En varias oportunidades me referí, en este blog, a la situación de posible o quizás ya inminente desalojo del Movimiento Afro Cultural del espacio en el que funciona, en la calle Herrera 313 en Barracas. El lugar era una fábrica abandonada que la gente del Movimiento reutilizó para realizar, durante algo más de una década, sus valiosas actividades culturales. Hace ya varios meses que intentan que el gobierno de la Ciudad les ceda otro espacio, si es que no existen posibilidades económicas de expropiar este inmueble y cedérselos.
El martes pasado se convocó a una reunión en la Legislatura, para realizar “una mesa de diálogo entre el Movimiento y funcionarios con la intención de encontrar soluciones posibles ante el inminente desalojo”. Habían confirmado su asistencia funcionarios del área de Cultura, de la dirección que administra los inmuebles de la Ciudad (no recuerdo el nombre exacto del organismo) y también de una dirección de minorías (o algo así, lamento no haber anotado los nombres –mal, para un antropólogo).
El martes pasado se convocó a una reunión en la Legislatura, para realizar “una mesa de diálogo entre el Movimiento y funcionarios con la intención de encontrar soluciones posibles ante el inminente desalojo”. Habían confirmado su asistencia funcionarios del área de Cultura, de la dirección que administra los inmuebles de la Ciudad (no recuerdo el nombre exacto del organismo) y también de una dirección de minorías (o algo así, lamento no haber anotado los nombres –mal, para un antropólogo).
La idea era tratar públicamente la situación del movimiento, y ver, en una charla publica con los funcionarios de las áreas involucradas, qué tipo de solución se podía encontrar.
El salón Jauretche estaba lleno de gente del Movimiento o vinculada a ellos, y también había representantes de organizaciones de afrodescendientes (Miriam Gomes, Victor Bille), de instituciones que se encargan de la cultura negra (el pai Pedro Mallorca de Ogún del Instituto Afro de Morón), figuras de la cultura rioplatense (Jimmy Santos, uno de los pioneros del candombe uruguayo en Buenos Aires). Estaba también el cónsul de Uruguay, habíamos algunos académicos así como representantes de pueblos originarios.
No voy a hacer un detallado análisis ni descripción de lo que se dijo en casi tres horas de reunión. Sólo quiero transcribir algunas impresiones:
Era de esperar, pero igual desilusionó, la ausencia casi total de funcionarios de la Ciudad pese a que algunos habían confirmado su asistencia. Fueron dos personas en representación del Ministerio de Cultura de la Ciudad, un asesor y un funcionario que trabaja hace años en el área. Y nadie más. Como eran los únicos funcionarios presentes, todos los cuestionamientos se dirigieron a ellos. Intentaron mostrar buena voluntad, pero lo único que podían repetir, una y otra vez, es que casi todo estaba fuera de su alcance y que el planteo correspondía a otra área de gobierno. Pilatos no lo hubiera hecho mejor. Quizás no era su culpa (aunque a veces parecían casi disfrutar de su falta de capacidad para hacer algo) pero, como dijo o sugirió Nicolás Fernández Bravo, de pequeños actos de desidia, desinterés e ignorancia también están hechos los genocidios. “No sé”, “no me corresponde”, “no puedo hacer nada” –básicamente: que se jodan, a mí qué me importa?. Ninguna repartición pública parece tener la capacidad para hacer algo y obviamente falta la voluntad política de alguien con la autoridad suficiente para autorizarlo –algo que, desgraciadamente, era de esperar en esta administración derechosa, pero que también sorprende por su absoluta ineficiencia . Que después no batan el parche de la capacidad de gestión porque no la tienen. Que no engañen más a la gente.
El tema de los (des)compromisos, la ignorancia y el desdén son particularmente importantes porque no hacen más que continuar una política centenaria. Son las pequeñas acciones cotidianas de desoír, desdeñar, ignorar, burlarse, estigmatizar y discriminar que, acumuladas a lo largo de cientos de años, llevaron –más que las guerras y la fiebre amarilla- a la disminución y casi desaparición de la población afro-argentina.
Del evento, sin embargo, se pueden rescatar al menos algunas cosas:
1) El compromiso y la lucidez intelectual y ciudadana de la legisladora por la Ciudad Diana Mafia (creo que no la voté, pero prometo que la próxima vez lo hago!) gracias a cuyas gestiones se realizó la reunión. Ya desde su cargo de Defensora Adjunta del Pueblo - hace unos años- fue uno de los pocos funcionarios que se preocupó por el tema de los afrodescendientes, Ahora, como legisladora, mantiene y redobla su compromiso: gracias a ella las actividades del Movimiento Afro Cultural fueron declaradas de intéres cultural y social (ver entradas anteriores en el blog) y es, en este momento, quien más intenta evitar el desalojo. Daba algo de pena por el estado de las cosas en nuestro país ver cómo sus agudas reflexiones en defensa de la multiculturalidad chocaban con la inoperancia y chatura gubernamental. Pero reconfortaba, a la vez, saber que al menos alguien que nos representa lo hace con sensibilidad, compromiso y alto nivel intelectual.
2) La sensatez y la sagacidad de los discursos reivindicativos por parte de los representantes de afrodescendientes y pueblos originarios acerca de la necesidad y el lugar de la cultura en la transmisión de valores, saberes y formas de estar-en-el-mundo. Aún para un antropólogo que ya lo sabe y ya lo escuchó, los discursos de Diego Bonga, Jimmy Santos y Olga (perdón, no sé su apellido) del Movimiento Quechua Aymara resultaron emotivos e incuestionables.
El salón Jauretche estaba lleno de gente del Movimiento o vinculada a ellos, y también había representantes de organizaciones de afrodescendientes (Miriam Gomes, Victor Bille), de instituciones que se encargan de la cultura negra (el pai Pedro Mallorca de Ogún del Instituto Afro de Morón), figuras de la cultura rioplatense (Jimmy Santos, uno de los pioneros del candombe uruguayo en Buenos Aires). Estaba también el cónsul de Uruguay, habíamos algunos académicos así como representantes de pueblos originarios.
No voy a hacer un detallado análisis ni descripción de lo que se dijo en casi tres horas de reunión. Sólo quiero transcribir algunas impresiones:
Era de esperar, pero igual desilusionó, la ausencia casi total de funcionarios de la Ciudad pese a que algunos habían confirmado su asistencia. Fueron dos personas en representación del Ministerio de Cultura de la Ciudad, un asesor y un funcionario que trabaja hace años en el área. Y nadie más. Como eran los únicos funcionarios presentes, todos los cuestionamientos se dirigieron a ellos. Intentaron mostrar buena voluntad, pero lo único que podían repetir, una y otra vez, es que casi todo estaba fuera de su alcance y que el planteo correspondía a otra área de gobierno. Pilatos no lo hubiera hecho mejor. Quizás no era su culpa (aunque a veces parecían casi disfrutar de su falta de capacidad para hacer algo) pero, como dijo o sugirió Nicolás Fernández Bravo, de pequeños actos de desidia, desinterés e ignorancia también están hechos los genocidios. “No sé”, “no me corresponde”, “no puedo hacer nada” –básicamente: que se jodan, a mí qué me importa?. Ninguna repartición pública parece tener la capacidad para hacer algo y obviamente falta la voluntad política de alguien con la autoridad suficiente para autorizarlo –algo que, desgraciadamente, era de esperar en esta administración derechosa, pero que también sorprende por su absoluta ineficiencia . Que después no batan el parche de la capacidad de gestión porque no la tienen. Que no engañen más a la gente.
El tema de los (des)compromisos, la ignorancia y el desdén son particularmente importantes porque no hacen más que continuar una política centenaria. Son las pequeñas acciones cotidianas de desoír, desdeñar, ignorar, burlarse, estigmatizar y discriminar que, acumuladas a lo largo de cientos de años, llevaron –más que las guerras y la fiebre amarilla- a la disminución y casi desaparición de la población afro-argentina.
Del evento, sin embargo, se pueden rescatar al menos algunas cosas:
1) El compromiso y la lucidez intelectual y ciudadana de la legisladora por la Ciudad Diana Mafia (creo que no la voté, pero prometo que la próxima vez lo hago!) gracias a cuyas gestiones se realizó la reunión. Ya desde su cargo de Defensora Adjunta del Pueblo - hace unos años- fue uno de los pocos funcionarios que se preocupó por el tema de los afrodescendientes, Ahora, como legisladora, mantiene y redobla su compromiso: gracias a ella las actividades del Movimiento Afro Cultural fueron declaradas de intéres cultural y social (ver entradas anteriores en el blog) y es, en este momento, quien más intenta evitar el desalojo. Daba algo de pena por el estado de las cosas en nuestro país ver cómo sus agudas reflexiones en defensa de la multiculturalidad chocaban con la inoperancia y chatura gubernamental. Pero reconfortaba, a la vez, saber que al menos alguien que nos representa lo hace con sensibilidad, compromiso y alto nivel intelectual.
2) La sensatez y la sagacidad de los discursos reivindicativos por parte de los representantes de afrodescendientes y pueblos originarios acerca de la necesidad y el lugar de la cultura en la transmisión de valores, saberes y formas de estar-en-el-mundo. Aún para un antropólogo que ya lo sabe y ya lo escuchó, los discursos de Diego Bonga, Jimmy Santos y Olga (perdón, no sé su apellido) del Movimiento Quechua Aymara resultaron emotivos e incuestionables.
3) La presencia solidaria, ya mencionada arriba, de los representantes de organizaciones dedicadas al activismo político y cultural afro.
Para lamentar, y para preguntarse una y mil veces por qué, la ausencia de representantes de las muchas comparsas de candombe que tenemos en la ciudad (a excepción, como ya dije, de la presencia de Jimmy Santos). ¿Creerán que el tema no les concierne? ¿Para qué tocan los tambores, entonces?A continuación, reproduzco una nota de Crítica (no la conocía, la saqué del blog de Diana Maffia) que muestra los argumentos de los funcionarios (empleados?) de Cultura. Aunque la nota es de junio, las expresiones son exactamente las mismas. También, una declaración que presentamos en la reunión, redactada conjuntamente con Nicolás Fernández Bravo, que esperamos sirva de alguna manera como peritaje antropológico sobre el tema.
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