sábado, 31 de enero de 2009
jueves, 29 de enero de 2009
Iemanjá y el INADI
He dicho en alguna otra entrada del blog –se complica a esta altura encontrar las referencias exactas, habrá que incorporar alguna tecnología de búsqueda- que no llego a entender la política del INADI respecto a las religiones de origen afrobrasilero (o africano) en nuestro país.
Esta invitación del INADI a la “ceremonia Yemanyá” revela una vez más que a la presumible buena voluntad de sus funcionarios se le suman dosis ya repetidas de desconocimiento de la realidad local.
En primer lugar, como ya dije a raíz de otro evento, parece haber ignorancia o despreocupación por los términos propios o nativos en los cuales suelen enunciarse estos eventos. Asi, esta es una “Fiesta de” o “para Iemanjá”, o una “Ofrenda para Iemanjá”. Pero “Yemanyá” no es el nombre de la fiesta ni de la ceremonia, sino del orixá al cual se homenajea a través del evento. Seguramente cualquier pai o mae de santo podría haberles sugerido un nombre más adecuado para el evento.
Esta invitación del INADI a la “ceremonia Yemanyá” revela una vez más que a la presumible buena voluntad de sus funcionarios se le suman dosis ya repetidas de desconocimiento de la realidad local.
En primer lugar, como ya dije a raíz de otro evento, parece haber ignorancia o despreocupación por los términos propios o nativos en los cuales suelen enunciarse estos eventos. Asi, esta es una “Fiesta de” o “para Iemanjá”, o una “Ofrenda para Iemanjá”. Pero “Yemanyá” no es el nombre de la fiesta ni de la ceremonia, sino del orixá al cual se homenajea a través del evento. Seguramente cualquier pai o mae de santo podría haberles sugerido un nombre más adecuado para el evento.
En segundo lugar, por más que la celebración en Buenos Aires esté mas desparramada geográficamente que la de Uruguay o la de Salvador –los devotos ofrendan en distintas playas y localidades a diferentes horas del día- ya hay al menos dos importantes ceremonias preparadas y publicitadas hace tiempo a las cuales concurrirán un número importante de devotos.
Una es la que organiza el pai Hugo de Iemanjá en Mar del Plata (desde hace ya muchos años) y la otra la planificada por ASRAU en la ribera de Quilmes.
¿No tenía mas sentido adherir a, auspiciar o participar de alguna manera de alguna de estas celebraciones (“reales”, digamos, que la comunidad ya está realizando) que organizar una nueva? ¿No resultaría raro organizar una fiesta “INADI” del año nuevo chino, cuando ya hay una en Belgrano, o una fiesta de la Virgen de la Candelaria, cuando ya hay celebraciones organizadas por la comunidad boliviana?
¿No se robustecería o enaltecería mas la práctica religiosa afro-umbandista (invisibilizada cuando no estigmatizada o discriminada) promoviendo la presencia de representantes de otros credos en las propias fiestas afro-umbandistas más que en una organizada por el INADI?
¿No se robustecería o enaltecería mas la práctica religiosa afro-umbandista (invisibilizada cuando no estigmatizada o discriminada) promoviendo la presencia de representantes de otros credos en las propias fiestas afro-umbandistas más que en una organizada por el INADI?
Me llama la atención sobre todo, la continua promoción por parte del INADI de “eventos culturales” que más parecen llevar a una folklorización de la religión que a ayudar a la efectiva o libre práctica religiosa de sus ya miles de adeptos en nuestro país. Lo que debería buscarse no es ayudar a hacer religión en un escenario, sino disminuir la discriminación que sufren quienes la practican cotidianamente.
La estrategia de promover hechos culturales y dignificar la religión a través de “la cultura” tuvo algún éxito en Brasil –su país de origen- pero ya está mostrando sus límites aún allá. Hartos de su glorificación escénica pero de su menosprecio cotidiano como religión y de la inacción ante los constantes ataques de la Iglesia Universal del Reino de Dios, los pais y maes de santo brasiler@s se movilizan cada vez más por sus derechos ciudadanos y no por sus derechos folklóricos.
La estrategia cultural también fue probada por los propios practicantes argentinos durante más de una década – en los 90s- con réditos muy parciales.
Más que fomentar un multiculturalismo light el INADI deberia estar proponiendo estrategias efectivas contra la discriminación que sufren los afro-umbandistas en su práctica cotidiana.
Más que fomentar un multiculturalismo light el INADI deberia estar proponiendo estrategias efectivas contra la discriminación que sufren los afro-umbandistas en su práctica cotidiana.
Que quede claro que no digo esto con mala voluntad -valoro los esfuerzos del organismo- sino con ánimo de contribuir al necesario debate sobre el carácter de dichas prácticas y estrategias.
miércoles, 28 de enero de 2009
Candombe Ceremonia del Fuego
Leyendo algunos trabajos sobre candombe (re)encontré estos testimonios que merecen mayor difusión. Los dos primeros son extractos de entrevistas realizadas por la antropóloga argentina Laura López a migrantes afrouruguayos en Buenos Aires. El tercero es de una que realicé yo hace ya varios años a uno de los uruguayos que, a fines de la década de 1980, bregó por la difusión del candombe en nuestra ciudad .
No es que quienes practiquen candombe (montevideano) actualmente en Buenos Aires no sepan lo que aquí se dice –de hecho, varias de las nuevas comparsas se esfuerzan por mantener el templado con fuego, pese a los problemas que esto acarrea- pero siempre es bueno saber cómo visualizan las cosas quienes lo han practicado durante más tiempo…
A través de los distintos testimonios se evidencia una preocupación similar en enfatizar que el hecho cultural del candombe va más allá de la mera destreza percusiva y que la correcta ejecución del templado con fuego es parte ineludible del mismo.
No es que quienes practiquen candombe (montevideano) actualmente en Buenos Aires no sepan lo que aquí se dice –de hecho, varias de las nuevas comparsas se esfuerzan por mantener el templado con fuego, pese a los problemas que esto acarrea- pero siempre es bueno saber cómo visualizan las cosas quienes lo han practicado durante más tiempo…
A través de los distintos testimonios se evidencia una preocupación similar en enfatizar que el hecho cultural del candombe va más allá de la mera destreza percusiva y que la correcta ejecución del templado con fuego es parte ineludible del mismo.
Laura López le pregunta a un afrouruguayo que pertenece a la primera generación que trajo el candombe montevideano cuándo empezó a tocar:
“Yo nací en Palermo… en el mejor barrio del mundo. Y ahí aprendí el toque de candombe, de oír, de ver a todos esos grandes maestros… Y ya salía a tocar… aprendés a tocar desde colocar el bollito de papel en el fuego. El negro veterano te daba el palo para que tocaras nada más, para que abrieras el papel, porque no te dejaba tocar la lonja, el tambor, era una ceremonia. Hoy a los 50 y pico digo: era una ceremonia impagable, ver esas fogatas, esos tambores, esos monstruos grandotes –¿decir que vos vas a llegar a ellos? no!-… Esos tipos que te daban nada más el palito para que vos abrieras el palo y el tambor se templaba… Qué ceremonia! Aprendés a tocar el tambor … no se aprende a tocar el tambor por tocarlo, se aprende en la ceremonia de sentir qué es un tambor, qué es el candombe. Y bueno, cuando agarras el parche ya vas.. porque nadie te da un parche si no lo sabés tocar.. Pero lo aprendés de ahí, lo aprendes a amar al candombe –o al tambor- de esa manera. sí que puedo decir que empecé a tocar cuando empecé a tirar mi primer bollito de papel al fuego….”
“Yo nací en Palermo… en el mejor barrio del mundo. Y ahí aprendí el toque de candombe, de oír, de ver a todos esos grandes maestros… Y ya salía a tocar… aprendés a tocar desde colocar el bollito de papel en el fuego. El negro veterano te daba el palo para que tocaras nada más, para que abrieras el papel, porque no te dejaba tocar la lonja, el tambor, era una ceremonia. Hoy a los 50 y pico digo: era una ceremonia impagable, ver esas fogatas, esos tambores, esos monstruos grandotes –¿decir que vos vas a llegar a ellos? no!-… Esos tipos que te daban nada más el palito para que vos abrieras el palo y el tambor se templaba… Qué ceremonia! Aprendés a tocar el tambor … no se aprende a tocar el tambor por tocarlo, se aprende en la ceremonia de sentir qué es un tambor, qué es el candombe. Y bueno, cuando agarras el parche ya vas.. porque nadie te da un parche si no lo sabés tocar.. Pero lo aprendés de ahí, lo aprendes a amar al candombe –o al tambor- de esa manera. sí que puedo decir que empecé a tocar cuando empecé a tirar mi primer bollito de papel al fuego….”
Un afrouruguayo de más de cuarenta años, perteneciente a la segunda generación de migrantes candomberos en nuestra ciudad, le relata a L. L. una intervención en el taller de candombe de un (buen) amigo suyo:
“En un momento le pregunto: “ ¿Qué opinás sobre la desaparición del fuego, porque los chicos nuevos prácticamente no lo asocian con el candombe?”.
El me dice: “lo que pasa es que el parche de plástico es más práctico, porque hoy ya estamos en el 2000 y pico y de repente tenés que tocar en un tercer piso..”
Y yo le digo: “está bien, está bien, hay que tocar en un tercer piso, hay que hacer un laburo, eso está perfecto, pero yo hablo de candombe, ¿qué opinas de que estos chicos no asocian el fuego con el candombe?… Vos tenés que laburar, te contrataron para hacer un show, vas al tercer piso, está perfecto, sos un músico, yo también lo puedo hacer, pero yo te hablo de candombe…. “
Y el me dice: “yo hablo puramente de ritmo, de técnica…”
Le respondo: “Ah, bueno, entonces no estamos hablando de candombe o sea, de la historia del fundamento del candombe en todo el sentido de la palabra, estamos hablando de ritmo y de técnica y nada mas….”
“En un momento le pregunto: “ ¿Qué opinás sobre la desaparición del fuego, porque los chicos nuevos prácticamente no lo asocian con el candombe?”.
El me dice: “lo que pasa es que el parche de plástico es más práctico, porque hoy ya estamos en el 2000 y pico y de repente tenés que tocar en un tercer piso..”
Y yo le digo: “está bien, está bien, hay que tocar en un tercer piso, hay que hacer un laburo, eso está perfecto, pero yo hablo de candombe, ¿qué opinas de que estos chicos no asocian el fuego con el candombe?… Vos tenés que laburar, te contrataron para hacer un show, vas al tercer piso, está perfecto, sos un músico, yo también lo puedo hacer, pero yo te hablo de candombe…. “
Y el me dice: “yo hablo puramente de ritmo, de técnica…”
Le respondo: “Ah, bueno, entonces no estamos hablando de candombe o sea, de la historia del fundamento del candombe en todo el sentido de la palabra, estamos hablando de ritmo y de técnica y nada mas….”
En una entrevista (a fines de los 80s), un candombero uruguayo me dice:
“En Montevideo (a diferencia de Brasil donde todos usan plástico y tensores) todavía hay que hacer fuego… Para toda la gente va más allá, está mucho en la ceremonia… Se respeta, cada uno está templando su tambor… aquella cabeza, aquella energía en las templadas, sentís aquella energía. Acá ya a veces algunos dejan el tambor al lado del fuego y se sientan en la vereda, y lo dejan que se temple solo... Allá en Montevideo esas mismas personas no se permitirían esas cosas…”
“En Montevideo (a diferencia de Brasil donde todos usan plástico y tensores) todavía hay que hacer fuego… Para toda la gente va más allá, está mucho en la ceremonia… Se respeta, cada uno está templando su tambor… aquella cabeza, aquella energía en las templadas, sentís aquella energía. Acá ya a veces algunos dejan el tambor al lado del fuego y se sientan en la vereda, y lo dejan que se temple solo... Allá en Montevideo esas mismas personas no se permitirían esas cosas…”
Fotos: Alejandro Frigerio, Llamada del 1/1/2009 en Buenos Aires
Candombe (2)
Hola Alejandro, cómo andás. Muy interesante los relatos en contrapunto acerca del parche cuero/plástico y su respectiva tensión fuego/tornillos, entre ejecutantes de candombe al estilo uruguayo de generaciones diferentes entre sí.
Como músico (¿recordás que toco la gaita gallega?), nos pasó lo mismo en el reemplazo de la caña en las dos lengüetas con la “revolución del plástico” de los ’70 y ’80. Las causas las mismas (complicaciones para afinar, inexperiencia de los novatos, mantenimiento en el tiempo de ejecución una vez afinadas). Las diferencias en la calidad del sonido eran quizá, menos notorias, pero la caña siempre suena mejor y los buenos gaiteros nunca cedieron. Hoy las lengüetas de plástico casi nadie las usa y todo el mundo volvió “a la antigua”, paciencia y calidad mediante.
Mi comentario tiene que ver con la naturalización de ciertos conceptos nativos en nuestro discurso antropológico, que como seres humanos y sensibles a la pasión de lo que estudiamos (que es buena parte de nuestra vida) entiendo que a veces se nos escapan.
Si hacemos en experimento ficcional y situamos tu diálogo digamos, a mitad del siglo XIX, la pregunta tecnológica/simbólica no hubiera sido sobre el uso del plástico -porque no existía- sino por el material del cuerpo del instrumento. Ficcionemos:
Antropólogo: ¿Pero ustedes tocan tambores hechos con barriles usados, que transportaban alimentos?
Como músico (¿recordás que toco la gaita gallega?), nos pasó lo mismo en el reemplazo de la caña en las dos lengüetas con la “revolución del plástico” de los ’70 y ’80. Las causas las mismas (complicaciones para afinar, inexperiencia de los novatos, mantenimiento en el tiempo de ejecución una vez afinadas). Las diferencias en la calidad del sonido eran quizá, menos notorias, pero la caña siempre suena mejor y los buenos gaiteros nunca cedieron. Hoy las lengüetas de plástico casi nadie las usa y todo el mundo volvió “a la antigua”, paciencia y calidad mediante.
Mi comentario tiene que ver con la naturalización de ciertos conceptos nativos en nuestro discurso antropológico, que como seres humanos y sensibles a la pasión de lo que estudiamos (que es buena parte de nuestra vida) entiendo que a veces se nos escapan.
Si hacemos en experimento ficcional y situamos tu diálogo digamos, a mitad del siglo XIX, la pregunta tecnológica/simbólica no hubiera sido sobre el uso del plástico -porque no existía- sino por el material del cuerpo del instrumento. Ficcionemos:
Antropólogo: ¿Pero ustedes tocan tambores hechos con barriles usados, que transportaban alimentos?
Nativo: Sí, es más cómodo, no hay que estar cavando troncos, que da mucho trabajo, acá ya te viene la forma hecha, le clavás un cuero y ya está.
Antropólogo: Claro, pero yo te digo por los rituales de construcción de un tambor en tanto comunicación con la naturaleza, el pedir permiso al árbol para talarlo, el manejo del hacha y su simbología religiosa, la comunicación con los ancestros a través de la reverberancia de un objeto natural.
Nativo: Sí, pero esto es más práctico, más barato y da menos trabajo. Si suena igual.
Sabemos que los tambores de candombe del estilo uruguayo y los del estilo porteño hoy se tocan ya no usando barriles (porque la tecnología mercantilista los ha dejado de fabricar, también, valga paradoja, porque son obsoletos, caros y problemáticos, reemplazándolos por plástico o metal) pero si a la usanza de los barriles, con duelas. Ya nadie recuerda en Uruguay cómo sería el toque con tambores enterizos. Acá con la comparsa de Bakongo hicimos la experiencia de fabricar nuestros tambores de tronco -ideales para la marcha- y no sólo la experiencia fue maravillosa, sino que el sonido no tiene nada que ver, y no te digo que empezamos a ver mal después a los de duela, pero por ahí…
Moraleja: la tecnología siempre media entre el músico y el instrumento musical. El músico hecha mano a lo que tiene más cerca, es más barato y es más práctico, y generalmente a expensas de la tradición e incluso, paradójicamente, de la calidad del sonido. Ese es su problema, no el nuestro.
Romantizamos el uso del fuego en el templado porque ellos lo romantizan y depositan carga de sentido existencial en ello, por tanto tiempo que lousaron. Nosotros acusamos recibo. Pero de la revolución tecnológica anterior, el reemplazo del cuerpo enterizo en madera cortada y excavada primero por un barril de aceitunas, yerba (o lo que fuere) y la fabricación de cuerpos con duelas, ya nadie se queja ni se lamenta ni se lo extraña. Digamos que esa revolución fue un éxito y la del parche de plástico a medias.
No quiero extenderme más, porque es un blog, seguimos en el debate.
Atte. Pablo Cirio.
Sabemos que los tambores de candombe del estilo uruguayo y los del estilo porteño hoy se tocan ya no usando barriles (porque la tecnología mercantilista los ha dejado de fabricar, también, valga paradoja, porque son obsoletos, caros y problemáticos, reemplazándolos por plástico o metal) pero si a la usanza de los barriles, con duelas. Ya nadie recuerda en Uruguay cómo sería el toque con tambores enterizos. Acá con la comparsa de Bakongo hicimos la experiencia de fabricar nuestros tambores de tronco -ideales para la marcha- y no sólo la experiencia fue maravillosa, sino que el sonido no tiene nada que ver, y no te digo que empezamos a ver mal después a los de duela, pero por ahí…
Moraleja: la tecnología siempre media entre el músico y el instrumento musical. El músico hecha mano a lo que tiene más cerca, es más barato y es más práctico, y generalmente a expensas de la tradición e incluso, paradójicamente, de la calidad del sonido. Ese es su problema, no el nuestro.
Romantizamos el uso del fuego en el templado porque ellos lo romantizan y depositan carga de sentido existencial en ello, por tanto tiempo que lousaron. Nosotros acusamos recibo. Pero de la revolución tecnológica anterior, el reemplazo del cuerpo enterizo en madera cortada y excavada primero por un barril de aceitunas, yerba (o lo que fuere) y la fabricación de cuerpos con duelas, ya nadie se queja ni se lamenta ni se lo extraña. Digamos que esa revolución fue un éxito y la del parche de plástico a medias.
No quiero extenderme más, porque es un blog, seguimos en el debate.
Atte. Pablo Cirio.
Candombe (3)
En realidad lo que me habia llamado la atención de los testimonios, sobre todo del primero, y me pareció que los otros dos lo reconfirmaban -de manera algo mas oblicua- no era el tema de la bondad de una “tecnología” tradicional sobre otra “moderna”, sino el énfasis en el candombe y el templado como algo que va mas allá de la mera técnica. En que el aprendizaje del candombe era un hecho cultural y no “meramente” musical; que comienza desde que uno participa desde niño tirando bollitos al fuego. Con estas selecciones de testimonios (arbitrarias, justo estaba leyendo trabajos al respecto y me llamó la atención la coincidencia) quería llamar la atención hacia el aprendizaje y la socialización dentro de determinados valores e identidades como un proceso que va más allá de lo estrictamente musical (tocar un instrumento, esté hecho de lo que fuere) y que tiene que ver con lo comunitario, con que el antes y el después es tan importante como el toque. Todo el “antes” (la participación comunitaria durante el templado, hasta la concentración en lo que se va a hacer, como sugiere el tercer testimonio) se pierde si es sólo llegar y tocar.
Los testimonios para mí resuenan contra el trasfondo de lo argumentado en la tesis de maestría en la UnB de Luis Ferreira (demasiado larga para citar y que precisaría ser publicada, ya!) que muestra bien como en Montevideo –para el caso de los afrouruguayos, al menos- aprender a ser tamborero no significa sólo aprender a ser un músico sino también aprender a ser hombre y parte de una determinada comunidad. Aprendiendo a tocar el tambor uno aprende a ser hombre y afrouruguayo (y de un determinado barrio) -poniendo sus argumentos algo más sofisticados de una manera sencilla. De ahí el énfasis en las fotos en la presencia de los niños durante el templado.
Está claro que acá en Buenos Aires hay un divorcio entre aprender una habilidad musical y la construcción de identidades de género y étnicas. Sin embargo veo también que hay grupos nuevos que aprecian concientemente el templado como una forma de socialización, de creación de communitas –por más que les traiga problemas con la policía o con quien sea. Sin duda que la socialización que se produce a través de este momento es diferente de la que sucede en los barrios Sur o Palermo. Pero también aquí, a través de este aprendizaje musical entendido de manera más extensa se están redefiniendo identidades (de una manera que todavía debe ser mejor entendida).
La idea de poner esos testimonios no era tanto sugerir que “el tambor suena mejor templado con fuego” sino que (según sugieren los textos) “el templado con fuego crea comunidad, socialización, tiempo compartido antes de tocar”. Lo que quería resaltar (de manera no explícita, no quiero hacer docencia sino aportar materiales que sirvan para pensar, para el rumbo que sea) es que los tensores o el parche de plástico pueden sonar igual, mejor o peor pero sin duda no contribuyen a este proceso porque no precisan el “antes”.
Lo que cambia con distintas formas de aprendizaje (tradicionales vs más académicas) no es tanto lo tecnológico sino (todo) lo que se aprende: en un caso principalmente (sólo) destrezas musicales, en otro también cosas que tienen que ver con el lugar de uno en una comunidad, en una ciudad, en el mundo….. No creo que eso sea romantizar, es nada más que usar la imaginación antropológica para ver que detrás de un tambor y las distintas maneras de ejecutarlo, hay bastante más que un instrumento musical –cosa que como etnomusicólogo sabés bien. Los “nativos” también lo saben y lo remarcan….. muchos de quienes lo están aprendiendo, quizás no…. Para los que sí, quizás les pueda servir para reforzar sus convicciones.
Sin esencializar, sí pienso que hay distintos niveles de profundidad simbólica en los elementos culturales: no es lo mismo un parche de plástico que no es más que algo que sirve para tocar de determinada manera que, por ejemplo, uno de cuero que debe ser “alimentado” o sacralizado con sangre para que, como en el caso de los batá cubanos, posean aña y puedan, efectivamente, llamar a los orichas. El tambor del candombe, sin ser religioso, está sin duda cargado de una fuerte sacralidad –por los múltiples significados que quienes lo emplean le atribuyen y que como símbolo, condensa. Si pasa a ser sólo otro elemento percusivo en una tienda de música, bueno, sí veo eso como una pérdida….
Habiendo realizado este apelo a la imaginación antropológíca –de la que no me puedo librar- aclaro, sin embargo que no intento hacer “antropología” con el blog, para eso están mis publicaciones académicas. Acá opino como un entusiasta, por más que, claro, no me puedo sacar el antropólogo de adentro. Como entusiasta, opino, critico, pongo fotos y testimonios de un espectro de opinión o de otro. No pretendo ser coherente. A veces puedo ser más tradicionalista, a veces no. La idea es poner datos y argumentos allá afuera que puedan ayudar a comprender mejor la variedad, riqueza y profundidad de la(s) cultura(s) afroamericana(s).
Los testimonios para mí resuenan contra el trasfondo de lo argumentado en la tesis de maestría en la UnB de Luis Ferreira (demasiado larga para citar y que precisaría ser publicada, ya!) que muestra bien como en Montevideo –para el caso de los afrouruguayos, al menos- aprender a ser tamborero no significa sólo aprender a ser un músico sino también aprender a ser hombre y parte de una determinada comunidad. Aprendiendo a tocar el tambor uno aprende a ser hombre y afrouruguayo (y de un determinado barrio) -poniendo sus argumentos algo más sofisticados de una manera sencilla. De ahí el énfasis en las fotos en la presencia de los niños durante el templado.
Está claro que acá en Buenos Aires hay un divorcio entre aprender una habilidad musical y la construcción de identidades de género y étnicas. Sin embargo veo también que hay grupos nuevos que aprecian concientemente el templado como una forma de socialización, de creación de communitas –por más que les traiga problemas con la policía o con quien sea. Sin duda que la socialización que se produce a través de este momento es diferente de la que sucede en los barrios Sur o Palermo. Pero también aquí, a través de este aprendizaje musical entendido de manera más extensa se están redefiniendo identidades (de una manera que todavía debe ser mejor entendida).
La idea de poner esos testimonios no era tanto sugerir que “el tambor suena mejor templado con fuego” sino que (según sugieren los textos) “el templado con fuego crea comunidad, socialización, tiempo compartido antes de tocar”. Lo que quería resaltar (de manera no explícita, no quiero hacer docencia sino aportar materiales que sirvan para pensar, para el rumbo que sea) es que los tensores o el parche de plástico pueden sonar igual, mejor o peor pero sin duda no contribuyen a este proceso porque no precisan el “antes”.
Lo que cambia con distintas formas de aprendizaje (tradicionales vs más académicas) no es tanto lo tecnológico sino (todo) lo que se aprende: en un caso principalmente (sólo) destrezas musicales, en otro también cosas que tienen que ver con el lugar de uno en una comunidad, en una ciudad, en el mundo….. No creo que eso sea romantizar, es nada más que usar la imaginación antropológica para ver que detrás de un tambor y las distintas maneras de ejecutarlo, hay bastante más que un instrumento musical –cosa que como etnomusicólogo sabés bien. Los “nativos” también lo saben y lo remarcan….. muchos de quienes lo están aprendiendo, quizás no…. Para los que sí, quizás les pueda servir para reforzar sus convicciones.
Sin esencializar, sí pienso que hay distintos niveles de profundidad simbólica en los elementos culturales: no es lo mismo un parche de plástico que no es más que algo que sirve para tocar de determinada manera que, por ejemplo, uno de cuero que debe ser “alimentado” o sacralizado con sangre para que, como en el caso de los batá cubanos, posean aña y puedan, efectivamente, llamar a los orichas. El tambor del candombe, sin ser religioso, está sin duda cargado de una fuerte sacralidad –por los múltiples significados que quienes lo emplean le atribuyen y que como símbolo, condensa. Si pasa a ser sólo otro elemento percusivo en una tienda de música, bueno, sí veo eso como una pérdida….
Habiendo realizado este apelo a la imaginación antropológíca –de la que no me puedo librar- aclaro, sin embargo que no intento hacer “antropología” con el blog, para eso están mis publicaciones académicas. Acá opino como un entusiasta, por más que, claro, no me puedo sacar el antropólogo de adentro. Como entusiasta, opino, critico, pongo fotos y testimonios de un espectro de opinión o de otro. No pretendo ser coherente. A veces puedo ser más tradicionalista, a veces no. La idea es poner datos y argumentos allá afuera que puedan ayudar a comprender mejor la variedad, riqueza y profundidad de la(s) cultura(s) afroamericana(s).
Candombe (4)
Comentario (2) de Pablo Cirio:
No quiero abusar de la generosidad que da el participar en un blog, pero repensando lo que dije a la luz de tu respuesta, Alejandro, lo que veo es que me salió el (Marvin) Harris que todos los antropólogos llevamos dentro. Aunque no sea santo de mi devoción al realizar análisis, pues prescinde de toda explicación de corte simbólica (mis preferidas), creo que aquí sí es aplicable pues el caso planteado crea en los nativos un dilema costo/beneficio que se opera, justamente, a expensas de lo simbólico y el espacio de communitas que genera. Con el ejemplo ficcional que di pretendí problematizar otro dilema pasado, y de cuya resolución ganó la comodidad tecnológica (emplear barricas usadas) por sobre la simbólica (tocar con tambores hechos a mano ahuecando troncos), y el candombe rioplatense siguió andando. Ni ellos ni los antropólogos se preocupan ya.
No es por porfiarte, pero después de todo la sesión de calentamiento de tambores es un medio, no un fin, o sea que siempre hay un algo más, esto es, un compartir social a través de una práctica musical. Esa es la meta, lo anterior, contexto creado ad hoc ante una necesidad puntual.
Atte. Pablo Cirio.
No es por porfiarte, pero después de todo la sesión de calentamiento de tambores es un medio, no un fin, o sea que siempre hay un algo más, esto es, un compartir social a través de una práctica musical. Esa es la meta, lo anterior, contexto creado ad hoc ante una necesidad puntual.
Atte. Pablo Cirio.
Candombe (5)
Pablo: Claro que esperaba una respuesta tuya!. Pongo los comentarios en el cuerpo del blog porque supongo que como hay muchos candomberos el debate puede (espero) interesar. Es cierto que las formas culturales cambian y un cierto número de años después, a nadie le importa demasiado, salvo a los antiguos practicantes que puedan sobrevivir. Sin embargo, como suelo decir, no hay que descuidar las variables de raza y clase que intervienen y que suelen llevar los cambios en una dirección determinada -a la imposición de algunos saberes y racionalidades sobre otros/as-. Las relaciones de poder asimétricas entre los grupos hacen que la posibilidad de elecciones, ya sea entre lo "técnico" y lo "simbólico", entre lo propio y lo ajeno, entre mostrar y ocultar, no sean inocentes ni tan autónomas. Fue probablemente una serie de este tipo de decisiones lo que llevó a la casi desaparición del candombe argentino.
En tu ejemplo, no sabemos si los “nativos” coincidían con la explicación “densa” del antropólogo. En el mío, son ellos los que enfatizan la importancia extra-musical del templado -análisis profundo de Ferreira aparte. Me parece por lo tanto importante rescatar la visión “tradicionalista”, que por otro lado también es reivindicada por varios de los practicantes nuevos. Para muchos ya no hay una disyuntiva tan drástica entre parche de plástico o de cuero (usan cuero, directamente) o la arreglan con cuero-tensores y templado (una interesante salida por arriba del laberinto). Templan como un compromiso conciente y expreso -por más que les trae problemas con quienes controlan el espacio público, prefieren pagar ese costo extra. Pero muchos también tienen los tensores por si se hace imposible templar.
El caso del candombe me parece sumamente interesante porque si bien para mí no hay religión, sí hay un sagrado secular que se está expresando de manera muy fuerte, dada la densidad/intensidad simbólica investida en los tambores. El tambor es, actualmente, el símbolo condensador de la cultura y la identidad afrouruguaya. Quizás no siempre fue así -a lo mejor antes había más elementos que pudieran cumplir esta función- pero en nuestros días tomó este rol preponderante y por eso las eternas discusiones y peleas (frecuentemente físicas) sobre cómo tocar y cómo hacer las cosas correctamente.
Me gustaron los testimonios porque creo que evidencian justamente una idea diferente sobre la relación medios-fines. En la visión de los practicantes, el templado sí parece ser un fin en sí mismo, ya que de lo contrario no tenemos candombe –como hecho cultural total- tendríamos apenas música.
Tomando una perspectiva más abarcativa, tanto el antes como el durante como el después son todos medios a los fines de la creación de identidades étnico-raciales y de género. Esto es una manera antropológica de ponerlo, pero me parece que este es el big picture al que apuntan o hacen referencia, implícitamente, los practicantes cuando hablan del fundamento del candombe.
Claro que este es un análisis de entusiasta, inspirado en parte por la lectura (no sé que tan fiel) del trabajo de Luis Ferreira. Tampoco hice tanto trabajo de campo con estos aspectos del candombe como para afirmar algo taxativamente. Pero con que se hayan movido algunas neuronas con este pequeño debate me doy por satisfecho….
En tu ejemplo, no sabemos si los “nativos” coincidían con la explicación “densa” del antropólogo. En el mío, son ellos los que enfatizan la importancia extra-musical del templado -análisis profundo de Ferreira aparte. Me parece por lo tanto importante rescatar la visión “tradicionalista”, que por otro lado también es reivindicada por varios de los practicantes nuevos. Para muchos ya no hay una disyuntiva tan drástica entre parche de plástico o de cuero (usan cuero, directamente) o la arreglan con cuero-tensores y templado (una interesante salida por arriba del laberinto). Templan como un compromiso conciente y expreso -por más que les trae problemas con quienes controlan el espacio público, prefieren pagar ese costo extra. Pero muchos también tienen los tensores por si se hace imposible templar.
El caso del candombe me parece sumamente interesante porque si bien para mí no hay religión, sí hay un sagrado secular que se está expresando de manera muy fuerte, dada la densidad/intensidad simbólica investida en los tambores. El tambor es, actualmente, el símbolo condensador de la cultura y la identidad afrouruguaya. Quizás no siempre fue así -a lo mejor antes había más elementos que pudieran cumplir esta función- pero en nuestros días tomó este rol preponderante y por eso las eternas discusiones y peleas (frecuentemente físicas) sobre cómo tocar y cómo hacer las cosas correctamente.
Me gustaron los testimonios porque creo que evidencian justamente una idea diferente sobre la relación medios-fines. En la visión de los practicantes, el templado sí parece ser un fin en sí mismo, ya que de lo contrario no tenemos candombe –como hecho cultural total- tendríamos apenas música.
Tomando una perspectiva más abarcativa, tanto el antes como el durante como el después son todos medios a los fines de la creación de identidades étnico-raciales y de género. Esto es una manera antropológica de ponerlo, pero me parece que este es el big picture al que apuntan o hacen referencia, implícitamente, los practicantes cuando hablan del fundamento del candombe.
Claro que este es un análisis de entusiasta, inspirado en parte por la lectura (no sé que tan fiel) del trabajo de Luis Ferreira. Tampoco hice tanto trabajo de campo con estos aspectos del candombe como para afirmar algo taxativamente. Pero con que se hayan movido algunas neuronas con este pequeño debate me doy por satisfecho….
lunes, 26 de enero de 2009
jueves, 22 de enero de 2009
Obama
El pasado domingo 18 de enero el suplemento Radar del diario Página 12 le dedicó su tapa a Barack Obama y varias páginas a analizar el fenómeno social y cultural que representa. Reproduzco tres de las seis notas, que brindan una mirada novedosa que excede la política -en el último caso, la norteamericana, al menos, ya que lo compara con sus colegas locales.
OBAMA - MARTIN LUTHER KING
Nadie conoce mi nombre
Por Sergio Kiernan
Barack Obama no es Martin Luther King. Barack Obama habló como Martin Luther King durante la campaña porque el viejo pastor asesinado es recordado como un visionario de la unidad, un actor positivo, y todo político quiere parecer visionario y positivo. Pero en cuanto se descuida, en cuanto lo chucean, lo buscan y lo encuentran, Obama muestra que si tiene un tótem es el escritor James Baldwin. El complicado, tortuoso, homosexual, perceptivo Baldwin. El escritor negro que habló y habló del cuerpo.
Ya sabemos que Obama tiene una identidad complicada: es mulato –palabra inexistente en Estados Unidos, que lo considera simplemente negro–, hijo de un negro extranjero y una blanca norteamericana. Se crió en Hawai, el estado más lejano y el que tiene su propia etnia melanesia. Fue tempranamente abandonado por su padre africano y criado por una familia blanca y básicamente de mujeres. De esta rica sopa salió un abogado y un político que absorbió como una esponja los ’60 y los ’70, y entendió que para lograr ciertas cosas hay que ser complicado.
Por ejemplo, para ser el primer presidente negro en la historia de un país incapacitado de dejar cosas atrás. Mudarse a Estados Unidos impone aprender ciertas cosas: que uno es blanco, que otros no lo son, que de acuerdo con la cara de cada uno se termina de latino, de “europeo”, de asiático. Los argentinos sabemos terminar de “latinos” con apellido eslovaco o de “europeos” con apellido español. La imaginación no alcanza para entender lo que debe ser nacer metido en estos corrales mentales.
Cuando se empezaron a tomar en serio a Obama, los norteamericanos tuvieron dos reacciones. La primera fue decir que no era “suficientemente negro”. El tipo es un profesor de Derecho constitucional que se viste bien, es próspero, educado y elegante, y –muy importante en el mundo de habla inglesa– tiene un acento blanco. Obama era un tío Tom, un “coco”: negro por fuera y blanco por dentro. Esta reacción tuvo poca tracción porque cada vez que alguien veía a Obama, en vivo, en una foto, en televisión, al final lo que veía era un negro. Y los negros entendieron al toque que eso era lo único relevante. Así se llegó a la segunda reacción: que era demasiado negro. Por la corrección política del país, no se lo dijeron en la cara y usaron una comba, la de acusar a su pastor de Chicago de ser un nacionalista negro, un revolucionario resentido. Obama, que por años fue cada domingo a esa iglesia, quedaba pegadito por asociación con un fiero predicador que le echaba en cara los pecados al país.
El 8 de marzo del año pasado, Obama contestó este ataque con un discurso que prácticamente le ganó la elección y dejó a Hillary Clinton casi en la gatera. Y lo que hizo Obama fue no correr a cubrirse, no repudiar lo que decía su pastor y piensan tantísimos negros. Lo que hizo fue complicar las cosas.
Obama habló de su cuerpo y el de los suyos, explicando que él tiene sangre de africanos y de esclavistas, que su mujer tiene sangre de esclavos y de esclavizadores, que sus amadas hijitas tienen todas estas sangres. Obama explicó que en su iglesia se junta la madre desempleada con el médico, el adicto con el comerciante, el resentido con el trabajador, y que todos son su comunidad, su gente. Obama contó que en su templo “está toda la amabilidad y la crueldad, la inteligencia brillante y la ignorancia que choca, las luchas y los triunfos, el amor y, también, la amargura que forman la experiencia negra en Estados Unidos”. Y Obama contó que su abuela adorada, que lo amó como sólo te puede amar una abuela que te ama, era una señora que les tenía miedo a los hombres negros que paraban en la esquina y a veces usaba calificativos fáciles de imaginar. Y que lo hacía cuando llevaba de la mano a su nietito negro.
James Baldwin hubiera escrito varias novelas con este Obama. También hubiera dado una fiesta para conmemorar que su país, al que amaba y odiaba, se había movido de donde lo dejó en sus ensayos de los años ’60 y ’70, ensayos con nombres terribles como “Nadie conoce mi nombre” o “La próxima vez, el fuego”. Esta furia contradictoria y creativa la comparten Baldwin y Obama. Ya resultó en algunos de los libros más perceptivos e inteligentes que se hayan visto. Esperemos que también resulte en una política menos tonta, maniquea, más sutil.
En 2007, el senador Obama apareció en cueros en la sección “Beach Babes” (algo así como “Chongos playeros”) de la revista People, al lado de otros blancos de babeo femenino como Hugh Jackman. Se temió que las fotos dañaran su imagen pública: ya el demócrata Kerry había tenido que dar explicaciones por su remerita pegada al cuerpo mientras hacía windsurf, y se pensó que la exposición del cuerpo de Barack podía ser fatal para un político joven cuyo punto débil (o eufemismo favorito para quienes evitaban la palabra negro) sería la falta de experiencia.
Pero la historia del frenesí obámico recién empezaba, y la primera prueba hercúlea que testeó la fiereza de su encanto fue el combate contra la brava Hillary Clinton, su león de Nemea. Atlético como Muhammad Alí, elegante como Steve McQueen, Obama peleó como un caballero (y eso que Hillary no fue una dama) y descolló en la invención de un nuevo tipo de show político, que supo tener en vilo a una audiencia cautiva que rebasaba los tironeos del electorado. Obama rompía las casillas demográficas, era inexplicable y mesiánico. En su voz de ritmo yámbico resonaba el estilo directo del hip hop y la retórica de los cicerones; en su piel de chocolate se condensaban aspectos impensables, como la lucha de las minorías rezagadas y el culto de los dioses paganos de Hollywood. Era una nueva encarnación de esa fantasía yanqui que Norman Mailer catapultó cuando llamó al casamiento de Marilyn Monroe y Arthur Miller “la unión del Gran Cuerpo y la Gran Mente americanos”. El cuerpo de Obama era el símbolo que espejaba todas las esperanzas y los deseos.
Hijo de una unión mixta, como la que contrajeran el divino Zeus con la ninfa Tetis, la promesa de Obama prendió fuego en el sistema de excitaciones psicopolíticas más allá de la nación. Mimado de la prensa mundial y de la multitud de nicks que pueblan Internet, la guerra electoral local tenía un príncipe global a quien adorar con la nueva pleitesía web2.0, en videos, tributos y blogs. Obama baila hip hop en el programa de Ellen de Generes (visto cinco millones de veces); la pulposa “Obamagirl” baila y canta baladas de amor por Barack; por estos lares se organiza el Comité Obamagirls Argentina, que desparrama bombachas Obama por la causa; Obama habita remeras y stencils con el sombreado que Warhol diseñó para sus Marilyn.
Atractor de todos los ojos, Obama podía seducir y manejar la atención ya entrenada por el dispositivo democrático yanqui, Hollywood, y su sistema de realeza conforme al sueño americano. Como Marilyn, su cuerpo es el símbolo pop que cataliza las fantasías; como ella, es el glamour que se proyecta sobre una leyenda política, John F. Kennedy. Es la fantasía del cuerpo que está al lado de Kennedy, el chico de elite, la eugenesia imaginaria que le aporta glamour y calidad de estrella. Como ese matrimonio de Marilyn soñado por Normal Mailer, Obama casa en un solo giro el cuerpo de los bellos y los desplazados, y la mente de la política, que rige los destinos de los hombres. El cuerpo de Obama soberano era una mutación política de Marilyn: del pop de Marilyn a la fuerza de la política.
El Terminator que gobierna California, Schwarzenegger (segundo de la línea Reagan en capitalizar el estrellato de Hollywood en política) dijo que Barack era muy flacucho (skinny boy) para derrotar al veterano McCain. Obama, que va al gym 6 veces a la semana, sigue siendo fotografiado en malla por las playas de Hawaii y, por ahora, su cuerpo alcanza para reflejar el sueño pop del cuerpo político deseable (ya veremos cómo resuelve su mente educada en Harvard dos guerras y una megarrecesión). Un cuerpo posmoderno, donde todas las referencias conviven pacíficas bajo el máximo laurel de calidad contemporáneo: la belleza, más fuerte que las distancias raciales, sociales y políticas.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/subnotas/5053-862-2009-01-21.html
Como político, Obama tiene un poco de todo y por eso en distintos momentos me hace acordar a Kirchner, a Macri y al Perón que me tocó vivir, el que volvió de España. Me hace acordar a Perón sobre todo por la mística y por la habilidad para construir poder, cooptando a grupos de interés muy diversos y hasta enfrentados. En la carpa de Obama conviven operadores de Wall Street, punteros del aparato de Chicago, con ex guerrilleros marxistas y predicadores que justifican el 9-11. Como Perón, Obama no tiene piedad con sus enemigos y no tiene problemas en cambiar de postura con tal de ganar. Como Perón, Obama concibe la política como un acto de equilibrismo entre sectores en pugna y no le molesta negociar por debajo de la mesa con los que critica en público. El norteamericano no tiene descamisados, pero tiene una red inmensa de voluntarios e interesados que desde que empezó la campaña hasta hoy reciben mails, al menos una vez por semana, que siempre empiezan con el mismo encabezado. “Usted, que ha ayudado a crear un movimiento grassroot sin precedentes...” Movimiento grassroot quiere decir “movimiento de base”, o más literalmente, “surgido del pasto y las raíces”. O sea, desde la profundidad y desde la superficie. Y es cierto: en esta campaña, Obama llenó estadios y juntó colaboraciones de millones de donantes anónimos como nunca jamás nadie lo había hecho en Estados Unidos. El tema de la mística no es habitual para la política estadounidense, dominada por una aceitada maquinaria que deja poco espacio para movimientos personalistas. Por eso, por momentos me hace acordar al Perón del ’73, ese que llegó para hacer historia, para terminar con la gran crisis que entonces aquejaba al país.
Pero, claro, Obama no tiene ni la historia ni el protagonismo ni la acumulación de aciertos y errores que forjó Perón en medio siglo de actuación pública. Es una cara nueva. Joven, ganador, simpático. Es moderno. Juega al golf. Usa Internet. Veranea en Hawai. Tiene asesores que le diseñan frases pegadizas como “Sí se puede”, o “No hay estados rojos y estados azules sino los Estados Unidos de Norteamérica”. Dice que no importan las ideologías sino aportar soluciones para los problemas de la gente. Dice que viene a cambiar la vieja cultura política. Tiene arrastre entre los jóvenes, especialmente los que asisten a universidades privadas, pero también llegada a los sectores populares en gran parte porque no reniega de su condición de negro.
En eso me recuerda a Macri: la computación, la nueva política, el recambio generacional, el discurso despolitizado, “va a estar bueno Buenos Aires”, tiene llegada a los sectores humildes por su condición de “bostero” y sus coqueteos con el peronismo. Después de hacerse elegir jefe de Gobierno se fue a jugar al golf a Sudáfrica con sus amigos/asesores de campaña.
Pero, al lado de Obama, Macri parece una tabla de planchar. Mientras el norteamericano es capaz de hacer llorar desde la tarima con su crudo recitado en clave de gospel, Macri no puede sacarse la papa de la boca. Además, Obama dedicó su juventud a defender los derechos civiles y a registrar votantes en barrios pobres, mientras Macri la usó para mantener la fortuna familiar exprimiendo al Estado desde su puesto de liderazgo en el holding familiar. Por eso, Obama es un poco más creíble cuando dice que va a cambiar la cultura política de su país y poner en marcha reformas progresistas.
Lo cual me lleva a la comparación con Kirchner. Los dos son emergentes de un cambio de época por la autodestrucción del paradigma neoliberal. Los dos son animales políticos que dependen del aparato partidario y ambos intentan construir poder por fuera de esas estructuras sin demasiado éxito. Y los dos apelan a cuestiones culturales con fuerte arraigo en la sociedad. Mientras Kirchner se embanderó en el movimiento de derechos humanos, Obama reivindica la lucha por la igualdad de los negros. Pero en ambos casos el éxito de sus gestiones está irremediablemente atado a los vaivenes de la economía, ya que a los dos les tocó asumir en medio de crisis terminales. Pero a diferencia de Kirchner, que gobierna con un grupo cerrado de incondicionales, Obama llenó su gabinete con las mejores mentes de su partido. Es más previsible y más organizado, y hasta ahora no ha confrontado con los factores de poder sino más bien se ha mostrado conciliador en cada oportunidad que tuvo para hacerlo, ya sea con Wall Street, ya sea con las automotrices, ya sea con la maquinaria del clan Daley en Chicago.
Por eso digo que Obama tiene un poco de todo y para todos los gustos. Con el tiempo irá definiendo su perfil. Y será más Perón, más Macri, más Kirchner o más de otra cosa que todavía no conocemos bien.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/subnotas/5053-860-2009-01-21.html
Fuente de las fotos: Suplemento Radar de Página 12 del 18 de enero de 2009.
Las otras 3 notas sobre Obama en:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/index.html
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/index.html
martes, 20 de enero de 2009
lunes, 19 de enero de 2009
Los umbandistas vuelven al obelisco
El 27 de diciembre de 2007 se sancionó en Brasil la ley que promulga que los días 21 de enero se celebra el Día Nacional de Combate a la Intolerancia Religiosa. En su segundo año, la celebración ha encontrado eco entre los practicantes de religiones de origen africano en Argentina y Uruguay, quienes enfrentan los mismos problemas de discriminación que sus pares brasileros.
A continuación, la conocida líder religiosa argentina Iyálòrìsà Peggie Ti Yemojá (Fawunmi) explica los motivos de la convocatoria.
A continuación, la conocida líder religiosa argentina Iyálòrìsà Peggie Ti Yemojá (Fawunmi) explica los motivos de la convocatoria.
"Apreciados Hermanos y Colegas Religiosos:
La iniciativa de esta Convocatoria para el 21 de enero en el Obelisco, se corresponde con la que se realiza en Brasil con motivo de la muerte de la Iyálòrìsà Gilda de Ogun quien sufriera un paro cardíaco al verse en una foto de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) bajo el titulo de "Macumbeiros charlatões lesam o bolso e a vida dos clientes"......
Desde entonces cientos de Agrupaciones religiosas de Matriz Afro apoyan el juicio iniciado a la IURD por los familiares e hijos de Santo del Abaça Ogun de Bahía San salvador. El juicio fue ganado, pero la IURD lo apeló a la Corte Suprema quien tiene en sus manos la tarea de decidir.
A raíz de este hecho y sumado a las presiones políticas que ejercen legisladores de la IURD desde sus bancas Parlamentarias en clara persecución a las Religiones de Matriz Afro prohibiendo ofrendas en playas, toques de tambores y la constante demonización de nuestras más sagradas Entidades de Culto tanto en Brasil como en Uruguay y Argentina por intermedio de la TV, Diario Universal y programas radiales, Brasil está activamente combatiendo pacificamente por la Intolerancia religiosa mediante "Caminadas" en distintos puntos de ese país.
Dado que:
-Padecemos iguales hostigamientos.
-Provenimos de una religión de Matriz Afro.
-Estamos insertos en el Mercosur con posibilidades de gestiones paralelas y al mismo tiempo bajo similares reclamos nunca atendidos por el aréa de Culto Nacional a pesar de varias denuncias.
Concluimos que es una buena oportunidad enlazar nuestros reclamos apoyando a Brasil y así entrando a un RECLAMO INTERNACIONAL.
Sin banderas Federativas ni Asociativas, solo bajo la consigna individual que indica la CONCIENCIA PROPIA DE PERTENENCIA A RELIGIONES DE MATRIZ AFRO.
Pacificamente. Dignamente. Concurramos al Obelisco el 21 de enero de 2009 a las 18 hs y hasta las 20 hs para expresarnos, adherir y reclamar a la IURD su obligación de RESPETAR nuestra FE, así como nosotros respetamos la de ellos en el marco del Pluralismo y la Libertad Religiosa de Argentina.
"Basta de Demonios!
Que no nos usen más como caballito de batalla.
Nos Asiste Derecho.
Iya Peggie Ti Yemonjá "
La iniciativa de esta Convocatoria para el 21 de enero en el Obelisco, se corresponde con la que se realiza en Brasil con motivo de la muerte de la Iyálòrìsà Gilda de Ogun quien sufriera un paro cardíaco al verse en una foto de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) bajo el titulo de "Macumbeiros charlatões lesam o bolso e a vida dos clientes"......
Desde entonces cientos de Agrupaciones religiosas de Matriz Afro apoyan el juicio iniciado a la IURD por los familiares e hijos de Santo del Abaça Ogun de Bahía San salvador. El juicio fue ganado, pero la IURD lo apeló a la Corte Suprema quien tiene en sus manos la tarea de decidir.
A raíz de este hecho y sumado a las presiones políticas que ejercen legisladores de la IURD desde sus bancas Parlamentarias en clara persecución a las Religiones de Matriz Afro prohibiendo ofrendas en playas, toques de tambores y la constante demonización de nuestras más sagradas Entidades de Culto tanto en Brasil como en Uruguay y Argentina por intermedio de la TV, Diario Universal y programas radiales, Brasil está activamente combatiendo pacificamente por la Intolerancia religiosa mediante "Caminadas" en distintos puntos de ese país.
Dado que:
-Padecemos iguales hostigamientos.
-Provenimos de una religión de Matriz Afro.
-Estamos insertos en el Mercosur con posibilidades de gestiones paralelas y al mismo tiempo bajo similares reclamos nunca atendidos por el aréa de Culto Nacional a pesar de varias denuncias.
Concluimos que es una buena oportunidad enlazar nuestros reclamos apoyando a Brasil y así entrando a un RECLAMO INTERNACIONAL.
Sin banderas Federativas ni Asociativas, solo bajo la consigna individual que indica la CONCIENCIA PROPIA DE PERTENENCIA A RELIGIONES DE MATRIZ AFRO.
Pacificamente. Dignamente. Concurramos al Obelisco el 21 de enero de 2009 a las 18 hs y hasta las 20 hs para expresarnos, adherir y reclamar a la IURD su obligación de RESPETAR nuestra FE, así como nosotros respetamos la de ellos en el marco del Pluralismo y la Libertad Religiosa de Argentina.
"Basta de Demonios!
Que no nos usen más como caballito de batalla.
Nos Asiste Derecho.
Iya Peggie Ti Yemonjá "
sábado, 17 de enero de 2009
Paradoja africana
Según Clarín del martes 13 de enero de este año, los "curiosos" regalos que la abuela Obama le llevaría a su nieto para la asunción presidencial son "un taburete de tres patas y un matamoscas fabricado con rabo de buey".
Sin embargo ¿no es absolutamente lógico que la abuela le lleve estos elementos que en muchas culturas africanas son, precisamente, emblemas de los reyes? (podría haber llevado también un bastón, o quizás lo hace y no figura en la nota....)
Es que los periodistas no pueden averiguar un poco qué significan las cosas antes de escribir o titular notas?? (si, ya sabemos, el que titula no es el que escribe la nota, los periodistas no están especializados en culturas africanas, etc.)........
Fuente de la nota: http://www.clarin.com/diario/2009/01/13/elmundo/i-01838399.htm
Sobre Paradojas (1)
Comentario de Pablo Cirio:
Bueno, aunque coincido con vos en la ignorancia enciclopédica de quienes escriben sobre África en la prensa, el calificativo de "curiosos" no es incorrecto. Salvando la distancia de que se trata de otra nota "de color", hay que considerar que está escrita desde nuestra cultura occidental y, en ese marco, dichos regalos sí son "curiosos". Es como la adjetivación de "exótico", obviamente entre el objeto adjetivado y el adjetivador media la distancia. Nadie es exótico para sí mismo.
Atte. Pablo Cirio.
Bueno, aunque coincido con vos en la ignorancia enciclopédica de quienes escriben sobre África en la prensa, el calificativo de "curiosos" no es incorrecto. Salvando la distancia de que se trata de otra nota "de color", hay que considerar que está escrita desde nuestra cultura occidental y, en ese marco, dichos regalos sí son "curiosos". Es como la adjetivación de "exótico", obviamente entre el objeto adjetivado y el adjetivador media la distancia. Nadie es exótico para sí mismo.
Atte. Pablo Cirio.
Sobre Paradojas (2)
Comentario de Alejandro Frigerio:
Pablo
Me voy a extender un poco en la respuesta a tu comentario porque me permitirá explicitar algunos de los criterios de inclusión de entradas en el blog.
Si le doy (en este blog y en mi trabajo académico) tanta atención a lo que escriben los medios sobre Africa, Afroamérica o sobre los “negros” es porque creo que hasta la notas más pequeñas y aparentemente irrelevantes (“notas de color”) son absolutamente importantes y necesarias para construir y perpetuar el sentido común de lo que “desde nuestra cultura occidental” se dice o piensa sobre esas personas, lugares y actividades.
Por esto creo que es importante proveer una lectura crítica y ejemplos cotidianos de cómo nos vemos inmersos en esta red de significados peyorativos que día a día se tejen sobre Africa, Afroamérica y temas relacionados.
También se podría decir que “desde nuestra cultura occidental” no resulta sorprendente la opinión de que Africa es un continente primitivo y salvaje, que sus habitantes también lo son, que los negros en general son inferiores o sólo buenos bailarines, que los afroargentinos desaparecieron, etc. Afirmaciones con las cuales ni vos ni yo ni los lectores del blog estamos de acuerdo.
Precisamente, “desde (los presupuestos de) nuestra cultura occidental” se pueden realizar toda una serie de afirmaciones que denotan un amplio espectro de juicios exotizantes, estigmatizadores, racializantes, discriminativos sobre los otros culturales y raciales –que muestran, confirman y por lo tanto perpetúan prejuicios de la más variada índole.
Una de las intenciones del blog es exponer, hacer públicas este tipo de afirmaciones y –aunque sea mínimamente- criticarlas.
Por mi propia experiencia sé que por más que participemos de actividades de la cultura negra y la apreciemos e investiguemos; o que estudiemos la historia africana y afroamericana, o aún las relaciones interraciales y la discriminación, igual participamos de algunos de los muchos (pre)juicios que “desde nuestra cultura occidental” existen sobre los objetos, personas, lugares y actividades afro.
Para ayudar a desmistificar estas afirmaciones e imágenes es que las expongo y critico en el blog –de manera tan reiterativa como estas imágenes aparezcan en nuestra cultura cotidiana y yo pueda percibirlas.
La nota sobre “la abuela de Obama” me pareció interesante porque –ya más que un personaje mediático, por la cantidad de notas que aparecen sobre ella- la mujer se ha transformado en una figura alegórica de lo que desde nuestra cultura” se piensa sobre “los africanos”. Cada tanto los medios argentinos resaltan o construyen algún personaje negro y por algún tiempo esta figura es depositaria de nuestra imagen sobre Africa o sobre “los negros”. La “abuela africana” parece cada vez más ser la contrapartida cómica o bizarra de la figura del nieto negro presidiendo la primera potencia mundial. Extrapolando y exagerando –para eso entre otras cosas está un blog, para provocar- algo así como la figura que permite decir “habrá llegado muy lejos pero todavía tiene una abuela africana que hace cosas de negro”.
La nota se podría haber titulado, de manera más adecuada, algo así como : “La abuela de Obama le regalará a su nieto emblemas reales”. Si uno busca en google “african flywhisk” o “african stools” fácilmente se da cuenta de qué significan estos objetos en las culturas de donde provienen. A esta altura de la vida y de internet no es necesario ser un especialista en cultura africana para escribir una nota que no perpetúe imágenes estereotipantes. Sólo hay que tener un mínimo de voluntad. Esa falta de voluntad y sus posibles motivos y consecuencias es lo que me interesa recalcar en el blog.
Abrazo, AF
Pablo
Me voy a extender un poco en la respuesta a tu comentario porque me permitirá explicitar algunos de los criterios de inclusión de entradas en el blog.
Si le doy (en este blog y en mi trabajo académico) tanta atención a lo que escriben los medios sobre Africa, Afroamérica o sobre los “negros” es porque creo que hasta la notas más pequeñas y aparentemente irrelevantes (“notas de color”) son absolutamente importantes y necesarias para construir y perpetuar el sentido común de lo que “desde nuestra cultura occidental” se dice o piensa sobre esas personas, lugares y actividades.
Por esto creo que es importante proveer una lectura crítica y ejemplos cotidianos de cómo nos vemos inmersos en esta red de significados peyorativos que día a día se tejen sobre Africa, Afroamérica y temas relacionados.
También se podría decir que “desde nuestra cultura occidental” no resulta sorprendente la opinión de que Africa es un continente primitivo y salvaje, que sus habitantes también lo son, que los negros en general son inferiores o sólo buenos bailarines, que los afroargentinos desaparecieron, etc. Afirmaciones con las cuales ni vos ni yo ni los lectores del blog estamos de acuerdo.
Precisamente, “desde (los presupuestos de) nuestra cultura occidental” se pueden realizar toda una serie de afirmaciones que denotan un amplio espectro de juicios exotizantes, estigmatizadores, racializantes, discriminativos sobre los otros culturales y raciales –que muestran, confirman y por lo tanto perpetúan prejuicios de la más variada índole.
Una de las intenciones del blog es exponer, hacer públicas este tipo de afirmaciones y –aunque sea mínimamente- criticarlas.
Por mi propia experiencia sé que por más que participemos de actividades de la cultura negra y la apreciemos e investiguemos; o que estudiemos la historia africana y afroamericana, o aún las relaciones interraciales y la discriminación, igual participamos de algunos de los muchos (pre)juicios que “desde nuestra cultura occidental” existen sobre los objetos, personas, lugares y actividades afro.
Para ayudar a desmistificar estas afirmaciones e imágenes es que las expongo y critico en el blog –de manera tan reiterativa como estas imágenes aparezcan en nuestra cultura cotidiana y yo pueda percibirlas.
La nota sobre “la abuela de Obama” me pareció interesante porque –ya más que un personaje mediático, por la cantidad de notas que aparecen sobre ella- la mujer se ha transformado en una figura alegórica de lo que desde nuestra cultura” se piensa sobre “los africanos”. Cada tanto los medios argentinos resaltan o construyen algún personaje negro y por algún tiempo esta figura es depositaria de nuestra imagen sobre Africa o sobre “los negros”. La “abuela africana” parece cada vez más ser la contrapartida cómica o bizarra de la figura del nieto negro presidiendo la primera potencia mundial. Extrapolando y exagerando –para eso entre otras cosas está un blog, para provocar- algo así como la figura que permite decir “habrá llegado muy lejos pero todavía tiene una abuela africana que hace cosas de negro”.
La nota se podría haber titulado, de manera más adecuada, algo así como : “La abuela de Obama le regalará a su nieto emblemas reales”. Si uno busca en google “african flywhisk” o “african stools” fácilmente se da cuenta de qué significan estos objetos en las culturas de donde provienen. A esta altura de la vida y de internet no es necesario ser un especialista en cultura africana para escribir una nota que no perpetúe imágenes estereotipantes. Sólo hay que tener un mínimo de voluntad. Esa falta de voluntad y sus posibles motivos y consecuencias es lo que me interesa recalcar en el blog.
Abrazo, AF
Sobre Paradojas (3)
Comentario (2) de Pablo Cirio:
Hola Alejandro
Totalmente de acuerdo con lo que decís. Cada tanto -como cuando salió la nota en Veintitrés hace unos meses sobre La Madre de la Patria, el periodista responsable en una nota sobre "lo afro" llama a los académicos -como me ha llamado, y creo que a vos también- para pedir asesoramiento. Aún son la excepción (aunque la nota fue buena, sigo sosteniendo que fue de color, o sea de ocasión). Clarín en este caso no lo ha hecho y prefirió eso, una nota de color (no por lo nego de Obama... aunque según Berlusconi...), o sea de ocasión.
Como anécdota de cómo África es un bloque inconmensurable de ignorancia, recuerdo una reunión íntima para recibir a no sé ya qué musicológico norteamericano especialista en música negra (Nicolás se debe acordar, él estuvo), quien al detallar las ciudades donde dio conferencias, dijo "Ah, sí, Nueva York, París, Madrid, La Habana... África". En fin, ¡y eso que era especialista entre especialistas!
En todas partes se cuecen habas, el problema que estás (estamos) viendo, es que en los medios argentinos parece que lo único que se comen son habas.
Atte. Pablo Cirio.
Totalmente de acuerdo con lo que decís. Cada tanto -como cuando salió la nota en Veintitrés hace unos meses sobre La Madre de la Patria, el periodista responsable en una nota sobre "lo afro" llama a los académicos -como me ha llamado, y creo que a vos también- para pedir asesoramiento. Aún son la excepción (aunque la nota fue buena, sigo sosteniendo que fue de color, o sea de ocasión). Clarín en este caso no lo ha hecho y prefirió eso, una nota de color (no por lo nego de Obama... aunque según Berlusconi...), o sea de ocasión.
Como anécdota de cómo África es un bloque inconmensurable de ignorancia, recuerdo una reunión íntima para recibir a no sé ya qué musicológico norteamericano especialista en música negra (Nicolás se debe acordar, él estuvo), quien al detallar las ciudades donde dio conferencias, dijo "Ah, sí, Nueva York, París, Madrid, La Habana... África". En fin, ¡y eso que era especialista entre especialistas!
En todas partes se cuecen habas, el problema que estás (estamos) viendo, es que en los medios argentinos parece que lo único que se comen son habas.
Atte. Pablo Cirio.
jueves, 15 de enero de 2009
El Rojas festeja 25 años - y la cultura afro????? (2)
Como un pequeño aporte a la memoria, el programa de las Primeras Jornadas de Arte Afroamericano que tuvieron lugar en el Rojas en 1988. La organización estuvo a cargo de José Delfín Acosta Martínez, con la colaboración de Yoji Senna y Angel Acosta Martínez.
Fue el primer evento que integró danza afro, capoeira y candombe
miércoles, 14 de enero de 2009
Congo Belga: Historia de un genocidio
La aventura colonial
Por Mario Vargas Llosa para El País
Publicado en La Nación, sábado 10 de enero de 2009
Durante muchos siglos, la empresa colonial fue transparente: un país, aprovechándose de su fuerza, invadía a otro más débil, se apoderaba de él y lo saqueaba. Nadie ponía en cuestión semejante estado de cosas porque se trataba de algo que se venía practicando desde la noche de los tiempos, y todos, colonizadores y colonizados, aceptaban o se resignaban a esta cruda realidad como a una fatalidad inevitable, consustancial a la historia.
El descubrimiento y la conquista de América por los europeos introduce una importante variante. Por primera vez, y por razones religiosas, el colonizador se interroga a sí mismo sobre la justicia de la empresa colonizadora y, en acalorados debates de juristas y teólogos, se arma de razones, humanas y divinas, para justificar sus conquistas. Desde entonces, sin dejar de ser lo que fue siempre, es decir, un acto de fuerza y de rapiña, la colonización se atribuye a sí misma una misión evangelizadora y civilizadora: desanimalizar a quienes viven en estado feral y humanizarlos gracias al cristianismo y a la cultura occidental que aquél inspira. Para que este objetivo tenga algún viso de realidad es imprescindible establecer como un hecho indiscutible, científico, que el colonizado carece de los conocimientos y las luces indispensables para juzgar por sí mismo lo que más le conviene, pues se trata de un ser desvalido y primario cuyos intereses y conveniencias son mejor percibidos por la potencia que a partir de ahora ejercerá sobre él la tutela colonial, una forma de autoridad benévola.
Sin embargo, en el siglo XIX, las empresas coloniales europeas en Africa y Asia olvidan casi este prurito de justificación religiosa y moral e invaden y ocupan territorios, que empiezan a explotar de inmediato, sin otra explicación que la necesidad de proveerse de materias primas. Cuando Hitler, en Mi lucha , explica que en el programa del Partido Nacional Socialista figura en lugar prominente la adquisición, por las buenas o las malas, de colonias para instalar los excedentes demográficos del pueblo alemán, no hace más que poner sobre papel lo que casi todas las grandes potencias europeas habían venido haciendo, cierto que sin decirlo con tanta claridad, desde el siglo XV.
La excepción era la pequeña Bélgica, país más bien reciente y, ay, sin colonias. Esta condición entristecía y desmoralizaba a su soberano, Leopoldo II, cuya energía, ambiciones y sobresaliente inteligencia desbordaban por los cuatro costados las fronteras del diminuto reino que le había asignado la Providencia. El se dio maña para conseguir mediante la astucia, la paciencia, la intriga y la diplomacia lo que los grandes países colonizadores habían logrado a través de los ejércitos y la matanza. Por increíble que parezca, Leopoldo II convirtió Bélgica en una gran potencia colonial sin disparar un solo tiro.
Para ello, primero se fraguó una imagen de monarca humanitario, altruista, condolido por la suerte de los salvajes y paganos de este mundo, que sedujo a la opinión pública de Europa y de los Estados Unidos. Invirtiendo en ello el dinero de su reino y el suyo propio, fundó asociaciones benéficas y centros para combatir la esclavitud que hacía estragos en Africa Occidental, costeó el viaje de misioneros a esas regiones bárbaras, impulsó investigaciones, estudios y publicaciones sobre las condiciones de vida de las tribus africanas que todavía practicaban el canibalismo y eran diezmadas por los traficantes árabes y peroró sin tregua, en orquestadas manifestaciones públicas, exigiendo a las grandes potencias que intervinieran para poner fin a aquella lacra indigna que era el comercio de carne humana en los mares del mundo.
La campaña dio el resultado que esperaba. En febrero de 1885, catorce naciones reunidas en Berlín, y encabezadas por Gran Bretaña, Francia, Alemania y los Estados Unidos, le regalaron a Leopoldo II todo el Congo, un inmenso territorio de más de un millón de millas cuadradas, es decir, unas 80 veces el tamaño de Bélgica, para que "abriera ese territorio al comercio, aboliera la esclavitud y cristianizara a los salvajes". No había un solo africano presente en aquel Congreso y no hay un solo indicio de que alguien en Europa o Estados Unidos se preguntara siquiera si era aceptable que la suerte de ese inmenso país fuera decidida de este modo, por 14 naciones advenedizas, sin que un solo congolés hubiera sido consultado.
Seguro de lo que iba a ocurrir en el Congreso de Berlín, Leopoldo II ya se había adelantado, desde un año antes, a operar en el territorio que de la noche a la mañana lo convirtió en el amo de un formidable imperio. Para ello había contratado al célebre explorador galés-norteamericano Henry Morton Stanley, el primer europeo en recorrer los varios miles de kilómetros del río Congo. En una expedición que es una mezcla de grotesca pantomima cínica y proeza etnológica y geográfica, entre 1884 y 1885, los expedicionarios enviados por Leopoldo II recorrieron buena parte del Alto y Medio Congo repartiendo cuentecillas de vidrios de colores y retazos de tela en 450 aldeas y villorrios africanos y haciendo "firmar" contratos -los llamaban "tratados"- en los que los caciques y jefes indígenas, que no tenían idea de lo que firmaban, cedían la propiedad de sus tierras a la Asociación Internacional del Congo, se comprometían a dar hombres para que trabajaran en las obras públicas que aquella institución emprendiera, cargadores para transportar los bultos y materiales, a proveerla de brazos para la recolección del caucho y a alimentar a los peones, funcionarios y soldados y policías que vinieran a instalarse en sus dominios. Cuando las grandes potencias le entregaron el Congo, Leopoldo II ya tenía en sus manos 450 "tratados" en los que los congoleses legitimaban mediante sus firmas aquella donación y le entregaban sus vidas y haciendas.
A diferencia de otras colonizaciones, en que los invadidos resistieron de alguna forma al colonizador, en el Congo prácticamente no hubo resistencia. Los congoleses no tuvieron tiempo ni posibilidades de resistir a un sistema que cayó sobre ellos -una miríada de culturas y pueblos desconectados entre sí- como una malla inflexible en la que perdieron, desde el principio, toda libertad de iniciativa y movimiento, y en el que fueron sometidos a una explotación inicua, las 24 horas del día, hasta su extinción. Los castigos, para los recolectores que no entregaban el mínimo exigido de látex, eran brutales. Iban desde los chicotazos y las mutilaciones de manos y pies hasta el exterminio de aldeas enteras, cuando se producían fugas o aquellas comunidades no cumplían con la obligación de alimentar a sus verdugos como éstos esperaban. Hace un año que leo testimonios diversos de misioneros, viajeros, aventureros o de los propios colonos y todavía no me cabe en la cabeza que fuera posible una monstruosidad tan atroz, un genocidio en cámara lenta semejante, sin que el mundo llamado civilizado se diera por enterado. Cuando aparecen las primeras denuncias en Europa, por boca de pastores bautistas norteamericanos, hay una incredulidad general. Y los plumíferos alquilados por Leopoldo II actúan de inmediato en la prensa hundiendo en la ignominia a aquellos denunciantes y llevándolos ante los tribunales por calumnias.
(bastón de mando Luba)
Durante un cuarto de siglo, por lo menos, el Congo fue desangrado, esquilmado y destruido: un horror sólo comparable al Holocausto. Pero, a diferencia de lo ocurrido con el exterminio de seis millones de judíos, ninguna sanción moral comparable a la que pesa sobre los nazis ha recaído sobre Leopoldo II, al que muchos europeos, no sólo belgas, todavía recuerdan con nostalgia, como un estadista que, venciendo las limitaciones que la historia y la geografía impusieron a su país, hizo de Bélgica un país imperial. La verdad es que detrás de la behetría y las violencias en que se debate todavía ese desdichado país se delinea la mortífera sombra de ese emperador que conquistó el Congo sin disparar un solo tiro y consiguió en menos de 20 años aniquilar a por lo menos 10 millones de sus súbditos africanos.
Fuente texto y primera imagen:
Otras imágenes de cultura material de grupos de,la actual República Democrática del Congo: sitio web del Metropolitan Museum of Art
Kuba cup
http://www.metmuseum.org/toah/ho/11/sfc/ho_1978.412.541.htm
Yombe figure
http://www.metmuseum.org/toah/ho/11/sfc/ho_1996.281.htm
Luba staff
http://www.metmuseum.org/toah/ho/11/sfc/ho_1978.412.646.htm
http://www.metmuseum.org/toah/ho/11/sfc/ho_1978.412.541.htm
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http://www.metmuseum.org/toah/ho/11/sfc/ho_1996.281.htm
Luba staff
http://www.metmuseum.org/toah/ho/11/sfc/ho_1978.412.646.htm
martes, 13 de enero de 2009
El Rojas festeja 25 años - y la cultura afro?????
Recién me entero que este año el Centro Cultural Ricardo Rojas de la UBA celebra sus 25 años con una serie de festejos y actividades especiales.
Por lo que ví en las noticias, ninguna de ellas rememora que el Rojas fue uno de los dos lugares de origen de la movida afro (el otro fue el Danzario Americano, que en esa época estaba a una cuadra del centro cultural).
¿Qué tal si alguien les avisa??
¿No estaría bueno que alguien se acuerde de Yoji Sena y sus clases de capoeira, de José Acosta y la organización de las Primeras Jornadas de Arte Afroamericano (1988, con los primeros tallers abiertos de candombe dictados por Diego Bonga y Angel Acosta, justo pre-Grupo Cultural Afro), de Isa Soares y sus clases de danza afro, y de tantos otros pioneros de la enseñanza de la cultura afro en Buenos Aires?
Volveremos sobre el tema....
Sobre las actividades planeadas, ver
El Rojas celebrará 25 años con intensa programación
Entre historia y vanguardia, el Centro Rojas festeja sus 25 años
lunes, 12 de enero de 2009
El carnaval montevideano en Viva
La revista semanal del diario Clarín trajo este domingo una nota sobre el carnaval de Montevideo. No dice mucho que un entusiasta del tema no conozca, pero la manera en como está planteada ilustra algunas tendencias sobre cómo se habla acerca de esta festividad .
En primer lugar, confirma que, a diferencia de lo que sucedía diez o quince años atrás, la imagen que se usa para vender -o al menos para representar- el carnaval es la de las comparsas lubolas. Hace un tiempo, la manera en que se ilustraba el carnaval era con imágenes de murgas. Las murgas eran el carnaval de la ciudad -y las comparsas lubolas una suerte de aditamento menor.
Como digo en uno de mis trabajos sobre la imagen del negro en Montevideo, esto era bastante evidente en la cobertura de los medios sobre las Llamadas. Era interesante que las notas siempre eran mayores el día de las Llamadas ("hoy son las Llamadas") que el día después. Era más importante lo que significaban como evento casi mítico que como realidad. Después no se comentaba si tal grupo había tocado mejor o peor -la performance real y concreta de las comparsas no era tan importante como su representación de "una raza y una fiesta que se niegan a morir" -por qué se iban a morir? Pero en aquel tiempo eran vistas casi como un resabio del pasado, algo que desaparecería con el pasar del tiempo. La performance de las murgas, por el contrario, era el carnaval, y era objetod de comentarios y críticas en los medios. Sin duda había una mayor identificación de los periodistas con un género que con otro.
El hecho de que ahora las comparsas prevalezcan en las imágenes muestra que hubo alguna revalorización de su lugar en el carnaval -pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones. Sigue habiendo un desbalance entre la imagen y la cobertura y los comentarios escritos.
Por otro lado, quienes hayan querido ver alguna comparsa en un tablado (escenario) barrial saben que son pocas las presentaciones de estos grupos en relación a las murgas. El año pasado, en los pocos días que estuve allí, se hizo verdaderamente difícil encontrar presentaciones de comparsas en tablados, había quizás tres o cuatro por noche como mucho.
La propia nota de Viva muestra esta desparejidad. Aunque hay mayoría de fotos de comparsas casi toda la nota versa sobre las murgas. La única parte en que se habla de las comparsas es para presentar la visión muy crítica del conocido luthier y percusionista negro Lobo Nuñez, que enfatiza la comercialización del género y de las Llamadas. Tiene razón, claro. Pero esto parece ser como el fútbol. Todo el mundo se queja de la comercialización pero después van a ver los partidos de la A, pocos los de otras divisiones y nadie va a ver el picadito de la plaza.
Por último, cabe preguntarse: ¿de qué hablan las comparsas hoy en día? ¿Qué imagen del negro y de su situación actual están transmitiendo? ¿Hablan de eso o de otra cosa? ¿Para ganar popularidad, se están convirtiendo en un género cada vez más híbrido?
¿La preponderancia visual que han adquirido, es a costa de su relevancia discursiva?
Como siempre, no pretendo tener las respuestas, tan sólo plantear algunas preguntas....
Fuente: revista Viva del diario Clarín del 11 de enero de 2009.
domingo, 11 de enero de 2009
Gracias Agenda Murguera
No puedo dejar de reconocer y agradecer las palabras elogiosas que sobre este blog ha vertido Diego Robacio en el último envío de su Agenda Murguera.
Debo confesar que me alegraron y mucho me honraron, dado que me parece absolutamente destacable y único su trabajo.
Gracias a la Agenda uno sabe exactamente qué está pasando y dónde en el mundo de lo afro, de las murgas y de la música rioplatense, haciendo de esta ciudad un lugar más interesante, divertido y mejor para vivir. Tanto Agenda como Quilombo han visibilizado la movida cultural afro y al hacerlo ayudaron en mucho a la constitución y el mayor desarrollo de este campo de actividades culturales.
Además el trabajo de Diego muestra una voluntad poco común de aunar manifestaciones culturales y mostrar sus afinidades y raíces comunes –su parentesco familiar, digamos. Esto es inusual en nuestro medio donde lo normal es fomentar el tribalismo, el encierro y la sospecha por los otros culturales, aún (o más) los próximos. La regularidad y la meticulosidad de su trabajo muestra además un amor encomiable por lo que hace.
Recomendarla sería una osadía ya que supongo que quienes puedan llegar a este blog ya la conocen, pero por las dudas va la dirección web:
http://agendamurguera.wordpress.com/
Se puede recibir (gratuitamente) las noticias semanales escribiendo a:
agendamurguera@yahoo.com.ar
Por muchos años más de Agenda Murguera, indispensable para quienes estamos inmersos en la movida cultural afro y afines.
Además el trabajo de Diego muestra una voluntad poco común de aunar manifestaciones culturales y mostrar sus afinidades y raíces comunes –su parentesco familiar, digamos. Esto es inusual en nuestro medio donde lo normal es fomentar el tribalismo, el encierro y la sospecha por los otros culturales, aún (o más) los próximos. La regularidad y la meticulosidad de su trabajo muestra además un amor encomiable por lo que hace.
Recomendarla sería una osadía ya que supongo que quienes puedan llegar a este blog ya la conocen, pero por las dudas va la dirección web:
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agendamurguera@yahoo.com.ar
Por muchos años más de Agenda Murguera, indispensable para quienes estamos inmersos en la movida cultural afro y afines.
Y gracias al pai Milton de Xangô por la imagen que le robé....
sábado, 10 de enero de 2009
Dakar sin el Rally
Reconozco que no puedo entender del todo la súbita devoción de tantos compatriotas por pilotos ignotos que hasta hace poco les eran totalmente ajenos. Cuando hicieron el desfile pre-largada (o algo así) pude ver cómo muchos de mis vecinos salían a las calles para ver los camiones (no eran los coches, aunque sí debo reconocer que eran impresionantes, algo inquietamente parecidos a las máquinas todoterreno de guerra de alguna película postapocalíptica, como de una Mad Max aún no filmada, pero más relucientes…). Más que ese afán por ver los monstruos pasar -que sin duda por lo inusual era llamativo- lo curioso era ver a señores que peinaban canas sacarse fotos, como chiquilines, al lado de las máquinas cuando éstas paraban en los semáforos.
No puedo dejar de ver en este tipo de competencias –en esta específicamente- un dejo imperial: los nuevos conquistadores con sus máquinas (casi) voladoras en busca de aventuras en inhóspitos parajes del Tercer Mundo –parece que en el Primero no los hubiera suficientes. Para ello da lo mismo Dakar que Buenos Aires que Bangkok o Bogotá.
La siguiente crónica, que da cuenta de la ciudad de Dakar ahora sin su famoso rally, me parece particularmente interesante. Se añade a una serie de crónicas sobre Africa que salieron este último año en varios medios (con niveles muy dispares de etnocentrismo y prejuicios) y lleva a preguntarse qué tipo de crónica se podrá hacer de aquí a unos años en Buenos Aires si el rally continúa y luego se lo llevan en busca de mayores –o menores- aventuras.
No puedo dejar de ver en este tipo de competencias –en esta específicamente- un dejo imperial: los nuevos conquistadores con sus máquinas (casi) voladoras en busca de aventuras en inhóspitos parajes del Tercer Mundo –parece que en el Primero no los hubiera suficientes. Para ello da lo mismo Dakar que Buenos Aires que Bangkok o Bogotá.
La siguiente crónica, que da cuenta de la ciudad de Dakar ahora sin su famoso rally, me parece particularmente interesante. Se añade a una serie de crónicas sobre Africa que salieron este último año en varios medios (con niveles muy dispares de etnocentrismo y prejuicios) y lleva a preguntarse qué tipo de crónica se podrá hacer de aquí a unos años en Buenos Aires si el rally continúa y luego se lo llevan en busca de mayores –o menores- aventuras.
Por Juan Pablo Meneses
Diario Crítica - revista C de los domingos, 4 de enero de 2009.
Dakar es un rally, que por estos días recorre Argentina y Chile. Dakar es un negocio, que mueve millones de dólares en auspicios y se trasmite a medio mundo. Dakar es una marca, que los consumidores de vehículos asocian a las 4x4. Y Dakar, esto parece conocerse un poco menos, es el nombre de una ciudad africana. Así se llama la capital de Senegal, y a pocos minutos de aterrizar aquí, un oficial de la aduana senegalesa deja un Dakar timbrado en mi pasaporte.
–¡Bienvenu à Dakar!
Llegué a Dakar en vuelo directo desde París. Apenas aterricé, detuve el cronómetro: mi primer trayecto entre París y Dakar duró 5 horas y 32 minutos. Menos de seis horas, arriba de un boeing de Air France, para unir las mismas dos ciudades que los pilotos de rally enlazaban en quince días cruzando dunas y desiertos. Un trayecto donde los jeep y
motos de último modelo cruzaban a toda velocidad por aldeas de hambruna, por caseríos adonde desde hace meses no llega el agua, por territorios de dictaduras feroces y mercado clandestino de esclavos. Buena parte de la fama mundial del rally París-Dakar se debe, precisamente, a eso: a lo adrenalina que vivían los competidores europeos acelerando al máximo por entre la pobreza africana.
Eso, hasta la edición 2009, en que los organizadores del rally cambiaron Dakar por Buenos Aires.
En la capital de Senegal hay casas mediterráneas, junto al mar, y el resto es arena y casas a medio construir y sol que pega en todos los ángulos posibles. El deporte popular es la lucha, pero no esa de mentira al estilo Titanes en el Ring, sino una con golpes de verdad y sangre y dientes volando: la tapa de los diarios, cada lunes, trae la foto de algún luchador levantando los brazos. Hay vendedores ambulantes por todo el centro viejo de Dakar, y hay muchos mercados: angostos, repletos, por donde caminan los pocos turistas que llegan hasta aquí.
–Aproveche, es una oportunidad histórica –dice la mujer, en uno de los callejones del Mercado Central de Dakar. Es medio-día, y el olor a pescado corre por todo el viejo edificio. Entre esos pasadizos con puestos de artesanía, verduras, especias, zapatos y tambores, está la vendedora. Lleva un largo vestidocolor esmeralda y un turbante negro. Su local es de camisetas para turistas. Tiene de equipos de fútbol europeo: del Barcelona (con todos sus colores), la última del Manchester, del Inter y del Chelsea. También vende remeras blancas con el mapa de África en el pecho: puede ser con el continente pintado negro, o con varios colores a la vez, o con un color por cada uno de los más de 50 países africanos. Hay varios modelos diferentes de camisetas con la bandera de Senegal, que tiene los colores amarillo, rojo y verde. Hay remeras con la cara de los luchadores más conocidos, en un país donde "la lutte" llena estadios, se transmite en directo por televisión. Sin embargo, la camiseta que ella ofrece como "una oportunidad histórica", no es ninguna de las anteriores.
–Cómprela ahora, que es de colección –insiste. Y ahí está ella, en mitad del Mercado Central de Dakar, desplegando una polera negra que dice en letras naranjas: "Rally Lisboa–Dakar 2008, categorie marathon".
La camiseta es histórica porque hace un año, pocos días antes de largar el "Rally Lisboa-Dakar 2008, categorie marathon", cuando estaba todo listo para iniciar la edición 30 del Dakar, la prueba fue suspendida. Todas estas camisetas, que siguen vendiendo un año más tarde, estaban pensadas para los turistas que nunca llegaron. Suspender la prueba fue un desastre, no sólo para los vendedores de camisetas. Aunque ella no lo dice, la suspensión los dejó atrapados con cajas y cajas de camisetas de una edición 2008 que nunca se corrió. Ni se volverá a correr.
–Llévela como recuerdo, ahora que el París-Dakar se va a Sudamérica– dice ella.
El fin del Dakar por tierras africanas, en beneficio nuestro, tiene más de una lectura. Los meses que siguieron a la suspensión, las principales noticias fueron trasmitidas con ojos –y por medios– occidentales. En ellas, se insistía en mostrarnos ciudades africanas sumidas en el desconsuelo por perder la competencia.
–Fue una estrategia para que se crea que es un honor que el rally se corra en tu país, pero no siempre es así. Hace mucho tiempo que hay lugares que no querían más la competencia. De hecho, la primera ciudad en deshacerse de la competencia fue París– dice el periodista senegalés Akon NGoro.
En realidad, no hacen falta muchos días en la capital de Senegal para comenzar a escuchar otras historias. Esa otra cara, que habla del rally como una máquina depredadora de paisajes vírgenes, como una tromba salpicada de accidentes y como una caravana que cruzaba el oeste de África a toda velocidad, dejando a su paso polvo, prostitución, y un gran puñado de dólares.
–Llévela como recuerdo, ahora que el París-Dakar se va a Sudamérica– dice ella.
El fin del Dakar por tierras africanas, en beneficio nuestro, tiene más de una lectura. Los meses que siguieron a la suspensión, las principales noticias fueron trasmitidas con ojos –y por medios– occidentales. En ellas, se insistía en mostrarnos ciudades africanas sumidas en el desconsuelo por perder la competencia.
–Fue una estrategia para que se crea que es un honor que el rally se corra en tu país, pero no siempre es así. Hace mucho tiempo que hay lugares que no querían más la competencia. De hecho, la primera ciudad en deshacerse de la competencia fue París– dice el periodista senegalés Akon NGoro.
En realidad, no hacen falta muchos días en la capital de Senegal para comenzar a escuchar otras historias. Esa otra cara, que habla del rally como una máquina depredadora de paisajes vírgenes, como una tromba salpicada de accidentes y como una caravana que cruzaba el oeste de África a toda velocidad, dejando a su paso polvo, prostitución, y un gran puñado de dólares.
Hoy, como casi todos los días del año, Dakar amaneció con el cielo totalmente despejado y repleto de pájaros negros del tamaño de un gato. Después de algunos días en la ciudad uno ya se acostumbra a las familias viviendo en casas que no se han terminado de construir, en barrios donde están por llegar la luz y el agua potable, cruzando calles que están empezando a pavimentar. Dakar, como muchas otras capitales africanas, parece una ciudad habitada antes de tiempo. O como si no hubiera alcanzado el dinero para terminarla.
–Mauritania, el país donde se corrían más etapas del rally, es un país muy pobre. En Senegal la situación no es muy distinta. Y el París-Dakar, el rally París-Dakar era una caravana con mil mecánicos con dólares en los bolsillos, que se sentían dueños de las ciudades por donde pasaban. Aumentaba mucho la prostitución, incluso de niños, y los gobiernos no hacían nada porque el París-Dakar traía dinero– continúa Akon.
Akon es flaco y alto, como muchos senegaleses, y viene de pasar un tiempo en París como corresponsal. Estábamos en el bar del Novotel, uno de los dos únicos hoteles de cadenas internacionales de la ciudad. En el lobby del hotel de la cadena francesa se veían viejas obras de arte africano, mejor mantenidas y –según Akon– más valiosas que todo el patrimonio del alicaído Museo Nacional de Senegal.
En Mauritania, el país donde se corrían más pruebas del rally, los ingresos por la competencia llegaban a representar el 15 por ciento del PBI del país. Aunque en países tan pobres esa cifra no signifique casi nada.
–Se la puedo dejar en cinco dólares –dice ella, mientras de los puestos vecinos se asoman para ver si finalmente me venderá o no la camiseta del Dakar 2008.
Senegal fue colonia de Francia hasta 1960 y en el centro de la ciudad todavía se destacan importantes edificios de esa época. Casi todas las grandes empresas francesas mantienen oficinas en el país, y en la mayoría de las playas hay casas de veraneo de jubilados franceses que pasan los tres meses de invierno europeo aquí. Jean Fernán es uno de ellos. Durante la colonia trabajó como funcionario de correos en Dakar, y desde hace quince años viene de vacaciones. Está vestido con traje de baño blanco y un gorro de KTM. En una mano tiene una botella de agua y en otra un puñado de lápices:
–Todos los días salgo a repartir lápices a los niños. Se ponen felices. Con mi mujer traemos varias cajas. Aquí la gente no tiene nada, es muy pobre, pero es tan alegre, tan agradecida.
Jean me dice que la gorra de KTM se la regaló un mecánico francés, el año pasado. KTM es uno de los equipos fuertesen el rally mundial. Le hablo del nuevo Dakar, por rutas de Argentina y Chile:
–Mirá, no es que quiera hablar contra Sudamérica, pero te digo que cuando el rally se corría aquí, el cariño de la gente era impresionante. En todos los pueblos los salían a saludar,
y en las ciudades los niños corrían para ver a los pilotos. Estoy seguro de que ese cariño tan fuerte no lo van a sentir ni en Chile ni en Argentina.
Aunque en la memoria colectiva el rally sigue siendo conocido como el París-Dakar, hace muchos años que la maratón de motores que cruzaba el desierto africano no partía desde la capital francesa. Hasta 1994, la carrera fue fiel a la ruta original. En los últimos años la partida ha variado entre ciudades europeas como Granada, Marsella, Barcelona o Lisboa. Era precisamente desde Lisboa, en Portugal, de donde debía largar la versión número 30 suspendida por amenazas de terrorismo. Un par de informes de espionaje, donde se hablaba de Al Qaeda y el sabotaje a los competidores y coches bombas y posibles secuestros de pilotos, determinó la suspensión de la edición 2008 y el traslado para Sudamérica.
La prueba fue fundada en 1979 por Thierry Sabine, un piloto francés que se extravió por el desierto africano y que a partir de entonces decidió que su experiencia se tradujera en el rally más duro e inhóspito del mundo. En pocos años, el pequeño rally trazado en forma casi amateur se fue convirtiendo en la megaempresa que es hoy. Las grandes compañías de motos y autos inyectaron millones de dólares en llegar primeros a la meta, y las pérdidas publicitarias por la suspensión alarmaron a los gerentes de las empresas mucho más que a los habitantes de Dakar.
–Me gustaba verlos llegar. Era una alegría, pero que duraba muy poco. Apenas dos o tres días, y nosotros vivimos aquí todo el año. Es triste que no venga más, pero para nada nos cambiará la vida, como dicen –explicó la jefa de reservas de uno de los hoteles donde descansaban los deportistas al final de la prueba, en la zona de Ngor. A pocos metros de nosotros está el monolito con la fotografía de Thierry Sabine, que murió durante el rally de 1986 cuando se estrelló el helicóptero en el que seguía la competencia.
Senegal es conocido en el mundo por el rally París-Dakar y, en otros círculos, por ser el país de Youssou N'Dour: elcarismático músico africano que hace veinte años vino a la Argentina para el recital de Amnesty Internacional. Hoy el músico lidera una campaña para promover el microcrédito en Senegal, y el año pasado la revista Time lo nombró como una de las 100 personas más influyentes del mundo. Youssou N'Dour es alto, usa anteojos modernos y una polera que dice "Africa Work".
–No me gustaba el rally. No quiero referirme al tema de la suspensión, pero no me gustaba –dice, en una rueda de prensa de Birima, su proyecto destinado al microcrédito–. No me preocupa lo que vaya a pasar con los competidores, ni adónde se van a ir. Me preocupa la gente que perderá dinero, que perderá trabajo por el fin del rally. Quiero que esa gente que ya no tiene el rally busque nuevas alternativas de trabajo. Tenemos que llegar a ellos, y creo que si fomentamos el microcrédito, ya no vamos a tener que depender tanto de este tipo de cosas.
Hace tres años, 24 organizaciones no gubernamentales y ecologistas suscribieron e hicieron público un manifiesto donde pedían la suspensión del rally. Acusaban a la prueba de ser una millonaria comitiva publicitaria por el continente de la pobreza y criticaban el impacto para la zona de una caravana forma-da por cientos de vehículos todoterreno, especialmente arreglados para altas velocidades. Camionetas, jeeps, motos y camiones que con su cargamento de combustibles, aceites, carburantes, neumáticos y pinturas, destruían sistemas de dunas, pasaban a llevar vestigios arqueológicos y dejaban sordos a los camellos acostumbrados a la soledad del desierto.
–Es una buena compra –dice la vendedora, cuando le paso los cinco dólares, y antes de entregármela mete la polera negra del Dakar 2008 en una bolsa blanca que dice Senegal.
–¿Vendés muchas?
–Se venden, porque van a ser de colección. Pero creo que tardaré un par de años en venderlas todas.
Es un misterio qué sucederá al final del primer trazado del Dakar por Sudamérica. Aquí en Dakar, el primer rally fuera de la ciudad más bien se ignora. Para los contrarios a la competencia, su ausencia no genera mayores problemas. Para los seguidores, Dakar seguirá siendo el emblema de cualquier competidor de rally del mundo. Aunque sea un piloto amateur.
–Venimos de Costa Rica. Somos 14 amigos, que hicimos el recorrido del París-Dakar –dirá mañana Rodolfo Carboni, uno de los pilotos de una caravana amateur, con el entusiasmo de cumplir el gran sueño: llegar en moto hasta el verda-dero Dakar. Me mostrará fotos del cruce por Mauritania, las ruedas gastadas de la moto y sus manos endurecidas tras cruzar por el desierto de dunas. Me dirá que gastaron unos 15 dólares cada uno, que contrataron a un camión asistente en Italia y que hay muchos pilotos amateurs que siguen recorriendo esta ruta. Contará que él recorrió Argentina y Chile en moto, hace unos años, pero que no tiene comparación con esto. Me dirá que lo de Argentina y Chile es un paseo, y que todavía no puede creer que llegó en moto hasta la mismísima Dakar.
Mientras me lo cuente, se acercarán dos niños africanos a pedirnos dinero. Pero eso sucederá mañana, porque ahora estoy en el Mercado Central de Dakar, recibiendo una polera del Dakar 2008, mientras ella se guarda los cinco dólares y se pone a mirar de un lado a otro del pasillo, esperando que aparezca otro posible cliente, ojalá un nostálgico del rally a quien poder venderle otra de estas camisetas del último Dakar.
Texto y fotos de: http://www.criticadigital.com.ar/revistacfiles/revistac45_web.pdf
–Mauritania, el país donde se corrían más etapas del rally, es un país muy pobre. En Senegal la situación no es muy distinta. Y el París-Dakar, el rally París-Dakar era una caravana con mil mecánicos con dólares en los bolsillos, que se sentían dueños de las ciudades por donde pasaban. Aumentaba mucho la prostitución, incluso de niños, y los gobiernos no hacían nada porque el París-Dakar traía dinero– continúa Akon.
Akon es flaco y alto, como muchos senegaleses, y viene de pasar un tiempo en París como corresponsal. Estábamos en el bar del Novotel, uno de los dos únicos hoteles de cadenas internacionales de la ciudad. En el lobby del hotel de la cadena francesa se veían viejas obras de arte africano, mejor mantenidas y –según Akon– más valiosas que todo el patrimonio del alicaído Museo Nacional de Senegal.
En Mauritania, el país donde se corrían más pruebas del rally, los ingresos por la competencia llegaban a representar el 15 por ciento del PBI del país. Aunque en países tan pobres esa cifra no signifique casi nada.
–Se la puedo dejar en cinco dólares –dice ella, mientras de los puestos vecinos se asoman para ver si finalmente me venderá o no la camiseta del Dakar 2008.
Senegal fue colonia de Francia hasta 1960 y en el centro de la ciudad todavía se destacan importantes edificios de esa época. Casi todas las grandes empresas francesas mantienen oficinas en el país, y en la mayoría de las playas hay casas de veraneo de jubilados franceses que pasan los tres meses de invierno europeo aquí. Jean Fernán es uno de ellos. Durante la colonia trabajó como funcionario de correos en Dakar, y desde hace quince años viene de vacaciones. Está vestido con traje de baño blanco y un gorro de KTM. En una mano tiene una botella de agua y en otra un puñado de lápices:
–Todos los días salgo a repartir lápices a los niños. Se ponen felices. Con mi mujer traemos varias cajas. Aquí la gente no tiene nada, es muy pobre, pero es tan alegre, tan agradecida.
Jean me dice que la gorra de KTM se la regaló un mecánico francés, el año pasado. KTM es uno de los equipos fuertesen el rally mundial. Le hablo del nuevo Dakar, por rutas de Argentina y Chile:
–Mirá, no es que quiera hablar contra Sudamérica, pero te digo que cuando el rally se corría aquí, el cariño de la gente era impresionante. En todos los pueblos los salían a saludar,
y en las ciudades los niños corrían para ver a los pilotos. Estoy seguro de que ese cariño tan fuerte no lo van a sentir ni en Chile ni en Argentina.
Aunque en la memoria colectiva el rally sigue siendo conocido como el París-Dakar, hace muchos años que la maratón de motores que cruzaba el desierto africano no partía desde la capital francesa. Hasta 1994, la carrera fue fiel a la ruta original. En los últimos años la partida ha variado entre ciudades europeas como Granada, Marsella, Barcelona o Lisboa. Era precisamente desde Lisboa, en Portugal, de donde debía largar la versión número 30 suspendida por amenazas de terrorismo. Un par de informes de espionaje, donde se hablaba de Al Qaeda y el sabotaje a los competidores y coches bombas y posibles secuestros de pilotos, determinó la suspensión de la edición 2008 y el traslado para Sudamérica.
La prueba fue fundada en 1979 por Thierry Sabine, un piloto francés que se extravió por el desierto africano y que a partir de entonces decidió que su experiencia se tradujera en el rally más duro e inhóspito del mundo. En pocos años, el pequeño rally trazado en forma casi amateur se fue convirtiendo en la megaempresa que es hoy. Las grandes compañías de motos y autos inyectaron millones de dólares en llegar primeros a la meta, y las pérdidas publicitarias por la suspensión alarmaron a los gerentes de las empresas mucho más que a los habitantes de Dakar.
–Me gustaba verlos llegar. Era una alegría, pero que duraba muy poco. Apenas dos o tres días, y nosotros vivimos aquí todo el año. Es triste que no venga más, pero para nada nos cambiará la vida, como dicen –explicó la jefa de reservas de uno de los hoteles donde descansaban los deportistas al final de la prueba, en la zona de Ngor. A pocos metros de nosotros está el monolito con la fotografía de Thierry Sabine, que murió durante el rally de 1986 cuando se estrelló el helicóptero en el que seguía la competencia.
Senegal es conocido en el mundo por el rally París-Dakar y, en otros círculos, por ser el país de Youssou N'Dour: elcarismático músico africano que hace veinte años vino a la Argentina para el recital de Amnesty Internacional. Hoy el músico lidera una campaña para promover el microcrédito en Senegal, y el año pasado la revista Time lo nombró como una de las 100 personas más influyentes del mundo. Youssou N'Dour es alto, usa anteojos modernos y una polera que dice "Africa Work".
–No me gustaba el rally. No quiero referirme al tema de la suspensión, pero no me gustaba –dice, en una rueda de prensa de Birima, su proyecto destinado al microcrédito–. No me preocupa lo que vaya a pasar con los competidores, ni adónde se van a ir. Me preocupa la gente que perderá dinero, que perderá trabajo por el fin del rally. Quiero que esa gente que ya no tiene el rally busque nuevas alternativas de trabajo. Tenemos que llegar a ellos, y creo que si fomentamos el microcrédito, ya no vamos a tener que depender tanto de este tipo de cosas.
Hace tres años, 24 organizaciones no gubernamentales y ecologistas suscribieron e hicieron público un manifiesto donde pedían la suspensión del rally. Acusaban a la prueba de ser una millonaria comitiva publicitaria por el continente de la pobreza y criticaban el impacto para la zona de una caravana forma-da por cientos de vehículos todoterreno, especialmente arreglados para altas velocidades. Camionetas, jeeps, motos y camiones que con su cargamento de combustibles, aceites, carburantes, neumáticos y pinturas, destruían sistemas de dunas, pasaban a llevar vestigios arqueológicos y dejaban sordos a los camellos acostumbrados a la soledad del desierto.
–Es una buena compra –dice la vendedora, cuando le paso los cinco dólares, y antes de entregármela mete la polera negra del Dakar 2008 en una bolsa blanca que dice Senegal.
–¿Vendés muchas?
–Se venden, porque van a ser de colección. Pero creo que tardaré un par de años en venderlas todas.
Es un misterio qué sucederá al final del primer trazado del Dakar por Sudamérica. Aquí en Dakar, el primer rally fuera de la ciudad más bien se ignora. Para los contrarios a la competencia, su ausencia no genera mayores problemas. Para los seguidores, Dakar seguirá siendo el emblema de cualquier competidor de rally del mundo. Aunque sea un piloto amateur.
–Venimos de Costa Rica. Somos 14 amigos, que hicimos el recorrido del París-Dakar –dirá mañana Rodolfo Carboni, uno de los pilotos de una caravana amateur, con el entusiasmo de cumplir el gran sueño: llegar en moto hasta el verda-dero Dakar. Me mostrará fotos del cruce por Mauritania, las ruedas gastadas de la moto y sus manos endurecidas tras cruzar por el desierto de dunas. Me dirá que gastaron unos 15 dólares cada uno, que contrataron a un camión asistente en Italia y que hay muchos pilotos amateurs que siguen recorriendo esta ruta. Contará que él recorrió Argentina y Chile en moto, hace unos años, pero que no tiene comparación con esto. Me dirá que lo de Argentina y Chile es un paseo, y que todavía no puede creer que llegó en moto hasta la mismísima Dakar.
Mientras me lo cuente, se acercarán dos niños africanos a pedirnos dinero. Pero eso sucederá mañana, porque ahora estoy en el Mercado Central de Dakar, recibiendo una polera del Dakar 2008, mientras ella se guarda los cinco dólares y se pone a mirar de un lado a otro del pasillo, esperando que aparezca otro posible cliente, ojalá un nostálgico del rally a quien poder venderle otra de estas camisetas del último Dakar.
Texto y fotos de: http://www.criticadigital.com.ar/revistacfiles/revistac45_web.pdf