Por Viviana Parody (entrada 2 de 3)
Las Llamadas de San Telmo, entre 2006 y
2012
Como parte de las actividades generadas
durante la conformación de la comparsa Kalakán Güé, se dictaron talleres
gratuitos de candombe en el Centro Cultural Fortunato Lacámera, sito en las
calles San Juan y Balcarce, esquina parte del recorrido tradicional de los
tambores de candombe que parten de Plaza Dorrego en feriados. A cargo de los
mismos talleres o clases iniciados por Ángel Acosta Martínez, hoy se encuentra
–y ya desde hace años- el afrouruguayo Claudio “Artigas” Martirena, oriundo de
Barrio Sur de Montevideo, venido a la Argentina en 1980, año en el que vino a
“actuar con la comparsa Morenada”, para desde entonces radicarse en nuestro
país. Tales talleres, forman parte de los dictados bajo el Programa Cultural en
Barrios, dependiente del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
Es precisamente por iniciativa del Centro
Cultural Fortunato Lacámera, luego de varias salidas con tambores por Avenida
de Mayo impulsadas por la Asociación Amigos de Avenida de Mayo, que en 2006 se
realizan las Primeras Llamadas de San Telmo, de las cuales la comparsa Lonjas de
San Telmo (comparsa producto de las clases de este centro cultural, e integrada
por familias uruguayas y jóvenes argentinos) es anfitriona. La falta de
acompañamiento del gobierno de la Ciudad (al que se le solicitaba agua, baños
químicos, difusión y micros para que pudieran participar las casi 25 comparsas
que solicitaban hacerlo, sin obtener respuesta positiva desde entonces y hasta
2012), hizo que en 2009 las IV Llamadas de San Telmo fueran dos: la
correspondiente con esta organización “oficial” (hecha casi sin recursos
reiteradamente año a año), y la correspondiente con la gestión “independiente”
de las mismas por parte de las comparsas de candombe que repudiaban esta
política cultural abandónica. Los “referentes” afrouruguayos, exceptuando a los
hermanos Bonga Martínez, no coincidieron en confrontar al gobierno de la Ciudad
en pos de un reclamo decisivo (“no salir en las Llamadas si no se obtenían
estos recursos mínimos”).
Así surgen, paralelamente al desalojo de las familias
afrouruguayas y de la escuela de candombe de la calle Herrera 313 –último quilombo
urbano-, las Llamadas de “Lindo Quilombo”, organizadas por quienes para
entonces se constituían como un colectivo de comparsas, aspirando a conformarse
a futuro en una asociación o agrupación formal que pudiera nuclear a las mismas
y representarlas en las gestiones comunes. Es decir, se realizaron dos Llamadas,
que continúan desde entonces, mal entendidas como “oficial” e “independiente”. En
ese mismo momento, en las reuniones de comparsas, se anunciaba que el candombe
había sido declarado “patrimonio inmaterial de la humanidad” por Uruguay, hecho
que reconfortaba y a la vez generaba dudas sobre el futuro de esta expresión en
Argentina.
Los siguientes tres años fueron definitivos
para la afirmación de una política nacional multicultural, que en lo que
respecta a cultura afro dio su inicio en los mega festejos del Bicentenario
(2010), tuvo luego su afirmación con la creación del Programa Afrodescendientes
perteneciente a Secretaría de Cultura de la Nación, y su finalización con la declaración del Día de las y los afroargentinos y la Cultura afro (8 de
Noviembre, en 2013). Durante los mismos hitos, “los candomberos” y directores
de comparsas se mantuvieron bastante al margen de todos estos hechos de
redefinición político-cultural, por lo tanto no contaron a posterior con una
serie de informaciones necesarias en materia de políticas culturales.
Insistiendo durante cuatro años al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por
los recursos mínimos para la realización de las Llamadas de Candombe de San
Telmo (micros para todas las comparsas y no solo las 5 cercanas, baños
químicos, botellas de agua) llegaron a costear de su bolsillo los traslados para la
realización de las mismas en 2012.
En tanto, Lindo Quilombo se hubo convertido
en un “colectivo de candomberos” jóvenes -y no así de comparsas- que con 30
años de edad promedio pertenecían a una generación que aprendió candombe a
partir de “clases”, y que posteriormente (actualmente) buscaron la “convivencia
en contexto” (en su caso, en Uruguay). De entre dicho colectivo, un grupo cada
vez mas experto (de ocho jóvenes) organizó año a año las Llamadas “Independientes”,
teniendo como consigna que quien participara de las Llamadas “oficiales” no
podía participar de la organización de las Llamadas de Lindo Quilombo (si de su
desfile). Llamativamente, las mismas poco a poco obtuvieron el apoyo de CTA
Capital de Calle Independencia, de un sector de ATE, y del MOI (Movimiento de
ocupas e inquilinos), y de la comparsa Zumbaé de Montevideo (dirigida por un
músico, y secretario político, afrodescendiente, integrante joven del Grupo
Asesor de Candombe conformado en Montevideo a partir de la Declaratoria de
UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad para el Candombe). De este
modo, las controversias internas de la “comunidad” afrouruguaya de Montevideo,
comenzaron a atravesar el ya complejo contexto candombero porteño: el Programa
Afrodescendientes de Argentina se encontraba a cargo de Javier Ortuño, “primo”
del ex diputado y hoy Ministro de Industria Edgardo Ortuño de Uruguay (línea política
que no cuenta con el apoyo de los afrouruguayos jóvenes de Montevideo en
interacción con los candomberos porteños pertenecientes a Lindo Quilombo).
Los ecos del “que se vayan todos” –consigna
de los cacerolazos de Argentina de 2001 con los que se “pidió la renuncia” del
presidente De la Rúa- se hicieron lugar en las consignas compartidas por muchos
de los candomberos argentinos: “queremos diferenciarnos, y organizar las
llamadas por nosotros mismos, y no con el Estado”. Dos sindicatos alineados en
contra del gobierno nacional dieron su apoyo año a año para las Llamadas de
Lindo Quilombo, apoyos que se sumaron –desde ya, y es meritorio- a una muy
buena dinámica de grupo y a las habilidades propias de la cultura juvenil de
clase media, más que propicias para lo gestivo-comunicativo-organizativo.
El 2012, encontró a los “candomberos”
reunidos en el nuevo predio otorgado por el gobierno de la Ciudad a los
hermanos Bonga Martínez en Defensa 535 (previo juicio por desalojo del espacio
de la calle Herrera 313). En esta oportunidad, “los candomberos” -unidos
nuevamente, aunque aún con dos Llamadas (“Oficiales” e “independientes”)-
planificaron una “única Gran Llamada” para 2013, a realizarse “entre todos y
unidos”, saldando así las diferencias de 2009 entre los diversos actores, para luego
juntos “golpear nuevas puertas” que
dieran lugar a la obtención de recursos (ya NO al gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires, o no únicamente). Sin embargo, frente a la iniciativa de los jóvenes de Lindo
Quilombo de adelantarse en lo que refiriera a las reuniones con las nuevas
esferas del gobierno nacional (puntualmente, con el Programa Afrodescendientes),
los candomberos afrouruguayos (unidos los dos centros culturales y las dos
generaciones de inmigrantes) pidieron ser poder “ser ellos quienes acudieran a
las oficinas del Estado” a una primer entrevista con el Programa
Afrodescendientes –reconociéndose como tales- para plantear por nota la situación
del candombe en Buenos Aires en representación de todos los grupos integrantes
de “las reuniones de comparsas”.
En desacuerdo con ello –aunque sin
verbalizarlo-, los dos a tres jóvenes representantes de Lindo Quilombo
consolidaron en enero y febrero de 2013 sus alianzas con Uruguay –representando
en marzo al candombe por nuestro país en eventos relacionados a Patrimonio
organizados por Secretaría de Cultura de la Nación y el proyecto Patrimonio Vivo de
UNESCO Uruguay en Buenos Aires- y se retiraron tanto de las reuniones de comparsas
como de las construcciones colectivas, dejando como aporte igualmente su
participación en las Llamadas de San Telmo, pero también la confirmación de que
continuarían con la realización de las usuales Llamadas de Lindo Quilombo en
2013 también.
Tras varios meses de convocar a acuerdos, se obtuvo que Lindo
Quilombo organizara “su” Llamada (“independiente”) en una fecha algo anterior
(2 de Noviembre) y en barrio aledaño, igualmente emblemático (Montserrat),
permitiendo así a las comparsas restantes de jóvenes argentinos y uruguayos
“organizar la llamadas” también “entre todos” junto a las comparsas de directores
afrouruguayos de San Telmo, pero en este caso con el apoyo del Estado para los
recursos (sígase entendiendo por “recursos”: baños químicos, agua, corte de
calles y micros, y nunca un caché para cada comparsa, precisamente por el rumor
de que “los referentes [léase los afrouruguayos, o directamente los negros] lo
que querían es dinero”).
En
las reuniones organizativas de las VIII Llamadas de San Telmo, reuniones que
esta vez comenzaron en Marzo luego del desfile de comparsas ya usual del Carnaval
Afrodescendiente organizado por el Programa coordinado por Javier Ortuño, los
diálogos no fueron sencillos. Aún tratándose de directores o integrantes de
comparsas que acordaban en solicitar al Estado “un apoyo” (no así en delegar
los criterios organizativos), llevó varios meses establecer pautas comunes y
respetarlas, sobre todo por los diferentes códigos comunicativos, y no tanto
por las ideas centrales en cuestión. Aun así, la organización conjunta de las
comparsas en sus reuniones hizo que en Mayo de 2013 se entregara a la Secretaría de
Cultura de la Nación (Programa Afrodescendientes) el pedido formal de apoyo para
las VIII Llamadas de San Telmo (la solicitud incluía junto a los detalles de
recursos, el pedido de declaratoria de interés cultural de la Llamada). Se
solicitó también la posibilidad de incluir al candombe en los nuevos carnavales
nacionales, definidos como “federales y latinoamericanos”, y la respuesta
resultó afirmativa por demás en primer término, aunque finalmente no se
concretaron todos los recursos (sino algunos), ni la logística esperada, aunque
a cambio se demandó durante todo el año una dinámica de trabajo que supiera dar
cuenta de que “las comparsas querían organizarse” y trabajar
“consensuadamente”. Como saldo, la construcción de esta dinámica (pautas
comunicativas, distribución de tareas) resultó positiva y si bien no estuvo concluida
y aún resulta mejorable, la misma quedó incorporada a las reuniones de
comparsas -no aún al funcionamiento hacia el interior de las mismas, que muchas
veces siguen en situación de desinformación de estos procesos-.
La participación en las reuniones, de todos
modos, y las pautas para la participación en las Llamadas –que tuvieron al
expectativa de responder a los requerimientos internacionales que cualquier
evento cultural tiene en el casco histórico de una ciudad- estuvieron
“impulsadas” por una serie de principios escritos que los afrouruguayos
consensuaron entre sí (pudiendo interactuar por primera vez entre pares sin
competir entre ellos). Estos principios organizativos, que trascendieron entre
los candomberos como “el reglamento”, luego debieron ser flexibilizados dado el
rechazo de algunos grupos o comparsas integradas fundamentalmente por
argentinos. En dicho proceso, las comparsas integradas por jóvenes uruguayos y
afrouruguayos, se mantuvieron ausentes (en muchos casos como estrategia para no
pronunciarse ni en contra ni a favor dada su doble pertenencia: siendo
uruguayos “respetan la tradición”, pero siendo jóvenes tienen lazos de amistad
con los “candomberos jóvenes argentinos”). Estas pautas entonces, aunque
finalmente no fueron tenidas en cuenta (al extremo de no debatir cuáles podrían
ser viables para el lucimiento de la expresión, en tanto no significara el
perjuicio de los procesos sociales implícitos), incentivaron a algunos grupos a
mejorar su presentación, sea en su vestuario, en la inclusión de personajes
tradicionales, o en la viabilización de consignas comunicativas (a modo de
“mensajes”) para la sociedad mayor.
Indagando la pluralidad dada por “los otros
candombe(S)”
“Nosotros no queremos que el Estado provea
a las comparsas de micros para ir a la Llamada, porque consideramos que allí
donde el Estado resuelve las cosas por la gente, la inhibe a su vez de poder
conseguir recursos por sí mismos, con las interacciones que esto implica”
Candombero organizador del Encuentro de
Candombe(s)
de Punta Lara, 2013, integrante de la
comparsa “La cuerda” de La Plata.
Evidentemente hubo tantas interpretaciones
de esta propuesta de “estatuto o reglamento” que regularía desde 2013 las Llamadas
de San Telmo dado por “los referentes”, como traductores del mismo. Dicha
construcción de criterios (que podía oscilar entre crear categorías como
simplemente establecer dos días o partes para el desfile, una correspondiente
con “expresiones tradicionales” y otra con “innovaciones juveniles”), llegaron
a oídos de todos los jóvenes “candomberos” de todo el país, dada supuestamente
“la gravedad de estas exigencias”. Siendo que desde Argentina se rechaza el
mecanismo mercantil del carnaval montevideano, se descarta cualquier política
cultural del vecino país, aun desconociéndola.
Especialmente las políticas
referidas a La Movida Joven, dirigidas a este sector de la población que cuenta
con espacios públicos y cortes de calle para su esparcimiento artístico o
deportivo (a cargo e iniciativa de la Intendencia de Montevideo), o las
denominadas “cooperativas de vivienda” de modelo uruguayo, presentan principios
bastantes coincidentes con los promulgados por los jóvenes argentinos en sus
Encuentros de Candombe(S). Cada vez que algún uruguayo o afrouruguayo referencia
su país, sin embargo, los candomberos argentinos inmediatamente asocian la
mención al dispositivo del carnaval, y no a las políticas sociales y culturales
más generales. Puntualmente, varios grupos de candombe de escenario integrados
por argentinos, hicieron en 2013 manifiesto su rechazo por ambos gobiernos
nacionales (el de Pepe Mujica, y el de Cristina Kirchner), afirmando que los
gobernantes lo que deben hacer es “devolver la plata que se robaron”. Es de
destacar como el Estado, y el dinero, aparecen de manera conjunta o separada
como demonizados.
La variedad y diversidad de prácticas hace,
sin embargo, que también encontremos –aunque con mucho menor impacto- el acercamiento
de los referentes afrouruguayos de mayor edad (hoy con 70 años, exiliados en
1974) al sector juvenil, aún incluso a las generaciones recientes o más jóvenes
de candomberos, como resultan ser los Encuentros (juveniles) de Candombe(s). Si
bien estos Encuentros tienen su origen en ciudades del interior del país, hacia
los grupos de candombe del interior existió circulación (intercambio) de
figuras afrouruguayas, aunque los candomberos afirmen “que no existen entre el
candombe del interior y el de Buenos Aires relación, sino más que con Córdoba o
directamente con Montevideo”. La apropiación de la práctica, se ha dado sin
dudas por múltiples vías. La circulación del material discográfico de Afrocandombe
entre los jóvenes “candomberos” del interior, da cuenta también de la
importancia de las herramientas de referencia, facilitadoras o “transportadoras”
de acervos culturales colectivos: “nosotros aprendimos a tocar con Afrocandombe”.
En
los encuentros (o mas específicamente, en el Encuentro de CandombeS de Punta
Lara en 2013), la pluralidad se vio plasmada en el compartir alimentos, en el
abonar todos un dinero de base que cubriera los costos de tres días de camping
–que incentivaban a cumplir- y en las conversaciones centradas a veces más en
la danza (o en las mujeres y sus procesos en el candombe) que en los “tambores”
o en los “tamborileros” (ya que muchas mujeres argentinas tocan tambores). Aun
así, al momento de desfilar en el espacio público aledaño al camping con los
tambores (avenida alejada del centro de la ciudad de La Plata, por lo tanto sin
dificultades para el corte de tránsito parcial), lo que se observó fue
nuevamente un desfile de comparsas de estilo uruguayo, con vestuario. En los
momentos de “compartir y aprender entre todos” se generaron “jumps”
(improvisaciones) de agrado y disfrute, pero donde el conocimiento performático
no circulaba con facilidad a falta de lo que en políticas de patrimonio se
denomina como “portadores”, a pesar aún de la cantidad y calidad de
instrumentos-tambores a disposición. De manera aledaña a estos espacios de
“aprender entre todos”, se generaban espacios de serigrafía (para pintar
remeras al instante con la consigna del encuentro), y de venta y exposición de
tambores, talíes, palos, etc. Al Encuentro, muchos jóvenes se habían acercado
en tren o micros, pero una gran cantidad –llamativamente- se movilizaba para
todo tipo de traslados en automóviles de su propiedad (hecho que agrega un dato
a sus pertenencias de clase, pero no desdibuja ni desvaloriza de ningún modo
sus construcciones).
Al Encuentro de “Candombe(S) en
plural” (realizado en Punta Lara, La
Plata, para que supuestamente pudieran asistir los grupos de San Telmo que a
los encuentros del interior del país no pudieron asistir en años anteriores por
los costos del viaje) finalmente no fueron invitadas las “comparsas de Buenos
Aires” (“por temor a que nos desborde la participación”). Fueron avisados del
mismo, igualmente, de manera personal, algunos “candomberos” argentinos del
contexto porteño que supieron asistir con algunos miembros de sus grupos
(escasos).
Claramente, entre todas estas prácticas
–más allá del uso del espacio verde en un caso, y del uso del espacio público
emblemático en otro- existe un factor común y una clara diferencia: todos
quieren “hacer /organizar el candombe entre todos”, pero algunos quieren
hacerlo “CON el apoyo del Estado”, y otros “de manera independiente” (SIN el
Estado, buscando otros modos de solventar los recursos, que en muchos casos
termina siendo particular, o de sindicatos u ONGs). Esto pareciera ser una
huella también de la coyuntura sociopolítica de la Argentina del 2001, propia
de las asambleas de vecinos que se solidarizaban para resolver sus problemas
“entre todos”. Muy a pesar de quienes creen que tales iniciativas se han
terminado una vez terminado el “corralito” (y así ocurre en un alto
porcentaje), vemos como determinados sectores de la población (no incluidos en
la planificación estatal por diversos motivos, como los jóvenes o los
feriantes, para el caso de la Ciudad de Buenos Aires) si han incorporado y
mantenido estas prácticas de tipo solidario como modo organizativo, y como “forma
de vida”. Quienes viven el candombe desde estos principios emanados de la
crisis del 2001, fusionan muchas veces significantes propios de la cultura
afrouruguaya con los sentidos locales porteños que ellos les asignan a sus
prácticas con el tambor: “candombe como forma de vida”, “resistencia”,
“comunidad”.
Por otro lado, las maneras del hacer entre
quienes coinciden en interpelar al Estado, dan cuenta de diferencias
intergeneracionales y/o culturales que oscilan entre formas más o menos
autoritarias o paternalistas, a formas más participativas y “horizontales” de
comunicación y organización. En tal “horizontalidad”, la cantidad y calidad de
información, la experiencia de vida, la trayectoria con el candombe, y las
herramientas de comunicación masivas que los actores manejan es extremadamente
disímil, y hasta que tal “brecha” (digital, social) no se reduzca, siempre se
tenderá a caer en la repetición de las fragmentaciones ya existentes, siempre
halladas.