paso

Fotos: Alejandro Frigerio

sábado, 15 de noviembre de 2008

El candombe argentino vuelve al cine

Donde arde el fuego nuestro

Por Norberto Pablo Cirio
Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”
pcirio@fibertel.com.ar

Hace unos meses recibí la solicitud de la producción de Teresa Constantini para el de asesoramiento musicológico de su película Felicitas.
Se trata de una historia de amor basada en un personaje real del Buenos Aires de 1870, Felicitas Guerrero, quien a los 15 años estaba enamorada de un joven de su edad y fue obligada por su padre a casarse con un potentado cuarenta años mayor, y cuyo desenlace fue trágico. La pregunta más acuciante que me formularon era sobre cómo cubrir musicalmente una escena callejera de un paso de comparsa afroporteña durante el carnaval. La necesidad de apelar al juicio documental nació de un sentido de responsabilidad para con la historia a fin de evitar o, al menos, minimizar, cualquier intervención que no se ajustara a la época. En ese marco, la pregunta inicial fue pertinente: ¿Hay afroporteños que toquen esta música? Mi respuesta les hizo tachar, sutilmente, el nombre de una asociación de candombe al estilo montevideano en Buenos Aires que figuraba en su agenda, debajo del mío. La opción B, digamos. Y lo que sigue, una de las más hermosas vivencias que he tenido con la Asociación Misibamba. Comunidad afroargentina de Buenos Aires, a la que pertenezco, y con quienes compartimos en placer de estudiar y vivir esta tradición musical.
Se trataba de un trabajo remunerado y la responsabilidad fue asumida al instante. Para una de las escenas de la película necesitaban una comparsa de época. La tuvieron, y vaya si fue una comparsa en la que el orgullo de asumirse afroargentino vistió con la mejor gala a la música con la que anoche, en el rodaje, honraron a sus ancestros:

Juan Suaqué: Mary, ¿de quién aprendiste este tema?
María Elena Lamadrid: De mis abuelos.
Juan Suaqué: Bueno, vamos por ellos.

Así comenzó Juan (Director de la comparsa y Presidente de la Asociación), formalmente, la grabación del audio ayer, cuando se rodó la escena en Uribelarrea, un pueblo bonaerense del partido de Cañuelas. Su pregunta la dirigió a la más importante referencia de los afroporteños contemporáneos, María Elena (integrante de la comparsa, Vicepresidenta de la Asociación y su líder espiritual). Este breve diálogo pudo haber pasado inadvertido pues los equipos de registro aún no estaban activados y mi atención estaba repartida en muchas cuestiones. Pero no fue así, lo memoricé y lo escribí enseguida en mi cuaderno de notas. Algo me decía que era importante para comprender el corazón mismo de aquellos cuarenta afroargentinos que se unieron para hacer callar allí a tanto silencio transcurrido, para curar con su canto a tanto dolor mascullado, para olvidar el olvido de tanta memoria intencionalmente no valorada por quienes asumieron la responsabilidad de narrar la patria y la historia musical argentina.
Allí estaban -allí estábamos-, dispuestos a dar todo de sí, en la certeza de nuestro derecho ciudadano a ser arte y parte en el cotidiano esfuerzo por construir nuestra identidad. Y vaya si lo lograron -vaya si lo logramos-, fueron más de doce horas de extenuante rodaje, de probar vestuario, de pasar por maquilladoras y peluqueros, de esperar, de repetir una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez la escena requerida. Tras haber comenzado a las 16:00 horas, un oportuno corte a las 2:00 para cenar permitió recuperar fuerzas hasta que pidieran repetir la escena. Lamentablemente, la cena no satisfizo la medida en que habían dispensado las energías físicas, pero no importaba, las energías espirituales estaban intactas y vaya que satisfechas. Con todo, los cuerpos comenzaban a acusar cansancio, pues algunos integrantes llegaban a los 75 años de edad. Durante la cena los perdí, pues mi calidad de no-actor me impidió compartir ese momento fraterno. Al cabo de una hora los busqué por entre la multitud de extras que había desparramados por el pueblo. No los encontré, mas la inquietud cesó cuando divisé a un costado de la calle donde se rodaba la escena, a oscuras, a los hombres de la comparsa reunidos en torno a un fuego, descansando, calentando los tambores, charlando, riendo. Allí estaban, donde arde el fuego nuestro.
Allí me enteré que habían cenado hambre, allí me enteré que estaban muy cansados, allí me enteré que hasta que saliera el sol, literalmente, iba a seguir la filmación, porque al ser la escena nocturna necesitaban repetirla mientras el día no tornasole a la noche. Allí me enteré que estaban felices (allí supe que era feliz), allí entendí que el fuego que ardía al centro era el espejo secreto de nuestros corazones y de los corazones por venir, sus -nuestros- descendientes, quienes también un día cultivarán la tradición de sus ancestros, ahora mis amigos, y así la rueda de la tradición continuará girando por siempre. Allí, al crepitar de las llamas que nos iluminaban, hicimos conversar al silencio, acaso no diciendo nada, acaso diciéndolo todo. Allí creí cifrar el inextricable sentido de la vida y se me permitió vislumbrar algo del porqué de estar en el mundo, el quizá llamado destino.

La escena de la película debieron repetirla una y otra vez, una y otra vez, hasta las 5:30, cuando la producción los licenció. Y tras un aplauso cerrado, un toque de tambor y varios “¡bariló!” regalados al viento del alba, se dieron cuenta que al querer volver a ser ellos despojándose de la utilería y mudando las ropas de época por las suyas, mágicamente seguían siendo ellos y comprendieron lo más difícil: no habían sido actores, no habían representado ningún papel sino que hicieron de ellos mismos y por eso pudieron hacerlo como nadie. La transmutación estaba lograda, los tiempos habían sido unificados: ellos eran ellos-y-sus-ancestros, amalgamados por la música inmemorial del tambor, por los dibujos que al danzar hicieron en la calle de tierra, por el fuego que calentó por igual sus cueros y los cueros de sus tambores, acaso la misma piel en la que vibra la valiente memoria de sus mayores. Quizá más de uno lloró para adentro, como lo hice yo, por el privilegio de la alegría recibida en esa noche trascendental.
Volvimos. Cumplimos con nuestra misión. El candombe porteño dijo presente en pos de su visibilidad, recuperando un espacio y una memoria colectiva que nunca debió perder, en este caso de mano de sus propios cultores y de un humilde servidor que piensa que no hay mejor antropología que la social, aquella que ayuda.
Sabemos que el haber formado esta comparsa con cuarenta afroargentinos no fue sino el puntapié inicial de una tarea social tan vasta como necesaria, multiplicar las manos y la voces que digan con orgullo compartido: esta es nuestra cultura, esta es nuestra tradición, este es nuestro candombe. Que ese fuego nuestro sea el fuego de todos. Está bajo nuestra responsabilidad el alimentarlo.

Fotos: Pablo Cirio