jueves, 15 de enero de 2009

El Rojas festeja 25 años - y la cultura afro????? (2)

Como un pequeño aporte a la memoria, el programa de las Primeras Jornadas de Arte Afroamericano que tuvieron lugar en el Rojas en 1988. La organización estuvo a cargo de José Delfín Acosta Martínez, con la colaboración de Yoji Senna y Angel Acosta Martínez.
Fue el primer evento que integró danza afro, capoeira y candombe


(doble click en la imagen para ver todas las actividades)

miércoles, 14 de enero de 2009

Congo Belga: Historia de un genocidio


La aventura colonial
Por Mario Vargas Llosa para El País
Publicado en La Nación, sábado 10 de enero de 2009

Durante muchos siglos, la empresa colonial fue transparente: un país, aprovechándose de su fuerza, invadía a otro más débil, se apoderaba de él y lo saqueaba. Nadie ponía en cuestión semejante estado de cosas porque se trataba de algo que se venía practicando desde la noche de los tiempos, y todos, colonizadores y colonizados, aceptaban o se resignaban a esta cruda realidad como a una fatalidad inevitable, consustancial a la historia.
El descubrimiento y la conquista de América por los europeos introduce una importante variante. Por primera vez, y por razones religiosas, el colonizador se interroga a sí mismo sobre la justicia de la empresa colonizadora y, en acalorados debates de juristas y teólogos, se arma de razones, humanas y divinas, para justificar sus conquistas. Desde entonces, sin dejar de ser lo que fue siempre, es decir, un acto de fuerza y de rapiña, la colonización se atribuye a sí misma una misión evangelizadora y civilizadora: desanimalizar a quienes viven en estado feral y humanizarlos gracias al cristianismo y a la cultura occidental que aquél inspira. Para que este objetivo tenga algún viso de realidad es imprescindible establecer como un hecho indiscutible, científico, que el colonizado carece de los conocimientos y las luces indispensables para juzgar por sí mismo lo que más le conviene, pues se trata de un ser desvalido y primario cuyos intereses y conveniencias son mejor percibidos por la potencia que a partir de ahora ejercerá sobre él la tutela colonial, una forma de autoridad benévola.
Sin embargo, en el siglo XIX, las empresas coloniales europeas en Africa y Asia olvidan casi este prurito de justificación religiosa y moral e invaden y ocupan territorios, que empiezan a explotar de inmediato, sin otra explicación que la necesidad de proveerse de materias primas. Cuando Hitler, en Mi lucha , explica que en el programa del Partido Nacional Socialista figura en lugar prominente la adquisición, por las buenas o las malas, de colonias para instalar los excedentes demográficos del pueblo alemán, no hace más que poner sobre papel lo que casi todas las grandes potencias europeas habían venido haciendo, cierto que sin decirlo con tanta claridad, desde el siglo XV.
(figura Yombe)

La excepción era la pequeña Bélgica, país más bien reciente y, ay, sin colonias. Esta condición entristecía y desmoralizaba a su soberano, Leopoldo II, cuya energía, ambiciones y sobresaliente inteligencia desbordaban por los cuatro costados las fronteras del diminuto reino que le había asignado la Providencia. El se dio maña para conseguir mediante la astucia, la paciencia, la intriga y la diplomacia lo que los grandes países colonizadores habían logrado a través de los ejércitos y la matanza. Por increíble que parezca, Leopoldo II convirtió Bélgica en una gran potencia colonial sin disparar un solo tiro.
Para ello, primero se fraguó una imagen de monarca humanitario, altruista, condolido por la suerte de los salvajes y paganos de este mundo, que sedujo a la opinión pública de Europa y de los Estados Unidos. Invirtiendo en ello el dinero de su reino y el suyo propio, fundó asociaciones benéficas y centros para combatir la esclavitud que hacía estragos en Africa Occidental, costeó el viaje de misioneros a esas regiones bárbaras, impulsó investigaciones, estudios y publicaciones sobre las condiciones de vida de las tribus africanas que todavía practicaban el canibalismo y eran diezmadas por los traficantes árabes y peroró sin tregua, en orquestadas manifestaciones públicas, exigiendo a las grandes potencias que intervinieran para poner fin a aquella lacra indigna que era el comercio de carne humana en los mares del mundo.
La campaña dio el resultado que esperaba. En febrero de 1885, catorce naciones reunidas en Berlín, y encabezadas por Gran Bretaña, Francia, Alemania y los Estados Unidos, le regalaron a Leopoldo II todo el Congo, un inmenso territorio de más de un millón de millas cuadradas, es decir, unas 80 veces el tamaño de Bélgica, para que "abriera ese territorio al comercio, aboliera la esclavitud y cristianizara a los salvajes". No había un solo africano presente en aquel Congreso y no hay un solo indicio de que alguien en Europa o Estados Unidos se preguntara siquiera si era aceptable que la suerte de ese inmenso país fuera decidida de este modo, por 14 naciones advenedizas, sin que un solo congolés hubiera sido consultado.
(copa Kuba)

Seguro de lo que iba a ocurrir en el Congreso de Berlín, Leopoldo II ya se había adelantado, desde un año antes, a operar en el territorio que de la noche a la mañana lo convirtió en el amo de un formidable imperio. Para ello había contratado al célebre explorador galés-norteamericano Henry Morton Stanley, el primer europeo en recorrer los varios miles de kilómetros del río Congo. En una expedición que es una mezcla de grotesca pantomima cínica y proeza etnológica y geográfica, entre 1884 y 1885, los expedicionarios enviados por Leopoldo II recorrieron buena parte del Alto y Medio Congo repartiendo cuentecillas de vidrios de colores y retazos de tela en 450 aldeas y villorrios africanos y haciendo "firmar" contratos -los llamaban "tratados"- en los que los caciques y jefes indígenas, que no tenían idea de lo que firmaban, cedían la propiedad de sus tierras a la Asociación Internacional del Congo, se comprometían a dar hombres para que trabajaran en las obras públicas que aquella institución emprendiera, cargadores para transportar los bultos y materiales, a proveerla de brazos para la recolección del caucho y a alimentar a los peones, funcionarios y soldados y policías que vinieran a instalarse en sus dominios. Cuando las grandes potencias le entregaron el Congo, Leopoldo II ya tenía en sus manos 450 "tratados" en los que los congoleses legitimaban mediante sus firmas aquella donación y le entregaban sus vidas y haciendas.
A diferencia de otras colonizaciones, en que los invadidos resistieron de alguna forma al colonizador, en el Congo prácticamente no hubo resistencia. Los congoleses no tuvieron tiempo ni posibilidades de resistir a un sistema que cayó sobre ellos -una miríada de culturas y pueblos desconectados entre sí- como una malla inflexible en la que perdieron, desde el principio, toda libertad de iniciativa y movimiento, y en el que fueron sometidos a una explotación inicua, las 24 horas del día, hasta su extinción. Los castigos, para los recolectores que no entregaban el mínimo exigido de látex, eran brutales. Iban desde los chicotazos y las mutilaciones de manos y pies hasta el exterminio de aldeas enteras, cuando se producían fugas o aquellas comunidades no cumplían con la obligación de alimentar a sus verdugos como éstos esperaban. Hace un año que leo testimonios diversos de misioneros, viajeros, aventureros o de los propios colonos y todavía no me cabe en la cabeza que fuera posible una monstruosidad tan atroz, un genocidio en cámara lenta semejante, sin que el mundo llamado civilizado se diera por enterado. Cuando aparecen las primeras denuncias en Europa, por boca de pastores bautistas norteamericanos, hay una incredulidad general. Y los plumíferos alquilados por Leopoldo II actúan de inmediato en la prensa hundiendo en la ignominia a aquellos denunciantes y llevándolos ante los tribunales por calumnias.
(bastón de mando Luba)
Durante un cuarto de siglo, por lo menos, el Congo fue desangrado, esquilmado y destruido: un horror sólo comparable al Holocausto. Pero, a diferencia de lo ocurrido con el exterminio de seis millones de judíos, ninguna sanción moral comparable a la que pesa sobre los nazis ha recaído sobre Leopoldo II, al que muchos europeos, no sólo belgas, todavía recuerdan con nostalgia, como un estadista que, venciendo las limitaciones que la historia y la geografía impusieron a su país, hizo de Bélgica un país imperial. La verdad es que detrás de la behetría y las violencias en que se debate todavía ese desdichado país se delinea la mortífera sombra de ese emperador que conquistó el Congo sin disparar un solo tiro y consiguió en menos de 20 años aniquilar a por lo menos 10 millones de sus súbditos africanos.
Fuente texto y primera imagen:
Otras imágenes de cultura material de grupos de,la actual República Democrática del Congo: sitio web del Metropolitan Museum of Art
Kuba cup
http://www.metmuseum.org/toah/ho/11/sfc/ho_1978.412.541.htm
Yombe figure
http://www.metmuseum.org/toah/ho/11/sfc/ho_1996.281.htm
Luba staff
http://www.metmuseum.org/toah/ho/11/sfc/ho_1978.412.646.htm

martes, 13 de enero de 2009

El Rojas festeja 25 años - y la cultura afro?????

Recién me entero que este año el Centro Cultural Ricardo Rojas de la UBA celebra sus 25 años con una serie de festejos y actividades especiales.
Por lo que ví en las noticias, ninguna de ellas rememora que el Rojas fue uno de los dos lugares de origen de la movida afro (el otro fue el Danzario Americano, que en esa época estaba a una cuadra del centro cultural).
¿Qué tal si alguien les avisa??
¿No estaría bueno que alguien se acuerde de Yoji Sena y sus clases de capoeira, de José Acosta y la organización de las Primeras Jornadas de Arte Afroamericano (1988, con los primeros tallers abiertos de candombe dictados por Diego Bonga y Angel Acosta, justo pre-Grupo Cultural Afro), de Isa Soares y sus clases de danza afro, y de tantos otros pioneros de la enseñanza de la cultura afro en Buenos Aires?
Volveremos sobre el tema....

Sobre las actividades planeadas, ver
El Rojas celebrará 25 años con intensa programación
Entre historia y vanguardia, el Centro Rojas festeja sus 25 años

lunes, 12 de enero de 2009

El carnaval montevideano en Viva

(doble click en las imágenes para leer la nota)


La revista semanal del diario Clarín trajo este domingo una nota sobre el carnaval de Montevideo. No dice mucho que un entusiasta del tema no conozca, pero la manera en como está planteada ilustra algunas tendencias sobre cómo se habla acerca de esta festividad .

En primer lugar, confirma que, a diferencia de lo que sucedía diez o quince años atrás, la imagen que se usa para vender -o al menos para representar- el carnaval es la de las comparsas lubolas. Hace un tiempo, la manera en que se ilustraba el carnaval era con imágenes de murgas. Las murgas eran el carnaval de la ciudad -y las comparsas lubolas una suerte de aditamento menor.
Como digo en uno de mis trabajos sobre la imagen del negro en Montevideo, esto era bastante evidente en la cobertura de los medios sobre las Llamadas. Era interesante que las notas siempre eran mayores el día de las Llamadas ("hoy son las Llamadas") que el día después. Era más importante lo que significaban como evento casi mítico que como realidad. Después no se comentaba si tal grupo había tocado mejor o peor -la performance real y concreta de las comparsas no era tan importante como su representación de "una raza y una fiesta que se niegan a morir" -por qué se iban a morir? Pero en aquel tiempo eran vistas casi como un resabio del pasado, algo que desaparecería con el pasar del tiempo. La performance de las murgas, por el contrario, era el carnaval, y era objetod de comentarios y críticas en los medios. Sin duda había una mayor identificación de los periodistas con un género que con otro.
El hecho de que ahora las comparsas prevalezcan en las imágenes muestra que hubo alguna revalorización de su lugar en el carnaval -pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones. Sigue habiendo un desbalance entre la imagen y la cobertura y los comentarios escritos.
Por otro lado, quienes hayan querido ver alguna comparsa en un tablado (escenario) barrial saben que son pocas las presentaciones de estos grupos en relación a las murgas. El año pasado, en los pocos días que estuve allí, se hizo verdaderamente difícil encontrar presentaciones de comparsas en tablados, había quizás tres o cuatro por noche como mucho.
La propia nota de Viva muestra esta desparejidad. Aunque hay mayoría de fotos de comparsas casi toda la nota versa sobre las murgas. La única parte en que se habla de las comparsas es para presentar la visión muy crítica del conocido luthier y percusionista negro Lobo Nuñez, que enfatiza la comercialización del género y de las Llamadas. Tiene razón, claro. Pero esto parece ser como el fútbol. Todo el mundo se queja de la comercialización pero después van a ver los partidos de la A, pocos los de otras divisiones y nadie va a ver el picadito de la plaza.
Por último, cabe preguntarse: ¿de qué hablan las comparsas hoy en día? ¿Qué imagen del negro y de su situación actual están transmitiendo? ¿Hablan de eso o de otra cosa? ¿Para ganar popularidad, se están convirtiendo en un género cada vez más híbrido?
¿La preponderancia visual que han adquirido, es a costa de su relevancia discursiva?
Como siempre, no pretendo tener las respuestas, tan sólo plantear algunas preguntas....

Fuente: revista Viva del diario Clarín del 11 de enero de 2009.

domingo, 11 de enero de 2009

Gracias Agenda Murguera

No puedo dejar de reconocer y agradecer las palabras elogiosas que sobre este blog ha vertido Diego Robacio en el último envío de su Agenda Murguera.
Debo confesar que me alegraron y mucho me honraron, dado que me parece absolutamente destacable y único su trabajo.
Gracias a la Agenda uno sabe exactamente qué está pasando y dónde en el mundo de lo afro, de las murgas y de la música rioplatense, haciendo de esta ciudad un lugar más interesante, divertido y mejor para vivir. Tanto Agenda como Quilombo han visibilizado la movida cultural afro y al hacerlo ayudaron en mucho a la constitución y el mayor desarrollo de este campo de actividades culturales.
Además el trabajo de Diego muestra una voluntad poco común de aunar manifestaciones culturales y mostrar sus afinidades y raíces comunes –su parentesco familiar, digamos. Esto es inusual en nuestro medio donde lo normal es fomentar el tribalismo, el encierro y la sospecha por los otros culturales, aún (o más) los próximos. La regularidad y la meticulosidad de su trabajo muestra además un amor encomiable por lo que hace.
Recomendarla sería una osadía ya que supongo que quienes puedan llegar a este blog ya la conocen, pero por las dudas va la dirección web:

http://agendamurguera.wordpress.com/
Se puede recibir (gratuitamente) las noticias semanales escribiendo a:
agendamurguera@yahoo.com.ar
Por muchos años más de Agenda Murguera, indispensable para quienes estamos inmersos en la movida cultural afro y afines.
Y gracias al pai Milton de Xangô por la imagen que le robé....

sábado, 10 de enero de 2009

Dakar sin el Rally

Reconozco que no puedo entender del todo la súbita devoción de tantos compatriotas por pilotos ignotos que hasta hace poco les eran totalmente ajenos. Cuando hicieron el desfile pre-largada (o algo así) pude ver cómo muchos de mis vecinos salían a las calles para ver los camiones (no eran los coches, aunque sí debo reconocer que eran impresionantes, algo inquietamente parecidos a las máquinas todoterreno de guerra de alguna película postapocalíptica, como de una Mad Max aún no filmada, pero más relucientes…). Más que ese afán por ver los monstruos pasar -que sin duda por lo inusual era llamativo- lo curioso era ver a señores que peinaban canas sacarse fotos, como chiquilines, al lado de las máquinas cuando éstas paraban en los semáforos.
No puedo dejar de ver en este tipo de competencias –en esta específicamente- un dejo imperial: los nuevos conquistadores con sus máquinas (casi) voladoras en busca de aventuras en inhóspitos parajes del Tercer Mundo –parece que en el Primero no los hubiera suficientes. Para ello da lo mismo Dakar que Buenos Aires que Bangkok o Bogotá.
La siguiente crónica, que da cuenta de la ciudad de Dakar ahora sin su famoso rally, me parece particularmente interesante. Se añade a una serie de crónicas sobre Africa que salieron este último año en varios medios (con niveles muy dispares de etnocentrismo y prejuicios) y lleva a preguntarse qué tipo de crónica se podrá hacer de aquí a unos años en Buenos Aires si el rally continúa y luego se lo llevan en busca de mayores –o menores- aventuras.

Por Juan Pablo Meneses
Diario Crítica - revista C de los domingos, 4 de enero de 2009.

Dakar es un rally, que por estos días recorre Argentina y Chile. Dakar es un negocio, que mueve millones de dólares en auspicios y se trasmite a medio mundo. Dakar es una marca, que los consumidores de vehículos asocian a las 4x4. Y Dakar, esto parece conocerse un poco menos, es el nombre de una ciudad africana. Así se llama la capital de Senegal, y a pocos minutos de aterrizar aquí, un oficial de la aduana senegalesa deja un Dakar timbrado en mi pasaporte.
–¡Bienvenu à Dakar!
Llegué a Dakar en vuelo directo desde París. Apenas aterricé, detuve el cronómetro: mi primer trayecto entre París y Dakar duró 5 horas y 32 minutos. Menos de seis horas, arriba de un boeing de Air France, para unir las mismas dos ciudades que los pilotos de rally enlazaban en quince días cruzando dunas y desiertos. Un trayecto donde los jeep y
motos de último modelo cruzaban a toda velocidad por aldeas de hambruna, por caseríos adonde desde hace meses no llega el agua, por territorios de dictaduras feroces y mercado clandestino de esclavos. Buena parte de la fama mundial del rally París-Dakar se debe, precisamente, a eso: a lo adrenalina que vivían los competidores europeos acelerando al máximo por entre la pobreza africana.
Eso, hasta la edición 2009, en que los organizadores del rally cambiaron Dakar por Buenos Aires.
En la capital de Senegal hay casas mediterráneas, junto al mar, y el resto es arena y casas a medio construir y sol que pega en todos los ángulos posibles. El deporte popular es la lucha, pero no esa de mentira al estilo Titanes en el Ring, sino una con golpes de verdad y sangre y dientes volando: la tapa de los diarios, cada lunes, trae la foto de algún luchador levantando los brazos. Hay vendedores ambulantes por todo el centro viejo de Dakar, y hay muchos mercados: angostos, repletos, por donde caminan los pocos turistas que llegan hasta aquí.
–Aproveche, es una oportunidad histórica –dice la mujer, en uno de los callejones del Mercado Central de Dakar. Es medio-día, y el olor a pescado corre por todo el viejo edificio. Entre esos pasadizos con puestos de artesanía, verduras, especias, zapatos y tambores, está la vendedora. Lleva un largo vestidocolor esmeralda y un turbante negro. Su local es de camisetas para turistas. Tiene de equipos de fútbol europeo: del Barcelona (con todos sus colores), la última del Manchester, del Inter y del Chelsea. También vende remeras blancas con el mapa de África en el pecho: puede ser con el continente pintado negro, o con varios colores a la vez, o con un color por cada uno de los más de 50 países africanos. Hay varios modelos diferentes de camisetas con la bandera de Senegal, que tiene los colores amarillo, rojo y verde. Hay remeras con la cara de los luchadores más conocidos, en un país donde "la lutte" llena estadios, se transmite en directo por televisión. Sin embargo, la camiseta que ella ofrece como "una oportunidad histórica", no es ninguna de las anteriores.
–Cómprela ahora, que es de colección –insiste. Y ahí está ella, en mitad del Mercado Central de Dakar, desplegando una polera negra que dice en letras naranjas: "Rally Lisboa–Dakar 2008, categorie marathon".
La camiseta es histórica porque hace un año, pocos días antes de largar el "Rally Lisboa-Dakar 2008, categorie marathon", cuando estaba todo listo para iniciar la edición 30 del Dakar, la prueba fue suspendida. Todas estas camisetas, que siguen vendiendo un año más tarde, estaban pensadas para los turistas que nunca llegaron. Suspender la prueba fue un desastre, no sólo para los vendedores de camisetas. Aunque ella no lo dice, la suspensión los dejó atrapados con cajas y cajas de camisetas de una edición 2008 que nunca se corrió. Ni se volverá a correr.
–Llévela como recuerdo, ahora que el París-Dakar se va a Sudamérica– dice ella.
El fin del Dakar por tierras africanas, en beneficio nuestro, tiene más de una lectura. Los meses que siguieron a la suspensión, las principales noticias fueron trasmitidas con ojos –y por medios– occidentales. En ellas, se insistía en mostrarnos ciudades africanas sumidas en el desconsuelo por perder la competencia.
–Fue una estrategia para que se crea que es un honor que el rally se corra en tu país, pero no siempre es así. Hace mucho tiempo que hay lugares que no querían más la competencia. De hecho, la primera ciudad en deshacerse de la competencia fue París– dice el periodista senegalés Akon NGoro.
En realidad, no hacen falta muchos días en la capital de Senegal para comenzar a escuchar otras historias. Esa otra cara, que habla del rally como una máquina depredadora de paisajes vírgenes, como una tromba salpicada de accidentes y como una caravana que cruzaba el oeste de África a toda velocidad, dejando a su paso polvo, prostitución, y un gran puñado de dólares.

Hoy, como casi todos los días del año, Dakar amaneció con el cielo totalmente despejado y repleto de pájaros negros del tamaño de un gato. Después de algunos días en la ciudad uno ya se acostumbra a las familias viviendo en casas que no se han terminado de construir, en barrios donde están por llegar la luz y el agua potable, cruzando calles que están empezando a pavimentar. Dakar, como muchas otras capitales africanas, parece una ciudad habitada antes de tiempo. O como si no hubiera alcanzado el dinero para terminarla.
–Mauritania, el país donde se corrían más etapas del rally, es un país muy pobre. En Senegal la situación no es muy distinta. Y el París-Dakar, el rally París-Dakar era una caravana con mil mecánicos con dólares en los bolsillos, que se sentían dueños de las ciudades por donde pasaban. Aumentaba mucho la prostitución, incluso de niños, y los gobiernos no hacían nada porque el París-Dakar traía dinero– continúa Akon.
Akon es flaco y alto, como muchos senegaleses, y viene de pasar un tiempo en París como corresponsal. Estábamos en el bar del Novotel, uno de los dos únicos hoteles de cadenas internacionales de la ciudad. En el lobby del hotel de la cadena francesa se veían viejas obras de arte africano, mejor mantenidas y –según Akon– más valiosas que todo el patrimonio del alicaído Museo Nacional de Senegal.
En Mauritania, el país donde se corrían más pruebas del rally, los ingresos por la competencia llegaban a representar el 15 por ciento del PBI del país. Aunque en países tan pobres esa cifra no signifique casi nada.
–Se la puedo dejar en cinco dólares –dice ella, mientras de los puestos vecinos se asoman para ver si finalmente me venderá o no la camiseta del Dakar 2008.
Senegal fue colonia de Francia hasta 1960 y en el centro de la ciudad todavía se destacan importantes edificios de esa época. Casi todas las grandes empresas francesas mantienen oficinas en el país, y en la mayoría de las playas hay casas de veraneo de jubilados franceses que pasan los tres meses de invierno europeo aquí. Jean Fernán es uno de ellos. Durante la colonia trabajó como funcionario de correos en Dakar, y desde hace quince años viene de vacaciones. Está vestido con traje de baño blanco y un gorro de KTM. En una mano tiene una botella de agua y en otra un puñado de lápices:
–Todos los días salgo a repartir lápices a los niños. Se ponen felices. Con mi mujer traemos varias cajas. Aquí la gente no tiene nada, es muy pobre, pero es tan alegre, tan agradecida.
Jean me dice que la gorra de KTM se la regaló un mecánico francés, el año pasado. KTM es uno de los equipos fuertesen el rally mundial. Le hablo del nuevo Dakar, por rutas de Argentina y Chile:
–Mirá, no es que quiera hablar contra Sudamérica, pero te digo que cuando el rally se corría aquí, el cariño de la gente era impresionante. En todos los pueblos los salían a saludar,
y en las ciudades los niños corrían para ver a los pilotos. Estoy seguro de que ese cariño tan fuerte no lo van a sentir ni en Chile ni en Argentina.
Aunque en la memoria colectiva el rally sigue siendo conocido como el París-Dakar, hace muchos años que la maratón de motores que cruzaba el desierto africano no partía desde la capital francesa. Hasta 1994, la carrera fue fiel a la ruta original. En los últimos años la partida ha variado entre ciudades europeas como Granada, Marsella, Barcelona o Lisboa. Era precisamente desde Lisboa, en Portugal, de donde debía largar la versión número 30 suspendida por amenazas de terrorismo. Un par de informes de espionaje, donde se hablaba de Al Qaeda y el sabotaje a los competidores y coches bombas y posibles secuestros de pilotos, determinó la suspensión de la edición 2008 y el traslado para Sudamérica.
La prueba fue fundada en 1979 por Thierry Sabine, un piloto francés que se extravió por el desierto africano y que a partir de entonces decidió que su experiencia se tradujera en el rally más duro e inhóspito del mundo. En pocos años, el pequeño rally trazado en forma casi amateur se fue convirtiendo en la megaempresa que es hoy. Las grandes compañías de motos y autos inyectaron millones de dólares en llegar primeros a la meta, y las pérdidas publicitarias por la suspensión alarmaron a los gerentes de las empresas mucho más que a los habitantes de Dakar.
–Me gustaba verlos llegar. Era una alegría, pero que duraba muy poco. Apenas dos o tres días, y nosotros vivimos aquí todo el año. Es triste que no venga más, pero para nada nos cambiará la vida, como dicen –explicó la jefa de reservas de uno de los hoteles donde descansaban los deportistas al final de la prueba, en la zona de Ngor. A pocos metros de nosotros está el monolito con la fotografía de Thierry Sabine, que murió durante el rally de 1986 cuando se estrelló el helicóptero en el que seguía la competencia.
Senegal es conocido en el mundo por el rally París-Dakar y, en otros círculos, por ser el país de Youssou N'Dour: elcarismático músico africano que hace veinte años vino a la Argentina para el recital de Amnesty Internacional. Hoy el músico lidera una campaña para promover el microcrédito en Senegal, y el año pasado la revista Time lo nombró como una de las 100 personas más influyentes del mundo. Youssou N'Dour es alto, usa anteojos modernos y una polera que dice "Africa Work".
–No me gustaba el rally. No quiero referirme al tema de la suspensión, pero no me gustaba –dice, en una rueda de prensa de Birima, su proyecto destinado al microcrédito–. No me preocupa lo que vaya a pasar con los competidores, ni adónde se van a ir. Me preocupa la gente que perderá dinero, que perderá trabajo por el fin del rally. Quiero que esa gente que ya no tiene el rally busque nuevas alternativas de trabajo. Tenemos que llegar a ellos, y creo que si fomentamos el microcrédito, ya no vamos a tener que depender tanto de este tipo de cosas.
Hace tres años, 24 organizaciones no gubernamentales y ecologistas suscribieron e hicieron público un manifiesto donde pedían la suspensión del rally. Acusaban a la prueba de ser una millonaria comitiva publicitaria por el continente de la pobreza y criticaban el impacto para la zona de una caravana forma-da por cientos de vehículos todoterreno, especialmente arreglados para altas velocidades. Camionetas, jeeps, motos y camiones que con su cargamento de combustibles, aceites, carburantes, neumáticos y pinturas, destruían sistemas de dunas, pasaban a llevar vestigios arqueológicos y dejaban sordos a los camellos acostumbrados a la soledad del desierto.
–Es una buena compra –dice la vendedora, cuando le paso los cinco dólares, y antes de entregármela mete la polera negra del Dakar 2008 en una bolsa blanca que dice Senegal.
–¿Vendés muchas?
–Se venden, porque van a ser de colección. Pero creo que tardaré un par de años en venderlas todas.
Es un misterio qué sucederá al final del primer trazado del Dakar por Sudamérica. Aquí en Dakar, el primer rally fuera de la ciudad más bien se ignora. Para los contrarios a la competencia, su ausencia no genera mayores problemas. Para los seguidores, Dakar seguirá siendo el emblema de cualquier competidor de rally del mundo. Aunque sea un piloto amateur.
–Venimos de Costa Rica. Somos 14 amigos, que hicimos el recorrido del París-Dakar –dirá mañana Rodolfo Carboni, uno de los pilotos de una caravana amateur, con el entusiasmo de cumplir el gran sueño: llegar en moto hasta el verda-dero Dakar. Me mostrará fotos del cruce por Mauritania, las ruedas gastadas de la moto y sus manos endurecidas tras cruzar por el desierto de dunas. Me dirá que gastaron unos 15 dólares cada uno, que contrataron a un camión asistente en Italia y que hay muchos pilotos amateurs que siguen recorriendo esta ruta. Contará que él recorrió Argentina y Chile en moto, hace unos años, pero que no tiene comparación con esto. Me dirá que lo de Argentina y Chile es un paseo, y que todavía no puede creer que llegó en moto hasta la mismísima Dakar.
Mientras me lo cuente, se acercarán dos niños africanos a pedirnos dinero. Pero eso sucederá mañana, porque ahora estoy en el Mercado Central de Dakar, recibiendo una polera del Dakar 2008, mientras ella se guarda los cinco dólares y se pone a mirar de un lado a otro del pasillo, esperando que aparezca otro posible cliente, ojalá un nostálgico del rally a quien poder venderle otra de estas camisetas del último Dakar.


Texto y fotos de: http://www.criticadigital.com.ar/revistacfiles/revistac45_web.pdf

jueves, 8 de enero de 2009

8 de enero - Día del Gauchito

Como dije el año pasado, no es una referencia afroamericana pero es una fuerte preferencia personal. El Gauchito era devoto de San Baltasar (según las narrativas, lo apresan volviendo de su festejo) y de San La Muerte (de quien se dice tenía una imagen incrustada en la piel -por ello deben colgarlo y degollarlo para matarlo).
Acá con Rodrigo, el santificado cantante de cuarteto cordobés.
Las fotos son todas del altar que instaló el artista plástico Sergio Gravier en Palermo Viejo (perdón, Soho) y que pronto adquirió vida propia. Una reforma del actual (des)gobierno de la Ciudad acabó con el altar...


El mural de la calle Godoy Cruz todavía está, pero cuando usaron el predio para hacer la Casa FOA le borraron la referencia al Gauchito. Demasiado popular para el evento?