Meu cabelo afro é lindo/Mi cabello afro es lindo
Por Daniela Gomes
Daniela Gomes, foto de perfil de su blog
Cada vez que me miro en el espejo antes de salir y veo cómo peino mi pelo ahora, pienso que es muy bonito y que combina muy bien con mi estilo. Generalmente al mismo tiempo me viene a la memoria un pedazo de la música Put your records on de Corinne Bailey Rae que dice: Don't you let those other boys fool you. Gotta love that afro hairdo (no dejes que los otros chicos te engañen, tenés que amar ese peinado afro)”. Pero escoger llevar el pelo afro involucra mucho más que una simple decisión sobre alisar o no el pelo, involucra mucho más que una estética: es una aceptación de que ésta es una opción tan buena como cualquiera.
Hace algunos días vi uno de los programas de la modelo Tyra Banks, cuyo tema era “Qué es buen pelo”. Mujeres negras de diferentes edades –incluyendo niñas- narraban sus aventuras y desventuras con sus pelos y por qué usar el cabello (afro) natural no sería una cosa buena o aceptable. Escuchar las narrativas del programa me hizo pensar en mi propia relación con mi cabello y sobre el peso que colocaron sobre nosotras, mujeres negras, al crear el estigma del “pelo bueno”. Me hizo ver también que esta es una más de las particularidades compartidas por quienes son víctimas de racismo, sin importar en cual de los países de la diáspora hayan nacido.
Como cualquier otra niña negra en Brasil, fui criada bajo el estigma del “buen pelo”, o mejor, el estigma de no tener “buen pelo”. Esa fue una de las características que me hizo ver cómo mi cabello remite a mi negritud, ya que por mi piel clara supuestamente en Brasil no debería, de ninguna manera, sufrir racismo. Pero al contrario de lo que es pregonado por quienes defienden la no existencia del racismo en nuestro país, creo que ésta siempre fue una de las maneras más crueles de discriminación. De niña, mi deseo era tener pelo lacio. Sufría cuando otras niñas me cargaban y decían que mi cabello era virulana, o se rían cuando mi pelo estaba más armado. Peinar el cabello en aquella época era otro sufrimiento -aún con toda la paciencia de mi madre- ya que no había entonces en Brasil productos específicos para criaturas de cabello afro. Me acuerdo bien de enrollar toallas de baño en mi pelo y sacudir la cabeza para tirarlas hacia atrás como si fuera una cola de caballo, como hacían las niñas de cabellos lacios.
En aquel momento mi mayor sufrimiento fue no haber sido invitada como dama de honor de una persona conocida -en mi cabeza de niña de seis años, eso había sucedido por que era la única chica con “cabello malo”.
La primera vez que me alisé el pelo tenía siete años, todavía recuerdo con claridad del fuerte olor del producto -parecía una tumba abierta-. Me acuerdo aún mas de mi alegría al ver que mi pelo finalmente quedaba lacio. Pero obviamente el proceso de alisamiento es temporario, entonces después de unos meses allí estaba de nuevo mi raíz crespa obstinada en aparecer.
Desde entonces la búsqueda por mantener el cabello cada vez mas liso sólo aumentó. Pasé por la toca de yeso (una alisamiento antiguo que puede ser considerado el abuelo de la "escova progressiva") que me dio un dolor de cabeza de mas de una semana. Después volví para los alisamientos comprados en farmacia, hasta que alrededor de los 16 años descubría el alisamiento con soda caústica. Este método fue escogido por su eficacia en dejar un cabello liso y “natural” pero sus contra-indicaciones eran graves quemaduras en diferentes puntos del cuero cabelludo. Entre un alisamiento y otro mi proceso de concientización sobre la negritud aumentaba, y un dia al leer la biografía de Malcom X me di cuenta que la agresión que el había sufrido al alisarse el pelo y tener que enjuagar su cabeza en el inodoro era la misma que yo pasaba al usar un producto que tenia como principal elemento la soda caústica y que me dejaba heridas por toda la cabeza.
Sin embargo, todavía no estaba lista como para dejar mi pelo al natural, todos los años de lavado de cerebro que decían que mi pelo era feo” o malo” habían funcionado muy bien, porque no conseguía dejarlo sin el empleo de algún producto químico. Una de las razones era creer que de otra manera no podría encontrar un buen empleo –lo que infelizmente continúa siendo una realidad en Brasil.
Participante de la Noite da Beleza Negra
Después de algunos años conocí las trenzas (un tipo diferente de trenzas de las que usaba cuando era niña), el Kannekalon fue mi primer contacto con un peinado completamente afro y también mi pasaporte para la “marginalidad” del cabello.
Cuando elegí usar trenzas, me hicieron todas las preguntas posibles, desde por qué no me sacaba esa “cosa horrible” hasta si no me lavaba el pelo mientras usaba “eso”. Algunas personas inclusive se creían con el derecho a agarrarme el pelo en el subte sólo para ver de qué estaba hecho.
Pero yo amaba mis trenzas, siempre me hizo muy feliz usarlas.
En el intervalo entre un trenzado y otro, continuaba alisando mi pelo, con procesos menos agresivos, puesto que no tenía “paciencia” para dejarlo crecer al natural. Hasta que finalmente tuve el coraje de cortarme el pelo, usar las trenzas hasta el momento en que mi cabello natural estuviera del largo suficiente y cambiar las trenzas por el afro, o “black” como decimos por acá.
Esta podría ser apenas una historia más; después de todo las mujeres se cambian de peinado con facilidad, o podría ser apenas otro modismo más, pero al ver las niñas de este programa diciendo por qué no querían usar su pelo al natural, sentí mucha pena por ellas, por mí y por todas las otras chicas negras que sufrieron con eso y que todavía lo hacen.
Este no es un proceso fácil, todavía escucho muchos chistes y risas en la calle por usar mi cabello afro -muchas personas todavía no comprenden y me dicen que es feo-. Es algo más arraigado socialmente de lo que se piensa, pues el estigma del “pelo malo” es tan sutil que muchas veces ni paramos para pensar sobre eso y lo que causa en nuestras mentes.
No piensen que tengo problemas con los cabellos alisados de cualquier tipo, ni que crea que las mujeres negras podemos ser menos concientes por usarlo así. Sin embargo pienso que sí es necesario parar para pensar por qué lo hacemos, si es porque nos gusta, una opción más, o si es algo más profundo que nos hace, como niñas, querer tener el pelo liso y rubio que nunca tendremos.
Dejo esa pregunta para ustedes, y puedo afirmar que me siento libre al mirarme en el espejo y decir: yo amo mi cabello afro!
Mi traducción del original en portugués que se encuentra en:
Fuente de las fotos:
1- Blog de Daniela
2- http://www.atarde.com.br/mundoafro/?tag=noite-da-beleza-negra
3- http://revistaopa.com/concurso_beleza_negra.html
1- Blog de Daniela
2- http://www.atarde.com.br/mundoafro/?tag=noite-da-beleza-negra
3- http://revistaopa.com/concurso_beleza_negra.html
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