El 12 de enero tuve la suerte de ver, por la tercera vez, o quizás la cuarta, la elección de la Beleza Negra de Ilê Aiyê. Como siempre, fue una experiencia muy intensa, sin duda uno de los "grandes momentos en Afroamérica". Pero sobre todo fue una placer y un alivio comprobar que, en un momento en que varios de los blocos afro han cambiado –para mal-, Ilê mantiene el rumbo, quizás con alguna innovación pero siempre dentro de una tradición cultural especifica.
Ilê Aiyê mantiene sus banderas ideológicas y sobre todo, estéticas (que en este caso es lo mismo, o quizás siempre lo sea pero no lo percibimos). Las letras siguen siendo muy afrocéntricas, concientizadas y pedagógicas. La batida de la batería sigue cercana al toque de samba reggae, algo que me parece muy importante porque eso todavía permite que las bailarinas (y algunos bailarines) se luzcan en la danza típica de los blocos afro –una danza que cada vez se ve menos. En comparación con Ilé, da algo de pena y temor ver que otras agrupaciones famosas han diluido tanto la letra de sus canciones que dicen poco acerca de la situación actual del negro en Brasil, adaptándose al mensaje optimista y alegre del carnaval.
No tengo nada contra una buena estúpida letra de carnaval. Me recuerdo, hace muchos años, saltando como poseso al ritmo de “ Eu tinha uma galinha/ Que se chamava Marylou/ Um dia fiquei com fome /E papei a Marylou/ Marylou! /Marylou!/ Tinha cara de babaca Marylou! /Marylou!/ Botava ovo pela cloaca...” Y pensando que sí, que de eso se trataba la felicidad, cantar una letra tonta y popularizada y saltar como loco. En realidad era un Festival de Verao, y el grupo era Ultraje a Rigor, pero en ese carnaval esa canción estuvo muy de moda (antes de que el axé y luego el pagode lo invadiera todo). Me recuerdo también cantando, como todos los bahianos, a comienzos de los 80s “Nega do cabelo duro, que nao gosta de pentear, quando pasa na Baixa do Tubo o negao comeca a mirar…”, etc. Por más que la letra - que hizo famoso a Luiz Caldas y que preanunció el boom de la axé music- me pareciera algo racista , pero era la que estourou el carnaval y que todos cantábamos en fiestas de largo, en cuanto aparecía un trío o en los días de carnaval.
Pero de un bloco afro, uno espera otra cosa. Y especialmente de determinados blocos afro. Cuando Alaketu, por ejemplo, se “tri-electrizó” (mezcló su batida y sus tambores con la música de los tríos eléctricos), bueno, era interesante, por qué no un grupo que hiciera, digamos, cross-over?. Ahora cuando ya no hubo diferencia entre el bloco afro Alaketu y los tríos eléctricos, ahí ya más que cross-over sonaba a vendida.
Y cuando Olodum, comenzó a cantar: “Olodum tá rock(i), Olodum tá pop(i), Olodum tá bom demais…” y cosas así, que no decían nada de nada, y era porque el Peló se veía invadido los martes de gente que antes nunca hubiera pisado el Pelourinho porque le daba miedo el lugar y tanto negro junto, bueno, también empezó a sonar como vendida . Y cuando los tambores de Olodum se empezaron a caracterizar más por los malabarismos que hacían con ellos que por cómo sonaban, bueno, la preocupación crecía…. (Recuerdo un ensayo de Olodum, cuando tenían la quadra de ensayos en el viejo Pelourinho, en una de las calles que bajaban hacia la Baixa dos Zapateiros, la primera o la segunda después de Gandhy, era 1982 o 1983, y los únicos blancos en ese ensayo éramos una antropóloga francesa que hizo la primer tesis de doctorado sobre Olodum, su novio norteamericano (uno de los primeros yanquis que aprendió capoeira) y yo, que había ido llevado por un amigo que vivía en el Peló. Y mi amigo me dijo, cuando después de cierta hora vean que la gente empieza a hablar mas alto, a discutir, etc mejor irse. Y sí, después de las tres o algo así había que irse porque empezaban los tiros…).
Ilê Aiyê mantiene sus banderas ideológicas y sobre todo, estéticas (que en este caso es lo mismo, o quizás siempre lo sea pero no lo percibimos). Las letras siguen siendo muy afrocéntricas, concientizadas y pedagógicas. La batida de la batería sigue cercana al toque de samba reggae, algo que me parece muy importante porque eso todavía permite que las bailarinas (y algunos bailarines) se luzcan en la danza típica de los blocos afro –una danza que cada vez se ve menos. En comparación con Ilé, da algo de pena y temor ver que otras agrupaciones famosas han diluido tanto la letra de sus canciones que dicen poco acerca de la situación actual del negro en Brasil, adaptándose al mensaje optimista y alegre del carnaval.
No tengo nada contra una buena estúpida letra de carnaval. Me recuerdo, hace muchos años, saltando como poseso al ritmo de “ Eu tinha uma galinha/ Que se chamava Marylou/ Um dia fiquei com fome /E papei a Marylou/ Marylou! /Marylou!/ Tinha cara de babaca Marylou! /Marylou!/ Botava ovo pela cloaca...” Y pensando que sí, que de eso se trataba la felicidad, cantar una letra tonta y popularizada y saltar como loco. En realidad era un Festival de Verao, y el grupo era Ultraje a Rigor, pero en ese carnaval esa canción estuvo muy de moda (antes de que el axé y luego el pagode lo invadiera todo). Me recuerdo también cantando, como todos los bahianos, a comienzos de los 80s “Nega do cabelo duro, que nao gosta de pentear, quando pasa na Baixa do Tubo o negao comeca a mirar…”, etc. Por más que la letra - que hizo famoso a Luiz Caldas y que preanunció el boom de la axé music- me pareciera algo racista , pero era la que estourou el carnaval y que todos cantábamos en fiestas de largo, en cuanto aparecía un trío o en los días de carnaval.
Pero de un bloco afro, uno espera otra cosa. Y especialmente de determinados blocos afro. Cuando Alaketu, por ejemplo, se “tri-electrizó” (mezcló su batida y sus tambores con la música de los tríos eléctricos), bueno, era interesante, por qué no un grupo que hiciera, digamos, cross-over?. Ahora cuando ya no hubo diferencia entre el bloco afro Alaketu y los tríos eléctricos, ahí ya más que cross-over sonaba a vendida.
Y cuando Olodum, comenzó a cantar: “Olodum tá rock(i), Olodum tá pop(i), Olodum tá bom demais…” y cosas así, que no decían nada de nada, y era porque el Peló se veía invadido los martes de gente que antes nunca hubiera pisado el Pelourinho porque le daba miedo el lugar y tanto negro junto, bueno, también empezó a sonar como vendida . Y cuando los tambores de Olodum se empezaron a caracterizar más por los malabarismos que hacían con ellos que por cómo sonaban, bueno, la preocupación crecía…. (Recuerdo un ensayo de Olodum, cuando tenían la quadra de ensayos en el viejo Pelourinho, en una de las calles que bajaban hacia la Baixa dos Zapateiros, la primera o la segunda después de Gandhy, era 1982 o 1983, y los únicos blancos en ese ensayo éramos una antropóloga francesa que hizo la primer tesis de doctorado sobre Olodum, su novio norteamericano (uno de los primeros yanquis que aprendió capoeira) y yo, que había ido llevado por un amigo que vivía en el Peló. Y mi amigo me dijo, cuando después de cierta hora vean que la gente empieza a hablar mas alto, a discutir, etc mejor irse. Y sí, después de las tres o algo así había que irse porque empezaban los tiros…).
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