viernes, 16 de marzo de 2012

Ópera con Batá....

Y también con capoeira!.. La "obra escénica" que abríó la temporada lírica del Colón tiene percusionistas que tocan tambores batá, y movimientos de capoeira. Transcribo trechos de la nota del siempre preciso Federico Monjeau, en Clarín de hoy. El responsable es el compositor argentino radicado en el extranjero Osvaldo Golijov. 

Foto Clarín

Clarín, Viernes 16 de marzo de 2012
Bach, minimalismo, Víctor Heredia, capoeira
Crítica. La Pasión según San Marcos. La obra de Golijov abrió la temporada del Colón en una gran realización musical.
Por Federico Monjeau

Aunque no se trata de una ópera, la decisión de abrir la temporada lírica del Colón con La Pasión según San Marcos de Osvaldo Golijov es inobjetable. Un comienzo de temporada es el lugar que más le sienta a esta Pasión , por la expectativa que suscita una apertura por sí sola y por la trascendencia que esta obra ha tenido en todo el mundo, como también por su particular economía, que sin ser la de una gran producción lírica involucra una enorme cantidad de artistas extranjeros: excepto las cuerdas de la Estable, todos los músicos -instrumentistas y cantantes, además de la competente directora María Guinand- han venido de afuera; incluso el coro, la formidable Schola Cantorum de Venezuela. Y, sin ser una ópera, La Pasión es una obra escénica (escena que dirige el propio Golijov), no sólo por las coreografías sino por la cambiante disposición de coro y solistas.
No es difícil entender el impacto de la obra tras su estreno en Stuttgart en 2000. Golijov concibió una Pasión en clave latinoamericana. El vía crucis transcurre en alguna plaza entre Cuba y el Brasil; la música es consecuentemente caribeña, aunque hay también otras fuentes: flamenco, giros brasileños, algún aire piazzolleano combinado con el scat del jazz (en la “Agonía” de Jesús, “aparta el cáliz de mí”), además de un estilo minimalista que remite a Steve Reich.
 (…) La concepción es sólida, la artesanía es magistral; puede incluso reutilizar una melodía como la de Todavía cantamos (que fue de Víctor Heredia y que hoy ya le pertenece a las hinchadas en general) sin que se experimente una caída en el ridículo: la dramática estilización coral y percusiva a que la somete Golijov la conecta legítimamente con el resto de la obra.
(…)  El mismo autor la ha calificado de obra coral. Son frescos, sonoros y visuales, con bailes de capoeira incluidos (que en verdad no agregan nada, salvo una considerable cuota de kitsch) y la aparición de un Jesús mulato con su corona de espinas cargando su cruz (invisible). (...)

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