Algunas de las ofrendas para Oxum en la ribera de Quilmes (2009).
Las fotos, entre muchas otras posibles, muestran la dedicación, el amor y el cuidado con que l@s practicantes de religiones (de origen) afro cultúan a sus orixás.
También, las diferencias -pero más aún las semejanzas- que las caracterizan.
El color amarillo del orixá, omnipresente.
Los elementos que agradan a Oxum, pero también la construyen simbólicamente: peines, pulseras, abanicos, collares, aros, espejos, perfumes -representando la femineidad arquetipica, la coquetería y, por qué no, también la vanidad, que no es vista como un pecado en religiones que carecen de esa noción.
Algunas ofrendas incluyen una imagen física de la homenajeada, que puede oscilar entre una representación a la bahiana, con adé (corona y velo de mostacillas), o una más católica, de Virgen con manto amarillo.
Los elementos que las componen también oscilan entre un polo quizás más católico y otro más afro-brasilero, desde velas (pero amarillas), flores (pero amarillas) hasta la comida específica del orixá en la cosmovisión afrobrasilera (del sur): miel, maíz, melón...
Como ya argumenté en otra entrada de este blog, la estética como ética: lo que es bueno debe, a la vez ser bello ... y vaya que lo es....
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