lunes, 28 de junio de 2010

Postales de Harlem (2) - Harriet Tubman

En una visita a Nueva York en diciembre del 2008, paseando en ómnibus por la parte oeste de Harlem, me llamó mucho la atención una poderosa estatua de una mujer afroamericana. Viéndola de pasada, probablemente por el turbante en su cabeza, pensé que quizás sería un monumento a una especie de líder religiosa –dada la creciente popularidad de la santería afrocubana, ahora devenida “orisha religion” entre los afronorteamericanos. A los pocos días volví al barrio, pero no la pude encontrar.
Al regresar a Buenos Aires, e internet mediante, pude enterarme no sólo de su ubicación, sino también de a quién y qué representaba. No se trataba de una improbable mae de santo vernácula, pero la formidable estatua había sido, de todas maneras, inspirada por una poderosa mujer con una notable historia detrás.
Cuando volví a Nueva York hace unas semanas, una de las primeras cosas que hice fue visitar Harlem de nuevo y fotografiarla.
La escultura, que está ubicada en el cruce de Frederick Douglass Boulevard, St. Nicholas Avenue y la calle 122, representa a Harriet Tubman (1820?-1913), una afronorteamericana esclavizada que pudo escapar de su condición huyendo hacia los estados del norte. Una vez allí, no conforme con su nueva libertad, retornó a su lugar de origen, para rescatar a sus hermanos y sobrinos, que continuaban en cautiverio.
Devenida ya en liberadora de sus hermanos, realizó un total de trece viajes al sur, guiando a más de 70 compañeros hacia la libertad (primero a los estados norteños norteamericanos, luego, cuando fue necesario llevándolos hasta Canada). Otros sesenta o más también pudieron evadirse gracias a sus precisas instrucciones sobre la ruta a tomar. Tubman aprovechó la existencia del Underground Railroad , una red compuesta por negros libres, abolicionistas y cristianos blancos (generalmente Quákeros) que albergaban a los fugitivos, ayudándolos en las distintas etapas del viaje. Actuando de esclavos o escondiéndose durante el día, viajaban de noche, principalmente cuando éstas se hacían más largas, durante los crudos inviernos. La incansable Harriet tuvo más tarde una activa participación en la Guerra Civil, y cuando ésta terminó, se convirtió en activista por el sufragio femenino.



Si la necesidad de un homenaje público a esta valiente mujer está fuera de duda, las características de la estatua de la artista Alison Saar –y la forma de su emplazamiento- despertaron un agitado debate en la comunidad, parte del cual se puede seguir en internet. Por un lado, las raíces que salen de la parte posterior de la estatua despertaron dísimiles interpretaciones. Según algunos, el andar decidido de Harriet en busca de la libertad (propia y luego de sus seguidores) era tan fuerte que podía arrancar raíces del suelo. Para otros, representan sus propias raíces en el Sur donde nació, o su labor pionera que sirvió de raíz para los valores norteamericanos de la libertad y la igualdad.
Lo que más intensa polémica suscitó, sin embargo, fue el posicionamiento de la estatua mirando hacia el sur. Para muchos habitantes y figuras notables de Harlem la estatua debería estar mirando hacia el norte que era el horizonte de su libertad. Los defensores de la artista sostienen, por el contrario, que el monumento está bien orientado, ya que tanto o más importantes eran los viajes de Harriet hacia el sur, ya que en ellos arriesgaba su propia vida y libertad para el beneficio de sus congéneres.



Los comentaristas más cínicos se dedican a notar que, como puede observar cualquiera que ande por la zona, la estatua llega en el momento en que esta zona de Harlem -particularmente- está siendo gentrificada y muchos de los antiguos moradores han sido expulsados hacia zonas más lejanas –fuera de Manhattan.
Como sugerí en otros posteos, es emocionante ver las numerosas marcas -ahora oficiales- de la historia y cultura negra en el barrio: los nombres de Malcolm X y Martin Luther King en las calles; las estatuas de Harriet Tubman, Duke Ellington y Adam Clayton Powell. Sin embargo, son todos reconocimientos que parecen llegar cuando la población afronorteamericana está siendo expulsada –como ya sucedió otras veces, por ejemplo del Village- del mítico barrio negro de la Gran Manzana.
Así, las espectrales caras afro que asoman en la falda de la libertadora negra pueden representar no tanto fantasmas del pasado, sino del presente, y aún, del futuro….

sábado, 26 de junio de 2010

Los guitarristas negros de Carlos Gardel

El jueves, como todos saben, se cumplieron 75 años de la muerte de Carlos Gardel.
Muchos también saben que dos de los más (re)conocidos guitarristas que tocaron con él eran negros –pero me parece justo recordarlo/s.
En la foto, el Mudo entre Guillermo Barbieri y José Ricardo.
Ricardo fue el primer guitarrista del dúo Gardel-Razzano, a partir de 1915. En 1921 se les sumó Guillermo Barbieri. Ambos siguieron con Gardel en su carrera solista. Ricardo hasta mayo de 1929 y Barbieri –el guitarrista que más lo acompañó, con alguna que otra intermitencia- hasta fallecer en el fatídico accidente de Medellín. Tanto Ricardo como Barbieri, además de eximios músicos, fueron compositores de algunos de los tangos que cantaba Gardel.

viernes, 25 de junio de 2010

Sobre "Andares Negros, Caminos Blancos" - o cómo hacer antropología histórica..

Ayer se realizó la presentación del libro de Lea Geler sobre los periódicos afroargentinos de finales del siglo XIX.
Lo recomiendo fuertemente. En la entrada anterior, señalo dónde se puede leer online el primer capítulo.
Abajo, mi intervención en la presentación. No es una reseña del libro, apenas intento resaltar lo que, a mi modo de ver, son sus mayores virtudes ...

Tengo el agrado de presentar un trabajo que lleva nuestra comprensión de la historia de los afroargentinos to the other level , como dicen los raperos norteamericanos. Al siguiente nivel, a un nivel de comprensión y conocimiento indudablemente más elevado.
Quienes lean sus 400 paginas –no es un libro corto, pero se lee sorprendemente rápido por lo ameno e interesante, lo que es sin duda uno de los (varios) méritos de Lea- sentirán que se abre una puerta hacia el interior de la comunidad afroporteña de la década de 1870 y los primeros años de la de 1880. Podrán comprender de una manera inédita su situación, sus preocupaciones, sus conflictos internos y su relación con la sociedad mayor del momento.
Y cuando digo “podrán comprender de manera inédita” sé de lo que hablo.
En 1989 o 1990 consulté en la vieja Biblioteca Nacional algunos de los periódicos negros , principalmente La Juventud y La Broma.
Lo hice siguiendo las pistas del libro de Reid Andrews, que era quien mas y mejor los había analizado hasta el momento. Había leído también menciones de sus contenidos en algunos trabajos de Rodríguez Molas, y especialmente, en un artículo de Soler Cañas de 1963 –autor que nunca es suficientemente citado y que hace un muy detallado análisis de uno de los episodios de discriminación que Lea examina en el libro.
Mi sensación al leer los periódicos fue ambivalente, por un lado era obvio que contenían mucha información, por otra, que había en los textos numerosos sobreentendidos que dificultaban su comprensión … demasiados episodios descriptos a medias, muchas ironías, disputas con otros colegas… Eran voces que hablaban para un auditorio de “entendidos”; de gente que conocía a las personas de que se hablaba, y que obviamente también habian escuchado descripciones de los eventos que apenas se comentaban, sin describirlos….
Yo sentía –como, a veces, todavía me pasa- que necesitaba más herramientas teóricas para analizar determinados temas que tenían que ver con relaciones raciales o racializadas…. Los métodos de registro, también, eran otros: uno tenía que anotar todo lo que podía , o leer en voz muy baja y grabar –que fue lo hice-. Después me dediqué a otros asuntos, y la desgrabación (parcial) de esas lecturas que apenas podía entender por mi tono de voz, todavía está en mi computadora.
Lo que quiero decir es que, además de la posibilidad de registrar mejor los datos históricos que nos da, por ejemplo, la fotografía digital, a partir de la década del 90 empezamos a tener acceso a toda una serie de conceptualizaciones y perspectivas teóricas que permiten, luego de una recolección cuidadosa y exhaustiva del material como la que realiza Lea, un análisis mucho más productivo que el que se podía hacer entonces.
El trabajo de Lea es una buena muestra del “rinde” que dan estas perspectivas téoricas cuando aplicadas con sapiencia, criterio y coherencia.
La conceptualización de los periódicos como contra-esferas publicas subalternas o de los periodistas como intelectuales subalternos; las ideas de disciplinamiento y de panóptico –que en un principio me pareció algo forzada pero que está bien argumentada-; el énfasis en la inclusión –negociada, resistida, deseada- dentro de un proyecto de construcción de la nación con la adopción de los valores que conlleva; la perspectiva de género, etc. son todos ejemplos de cómo la aplicación –reflexiva, cuidadosa y coherente, no como un intento por estar “a la moda”-de herramientas teóricas contemporáneas al análisis de fuentes históricas brindan una mejor comprensión de procesos históricos –como todos- complejos.
Dije que el libro nos abre una puerta hacia el interior de la comunidad afroporteña de la época –al menos, de la parte de la comunidad que escribía los periódicos, y de la que estos periodistas creían era la que los leía: la comunidad imaginada de y por los periódicos.
Ahora, en este paseo por esta comunidad, por lo que dije anteriormente respecto de las perspectivas de análisis, Lea es inequívocamente la guía.
(Es obvio, claro, que no puede ser de otra manera, ya que cualquier presentacion y selección de material ya es e implica una interpretación. Aún cuando se quiera hacer sólo una presentación de la voz de los nativos al mostrar algunos y no otros se está haciendo una interpretación –de cuál es el valor de algunas voces en detrimento de otras, sus motivos etc. No digo nada nuevo: sólo el ABC de las ciencias sociales. )
En el libro queda claro que es Lea quien lleva las riendas del análisis –aunque su manejo de ellas es suave y convincente. Sus objetivos están anunciados de manera bien explícita desde el principio, los conceptos que utilizará y las variables que considera mas relevantes, también (aunque a los antropólogos no les gusta hablar de variables).
En este caso el énfasis analítico no se contradice con, sino que se apoya en, la presentación de numerosas y largas citas provenientes de los periódicos afroargentinos. Una buena decisión por parte de la autora, y por la cual probablemente el libro tiene la extensión –pero también el encanto- que tiene. Casi todas las páginas del libro tienen alguna cita textual, cuando no dos o tres.
Uno entonces escucha (lee) las voces (opiniones) de los afroargentinos, pero dentro de un análisis que hace entendible los propósitos del discurso nativo y especialmente el contexto –la comunidad, la ciudad, la nación- en que se desarrolla. Cualquier discurso se emite en -y condicionado por- un determinado contexto social. La capacidad de Lea de relacionar las particularidades del discurso afroargentino con las del contexto social es, sin duda, otra de las varias virtudes del libro. En esto creo que avanza sobre análisis anteriores.
Hacer esta relación entre discurso y contexto no es fácil, claro. Además de examinar exhaustivamente los periódicos afroargentinos hay que leer buena parte de la bibliografía contemporánea que trata sobre la época, para mostrar de qué manera la situación del grupo y su discurso muestran especificidades propias y qué tanto responden a tendencias generales presentes en la época.
Lea dice muy explícitamente que quiere hace antropología histórica –lo que puede parecer casi un oxímoron- pero el resultado final logra, efectivamente, aunar las mejores virtudes de ambas disciplinas. Una rigurosa investigación de datos históricos examinados con herramientas teóricas actuales (que en realidad exceden la antropología) y un cuidado con y por los significados nativos que no los fetichiza sino que los contextualiza y ayuda a su comprensión enriquecida.
Decía Alan Watts –uno de mis autores favoritos de juventud- que cuando se explica el Budismo Zen para Occidente hay que evitar dos extremos: explicarlo insuficientemente y que quede inentendible, o por el contrario, hacerlo demasiado comprensible como para que el lector crea que ya entendió todo lo que había que saber y que entonces puede pasar a otra cosa.
Trasladando esta idea al dominio de los estudios afroargentinos, hay que reconocer que de los dos peligros, el libro de Lea se acerca sin duda al segundo: por toda la información que presenta y el perceptivo análisis que de ella se realiza, hace que uno crea que ya sabe todo lo que se puede y debe saber sobre la comunidad afroargentina de la época y que ya no vale la pena seguir investigándola.
Sobre este peligro –que en realidad da muestra de las muchas virtudes del libro- hay que alertar: siempre habrá nuevos datos, y siempre habrá nuevas interpretaciones que se puedan hacer de los mismos.
De hecho -y aquí va una pequeña advertencia después de tanto entusiasmo respecto de la obra- una lectura rápida de la última página puede hacer suponer que efectivamente, se han desvendado los mecanismos de la invisibilización/invisibilidad afroargentina, cuando este es un proceso cuya extensión temporal excede al analizado en el libro. Y que precisa de su continua y aún actual (re)construcción… Ningún trabajo, por lo tanto, puede “explicar” la invisibilización de los afroargentinos
porque en cada momento histórico este proceso se continúa dando, y de maneras diferentes. No hay una sola invisibilización de una vez para siempre, sino varias y continuas....
Dicho esto, no puedo sino (re)afirmar que el libro de Lea es un aporte invalorable que lleva el nivel de los estudios afroargentinos varios escalones más arriba y nos brinda formidables herramientas para futuros trabajos –que, ya sea que estudien la presencia afroargentina a fines del siglo XIX como en el siguiente, en mucho deberán esforzarse para llegar al nivel de éste ….

Para descargar la introducción, el índice y el capítulo 1 de este libro: www.scribd.com/PROHISTORIA

miércoles, 23 de junio de 2010

Presentación de libro de Lea Geler sobre periódicos afroargentinos

(doble click en la imagen para agrandarla)

GELER, LEA: Andares negros, caminos blancos. Afroporteños, Estado y Nación. Argentina a fines del siglo XIX, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2010, 412 pp -

El libro de Lea Geler propone a los lectores recorrer analíticamente el desfile de uno de los sujetos históricos menos frecuentados por nuestra historiografía: la comunidad afroporteña, sus formas de escritura, su lucha por obtener representación en la esfera pública, sus oscilaciones entre el pasado y el presente, los términos de su presentación y los de su representación. Gracias a este riguroso trabajo podemos saber quiénes y cuántos eran los afroporteños, dónde vivían, cuáles eran sus espacios de sociabilidad y, lo más significativo, qué tiene y qué debe la sociedad argentina de hoy a aquella comunidad, ora negada, ora ensalzada, que ha dejado marcas y huellas en la cultura nacional en expresiones que van desde la jerga hasta el candombe, pasando por el tango, el carnaval, su paso por la vida asociativa o la producción plástica y literaria. Andares negros consigue mostrar la realidad de los afroporteños vistos por sí mismos pero también las múltiples y complejas relaciones que tramaron la vida de esta comunidad con el proceso de consolidación del estado argentino y la creación de una Nación Argentina “blanca” y “civilizada”.

Lea Geler es Licenciada en Antropología Social de la UBA y Doctora en Historia por la Universidad de Barcelona. Actualmente es investigadora del CONICET y forma parte del grupo de investigación consolidado TEIAA (Universidad de Barcelona) y del IIEGE (UBA). Se ha especializado en el estudio de la comunidad afroporteña de descendientes de esclavizados y de esclavizadas, de las categorías raciales y de la construcción nacional argentina, dentro del campo más amplio de la Antropología Histórica. Ha recibido becas y subsidios del gobierno de Cataluña, de la Unión Europea y de la Universidad de Barcelona. Ha publicado en numerosos artículos sobre temáticas de su especialidad en revistas científicas europeas y americanas.

Para descargar la introducción, el índice y el capítulo 1 de este libro:
www.scribd.com/PROHISTORIA
Compra en línea: http://www.prohistoria.com.ar/ediciones/catalog/index.php

Librerías amigas: www.dondeconseguirprohistoria.blogspot.com

Pedidos: prohistoriaediciones@gmail.com

Ser Negro (Rada) en Buenos Aires...

El suplemento Radar de Página 12 de hace un par de domingo trajo un reportaje al músico afrouruguayo Rubén Rada. Transcribo algunos párrafos sobre su experiencia en Buenos Aires...
(Foto: suplemento Radar de Página 12)

“Yo viví en todas las épocas en Argentina. Vine por primera vez a los 10 años, con Gloria Marín y Adolfo Stray en El Nacional. Cantaba un candombe, ‘Soy un negrito de San Telmo’.

Cuenta entonces sobre su salida de Los Shakers, donde al comienzo tocaba la batería. “Porque ellos imitaban a Los Beatles y, cuando los agarró un productor porteño, el negrito no daba ni en pedo, y se quedó afuera”, se ríe.

También se acuerda de haber tocado en la inauguración del Sheraton con un grupo llamado SOS, o sacar entrada para la película Socorro con los integrantes del Con’s Combo, y ver cómo la gente salía de las peluquerías que había en aquel entonces en calle Lavalle para gritarles de todo por llevar el pelo largo. “Tampoco me olvido de las chanchitas, de las que bajaban los milicos y te rapaban de oreja a oreja. Te dejaban una raya y tenías que ir a cortarte el pelo. Yo viví eso.”

Rada también disfrutó de la buena vida, gastando en Recoleta el dinero bien ganado en Europa, hacia fines de los ’70, junto al trompetista Benny Izaguirre. “Parábamos en el bar La Rambla, entre los boliches Bwana y Africa. Nos patinamos toda la guita que trajimos”, explica.

(La época de la dictadura) no debía ser una buena época para andar por Buenos Aires...
–Pero nosotros estábamos con Tarantini y las modelos. Y para los milicos, los negros no tienen cabeza. Era lo mismo en Uruguay. Si sos negro, sos ignorante. Eso piensan. No se imaginan que podés ser de izquierda a muerte. Con el grupo Tótem fuimos los creadores del Frente Amplio. Y acá, cuando muchos rockeros estaban tocando en el Obelisco para Alfonsín, yo estaba en el bar La Paz tocando para el MAS.

Me acuerdo de que cuando Suar me llamó para Gasoleros, le dije que yo no era actor. ‘Hacé de Rada’, me dijo. Y eso lo puedo hacer, porque es lo que hice toda mi vida.”

lunes, 21 de junio de 2010

Los afrodescendientes y el /en el Bicentenario (3)

Comentario de Ariel Prat
Creo y apunto, sin menoscabar el caracter integrador y festivo de los festejos -en los que integré la programación actuando el mismo 25 de mayo en la avenida 9 de julio- que la presencia de lo afroargentino estuvo un punto descuidada, sobre todo en el desfile. Si la murga porteña se hizo visible (otro histórico faltazo a las horas de las existencias culturales y sociales), faltó la comunidad afroargentina como importante eslabón en la cadena de nación argentina. En dicha actuación, aporté dos temas,uno "Fiebre negra" y "Negra Murguera" (haciendo subir a compartirlo a los amigos de Bersuit) a la presencia.
Lo menciono como para tenerlo presente y en las semanas linderas a los actos, ofrecí junto a mi gente charlas ilustradas con conciertos vía Café cultura en donde el tema fue "Murga porteña y negritud.La cultura negada" y cité fuentes, con su permiso, como Frigerio, Cirio, Martin o Andrews.
Creo que avanza la cosa y el reconocimiento popular a la visibilización va de la mano del interés propio y digamos, de los sectores de la politica cultural que parece querer estar dando fuerza al impulso.
Dejo un enlace de youtube del tema Fiebre negra del 25 de mayo.
Un abrazo y gracias por este espacio fenómeno y tan rico.
Ariel Prat


domingo, 20 de junio de 2010

El Mundial y los afroargentinos -en Periodismo Social

El sitio web Periodismo Social aprovecha el Mundial para brindarnos un par de notas sobre las organizaciones sociales que actúan ayudando a distintos sectores vulnerables en Sudáfrica.
Asimismo, entrevistan a Pablo Cirio y Juan Suaqué para saber más sobre los afroargentinos, e incluyen una breve reflexión mía sobre el rol de los medios de comunicación en su estigmatización e invisibilización.
Se accede a ellas a través del siguiente link:


También trae un link para una útil "Guía de Africa para Periodistas", elaborada por la Casa de Africa del gobierno español.
No avalo todo su contenido, pero da un pantallazo general de la diversidad del continente africano y ciertamente puede ser aprovechada por un público más amplio que el de los periodistas.
Abajo, un ejemplo de los temas que trata y cómo lo hace:

Se descarga de:
http://www.casafrica.es/casafrica/documentos/GuiaMundialFutbolCasaAfrica.pdf

Sobre la Casa de Africa, que brinda diversas informaciones sobre la cultura, historia, y situación actual del continente: