martes, 30 de agosto de 2011

Afrodescendientes - Ciclo de Cine


4º Ciclo Espejos y Espejismos: Afrodescendientes. Documental independiente + debate
1º al 25 de septiembre. En el CCEBA y el Museo Etnográfico (UBA)
organizado por Observatorio Sur


Observatorio Sur y la Sección Interdisciplinaria de Estudios de Asia y África de la Universidad de Buenos Aires y los archivos OVNI organizan por cuarto año consecutivo el ciclo “Espejos y Espejismos”, con películas que abordan el legado del colonialismo en un mundo poscolonial. Muchos africanos y sus descendientes aún hoy se encuentran atravesados por las consecuencias de la discriminación racial, potenciando estereotipos humanos exóticos y subordinados económica, política y culturalmente. Reconociendo esta situación y con el objetivo contribuir a su transformación, la Organización de las Naciones Unidas proclamó 2011 como el Año Internacional de los Afrodescendientes. El ciclo de documentales se suma a esta iniciativa, ampliando la divulgación de películas de difícil acceso en el circuito comercial y estimulando la reflexión sobre los desplazamientos humanos, las transformaciones en las identidades, las formas de la representación cultural, las resistencias que muchos africanos han presentado a los procesos de dominación y la influencia que sus acciones han tenido en los cambios globales. En esta edición se presentarán películas que refieren a las diásporas africanas en Argentina, Brasil, Uruguay, Estados Unidos, el Caribe, Alemania y Francia, como así también a las formas de la clasificación racial en la Sudáfrica del apartheid.

1)  CCEBA - PARANA 1159
1 Y 2 DE SEPTIEMBRE

Jueves 1 de septiembre
17 hs
La Meute, Global Project, radio Sherwood, le Mouvement de l'Immigration et des Banlieues (MIB), Italia, Francia, 2007, 13 min.
Testimonios paralelos de Youssoupha, un artista rapero y Thomas, de Fréquence Paris Pluriel y del M.I.B. Evocación del rap como objeto de censura, criminalizado por los sucesivos gobiernos y como arma de lucha política, muy alejado de los clichés del rap comercial.
Le Monde es a Nous, Global Project, radio Sherwood, le Mouvement de l'Immigration et des Banlieues, Italia, Francia 2007, 26 min.
Tarek y Nordin cuentan la historia y la lucha de su organización. Rememoración, con un poco de perspectiva y resentimiento, en estas fechas de campaña electoral, de las mentiras y fracasos constantes de los distintos gobiernos a lo largo de los últimos treinta años.
 18 hs
Black Panthers Huey!, Agnès Varda, EEUU., 1968, 28 min.
Este documental parte del arresto de Huey Newton, uno de los fundadores de Panteras Negras, tras el supuesto asesinato de un policía. El film se centra en las protestas que congregaron a más de 5000 personas, en las que se produjeron durísimos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes...
 Huey P. Newton: Prelude to Revolution, John Evans, EE.UU., 1997, 35 min.
Huey P. Newton, uno de los fundadores del Partido de las Panteras Negras, pasó cuatro años en prisión por el homicidio de un oficial de policía de Oakland. Esta es una entrevista exclusiva durante su encarcelamiento, en el que se analizan los objetivos de Newton como revolucionario, incluyendo la libre determinación de los afroamericanos, el pleno empleo, vivienda digna para los pobres y marginados, el fin de la brutalidad policial y el fin de la guerra de Vietnam.
 19 hs.
El país al revés (Le pays à l'envers), Sylvaine Dampierre, Francia, 2009, 90 min.
Un viaje personal a la memoria esclava. De regreso a la isla donde nació su padre, la cineasta reconstruye la historia de su nombre. A lo largo de su viaje iniciático a las tierras de su padre, su búsqueda nos transporta a la época de la esclavitud. Se cruzan los caminos de una memoria viviente, se dibuja la visión de un país con una historia que todavía resuena.

Viernes 2 Septiembre:
13 hs
¿Qué es de tu vida? (Was lebst du?), Bettina Braun, Alemania, 2004, 84 min.
La cineasta acompañó durante dos años la vida de un grupo de adolescentes en Alemania. Ali, Kais, Ertan y Alban tiene entre 16 y 20 años y tienen algo en común: sus padres provienen de Marruecos, Túnez, Albania y Turquía y son inmigrantes. Aunque el alemán no sea la legua materna de estos chicos, es el idioma en el que se comunican entre ellos y en el que escriben sus textos de rap.
 17 hs
Afroargentinos, Jorge Fortes y Diego Ceballos, Buenos Aires, 2003, 75 min.
A cualquier argentino que se le pregunte dirá que en la Argentina no hay negros o que los hubo durante la época de la colonia española, pero desaparecieron durante las guerras y las epidemias. Sin embargo en las costas de América Latina, desembarcaron cientos de miles de esclavos negros. Hoy, en la Argentina los descendientes de aquellos esclavos son víctimas de la segregación racial más simple: Se niega su existencia.
 18.30 hs
Quilombo Country, Leonard Abrams, Brasil, 2006, 73 min.
Un retrato de los “quilombos”, comunidades rurales que fundaron esclavos fugitivos o que surgieron de las plantaciones abandonadas. Hoy en día existen unos 2000 quilombos. Muy poco conocidas fuera del país, estas comunidades luchan por conservar un rico patrimonio surgido de la resistencia a la opresión.
 Charla debate: Docentes de la sección de estudios de Asia y África de la Facultad de Filosofía y Letras UBA.

2)  MUSEO ETNOGRAFICO (UBA)
SÁBADOS Y DOMINGOS DE SEPTIEMBRE, 17 HS.
Moreno 350, San Telmo.

Repiten estas películas y otras. Para la programación, ver

jueves, 25 de agosto de 2011

Insatisfechos con las imágenes....

A propósito de un comentario a Racializando al Ejército de los Andes


He dicho en algún otro lugar –algún día espero escribir algo más serio o extenso al respecto- que, no sólo se ha discriminado e invisibilizado a los afroargentinos, sino que también se los ha estereotipado y exotizado –aunque esto último vale aún más para afrodescendientes de otras nacionalidades, y sólo muy recientemente, quizás, para los afro-argentinos.
Tan importante como recabar información nueva sobre el pasado y presente afroargentino es reflexionar acerca de cómo han sido –y son- representados. Esto porque los procesos de invisibilización, estereotipación, exotización y discriminación no han dejado de producirse de una vez y para siempre, sino que son fruto de una(s) dinámica(s) social(es) que no dependen solamente del estado de nuestro conocimiento acerca del tema (de cuanta información digamos “objetiva” tengamos) .
No tenemos ninguna garantía de que el conocimiento académico nuevo que se está generando no continúe siendo atravesado o deformado por estos cuatro procesos –y puede haber más-. Puede ser despreciado, puede ser invisibilizado, o puede ser utilizado para continuar antiguos –o promover nuevos- estereotipos o exotizaciones. 
Cada nueva presentación social de información e imágenes respecto de los afroargentinos –dedicadas específicamente a ellos o como en el caso de la película Revolución, que los incluya- puede responder a estereotipos (más o menos) antiguos, o exotizarlos, o puede tener una repercusión tan sólo momentánea que en nada quiebra el mucho mayor y más amplio proceso de invisibilización.
Las propias acciones de los involucrados pueden  -como se sabe que sucede en otros países, y el nuestro no debería ser una excepción- llevar a su estereotipación y exotización.
De la misma manera que la invisiblización no se instaló de una vez y para siempre, tampoco se quiebra de una vez y para siempre. Es un proceso continuo de (re)construcción de la realidad –cotidiana y de la memoria. Una película puede mostrar una imagen diferente, pero es una sola película, con un cierto grado de visibilidad en un determinado momento. Lo que importa finalmente es el conjunto de imágenes que circulan, que caracterizan el “diálogo social” respecto de un tema en cada momento histórico.
Por ello necesitamos, además de mejor y mayor conocimiento fáctico -de los hechos- interpretaciones acerca de ellos, cada vez más reflexivas, refinadas y críticas.
Aún con nuestras mejores intenciones, como argentinos participamos del sentido comun, acumulado a lo largo de varias décadas –centenios- sobre cómo son los “negros”, sus características biológicas, morales y su lugar en la historia. Deshacernos de estas cuatro formas de verlos que han sido predominantes–y sin caer fácilmente en el más reciente de la exotización- es una tarea ardua y cotidiana.
De ahí el cuidado excesivo y minucioso que hay que tener –sin caer en pretensiones de patrullamiento intelectual, claro- sobre cómo a quienes les (nos) interesa el tema, escribimos sobre él o lo mostramos.
Aún desde posiciones empáticas a los afrodescendientes y/o críticas de la historiografía oficial se puede caer, nuevamente, en lugares comunes y estereotipantes. Hay temas míticos al respecto que llevan muchos años y que sirven, inmediatamente de base de interpretación de nuevas informaciones: el tema de la “lealtad” o “fidelidad” (de los esclavos), el del “buen trato” (de los amos), su aceitada “integración” a nuestra sociedad, la “libertad concedida” (fácil y tempranamente) o aún, su “genocidio”.
Por eso -para continuar con el ejemplo de trailer de Revolución- si a esos 44 segundos sólo añadimos “si sobrevivían” se puede brindar una imagen más matizada y completa/compleja de un fenómeno que de lo contrario puede ser recibido, desde el sentido común argentino  como apoyando los temas míticos de “la bondad”, “la fidelidad”, “la libertad concedida”.
Como ya saben quienes lo siguen, una de las preocupaciones principales de este blog es, por lo tanto, contribuir a llamar la atención hacia estos temas y a su discusión -sin pretensiones de verdad exclusiva o excluyente, ya que todos los que habitamos este suelo debemos, cotidianamente, luchar contra nuestros propios prejuicios y prenociones.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Etiopia - mas allá de Haile Selassie...

La nota de tapa del suplemento Turismo de Página 12 de esta semana está dedicada a Etiopía y sus numerosos tesoros culturales. Un educativo texto con bellas fotografías que va más allá de la imagen estereotipada del Africa de elefantes, cebras y jirafas...

  El techo de los ángeles en la iglesia de Debre Birhan Selassie. Foto Franck Zecchin

Página 12, Turismo, 21 de agosto de 2011
ETIOPIA. UNA CIVILIZACION MILENARIA, UN MUNDO EN SI MISMO

En la tierra de ángeles
Por Sergio Kiernan
Antigua de milenios, la segunda nación cristiana en el mundo fue leyenda y sigue siendo misterio. La sorpresa de encontrar en pleno Africa una escuela bizantina de pintura, una tradición feudal y una cultura incomparable.

De todos los paisajes de Africa, de todas sus vueltas y contradicciones, ninguno se compara a Etiopía. No es una tierra para ver animales, sentir pulsos telúricos o seguir tambores. Es una nación cansada de vieja, de monasterios y manuscritos, una civilización tan centrada en sí misma que ni siquiera usa el mismo calendario que el resto del mundo. Descubrir Etiopía es como estar entre los primeros turistas a Egipto, los que hace un par de siglos descubrieron otro mundo.
Como sus vecinos al norte, los etíopes existen hace milenios. Los griegos los mencionaban con sus puertos en el Mar Rojo, en lo que hoy es Eritrea, bastante antes de Cristo, les compraban commodities –cueros, cuernos, telas, piedras preciosas– y les pagaban en oro acuñado. Los lenguaraces interpretaban usando una mezcla de árabe arcaico y guiz, la lengua local que sigue usándose en las iglesias, como un latín de coptos. Algún audaz hasta reportaba su viaje al planalto, a las ciudades de Yeha y Axum, pobladas de tumbas reales y obeliscos altísimos.
En ese Cuerno de Africa que recibía flotas de la India y acuñaba moneda propia para dar cambio a los dracmas, había una civilización compleja y –accidentes del comercio– muy influida por el judaísmo de la época. Etiopía, para el cambio de Era, tenía una inmensa población convertida al culto a Yahvé –los falashas que hoy viven en Israel son sus descendientes– y un tránsito de palabras y textos que fue la levadura de mitos fundacionales. Para cuando llegó la novedad del cristianismo, el país estaba listo: los etíopes fueron el segundo pueblo en el mundo en convertirse como nación.
Lo que simplemente reforzó la conexión con el Viejo Testamento. El cristianismo etíope es de los que remarcan una y otra vez la conexión con el judaísmo, con iglesias pobladas de estrellas de David y la costumbre de guardar en el lugar más santo del templo –prohibido para los laicos– una réplica de las Tablas de la Ley, el tabot. También explica que el emblema nacional sea el León de Judá y que el origen mítico del país sea el amor entre Makeda, reina de Saba, y el prodigioso rey Salomón. El hijo de ambos, Menelik, es el primer negus negast, rey de reyes, y es quien rehace el pacto con la divinidad para que Etiopía sea el nuevo Israel. Como prenda del pacto, Dios autoriza que el joven rey robe las Tablas de la Ley del templo en Jerusalén. Según opinión unánime, las tablas siguen en el país, custodiadas por un cura consagrado en la capilla imperial de Axum, justo al lado de la catedral de Santa María de Sión.

 Bet Giorgis, una de las impresionantes iglesias talladas en una pieza de roca viva. Foto: Sergio Kiernan

Con semejante vuelo mítico, el viaje va a comenzar con un contraste llamado Addis Abeba, que a primera vista aparece como otra de tantas capitales medio atorrantas de Africa. Rota, sin veredas, de un tránsito abiertamente peligroso y con una mezcla rara de casillas de chapa, rascacielos mal construidos y cuadras enteras de racionalismo italiano, la capital tiene varios puntos a favor que hay que descubrirle.
Para empezar, sus lugares históricos. Addis Abeba quiere decir La Nueva Flor y es una ciudad joven, que apenas festejó su primer siglo. Su existencia se debe al último período de expansión del Imperio, cuando Menelik II conquistó el sur pagano y musulmán, bajando del altiplano cristiano que es el núcleo histórico del país. La leyenda es que a la emperatriz Tatui le encantó el clima del lugar, más húmedo y menos pedregoso que el norte, y pidió afincarse. Tatui hizo otro aporte trascendente cuando se enamoró de ese árbol excéntrico, el eucaliptus, y mandó plantarlo. Si Etiopía tiene leña, sombra y madera hoy en día es por los millones de eucaliptus sembrados de borde a borde en su geografía.

   El techo de los ángeles en la iglesia de Debre Birhan Selassie. Foto: Sergio Kiernan

La ciudad actual, la única que merece ese nombre en Etiopía, sigue marcada por el trazado original de Menelik y Tatui. El eje principal es la avenida Churchill, que corre de la estación de trenes –la estación, porque no hay otra– cerro arriba hasta el barrio de Piazza. Frente a la terminal de la línea a Djibouti hay un monumento notable, la estatua del Triunfante León de Judá, símbolo nacional. La pieza monumental de bronce recuerda un hecho marcante, que Etiopía nunca fue colonia y fue la única nación que rechazó, armas en mano y en una batalla definitoria, el intento italiano de colonizarla.
Los italianos, sin embargo, volvieron de la mano de Mussolini, que invirtió 200.000 hombres, decenas de tanques, una fuerza aérea y lo que quedaba de gas mostaza de la Primera Guerra Mundial en conquistar Etiopía y lavar la humillación sufrida. Fue una masacre y duró lo que un suspiro: el joven Haile Selassie I se exilió en Londres en 1936, para volver al frente de un vasto ejército con un diminuto apoyo británico en 1940, oficialmente aliado en la Segunda Guerra Mundial.

El maestro de guiz, la lengua sagrada del cristianismo copto, y sus estudiantes. Foto: Sergio Kiernan

El asombro es lo que alcanzaron a construir los italianos en esos cinco años. Por todo el país, Eritrea incluida, se ven las “bet italiani”, edificaciones de todo tipo levantadas en el estilo modernista que les encantaba a los camisas negras, y no hay pueblo de importancia que no tenga un barrio llamado Piazza. El de Addis Abeba es una encantadora mezcla de casas de principio de siglo, antes nobles y hoy convertidas en oficinas, con monoblocks a la Bauhaus, cachuzos pero elegantes, con calles animadísimas de vendedores y tránsito.

En la capital hay que aprender algunas cosas etíopes. Primero, que no es un país peligroso, aunque el primer vistazo pone nervioso. Lo que parece una villa es un barrio, tal vez un síntoma de que se está en uno de los lugares más pobres del planeta pero no que se está en riesgo. Segundo, que los etíopes son extraordinariamente sociables y hacen cosas como saludar al faranji visitante. Hay días en que cada diez metros hay que contestar un hello! y darle la mano a alguien muy sonriente que quiere simplemente practicar su inglés. No hay que ponerse nervioso y es de cortesía ser pacientes hasta con los insistentes vendedores ambulantes que piensan que el turista puede interesarse en ganar la lotería, comprar DVD truchos o un mapa mural de Africa. Es una oportunidad para entender la gran pasión nacional, la de regatear, actividad en que los etíopes no tienen nada que envidiarle al árabe más pintado. El precio faranji arranca por las nubes y nadie se incomoda si la primera oferta es un décimo del primer número.
Etiopía es, en rigor, un excelente lugar para aprender este arte, porque el devaluado birr hace que los precios sean muy bajos. A trece por dólar, un café bien servido –y los italianos sembraron esta tierra de máquinas espresso– termina costando un par de pesos, mientras una comida excelente sale por cinco dólares por cabeza, cerveza incluida.
Addis Abeba guarda dos tesoros imperdibles. Uno es la sede la Universidad, en el viejo gibi, el palacio imperial que Haile Selassie donó en los sesenta. Vale la pena acercarse para ver la entrada y los jardines, pero el edificio principal guarda una biblioteca notable, una galería de la vida cotidiana muy inteligente y la mejor colección de arte tradicional etíope del país. Como para terminar de romper estereotipos, la colección deslumbra con iconos, pintura religiosa y esa especialidad local, las cruces procesionales de fundición en níquel y bronce. El museo incluye algunas de gran antigüedad y belleza.

 El barrio de Piazza, la zona más comercial de la capital Addis Abeba. Foto: Sergio Kiernan

En el mismo edificio se aloja una colección muy amplia de instrumentos musicales –que incluyen los tambores imperiales con que Menelik II convocó a los nobles para rechazar la invasión italiana de 1896– y se conservan los aposentos reales de Haile Selassie y su emperatriz, Menen.
El norte del país es una enorme meseta montañosa, fresca y fértil en temporada de lluvias, donde se originó y se conserva la cultura nacional. Cuatro destinos permiten volver con una idea matizada de qué es Etiopía y con el asombro de ver que uno de los países más pobres del planeta puede sostener una cultura propia.
Quien quiera comenzar por el principio debe dirigirse al norte extremo. Cerca de la frontera eritrea se alza Axum, ciudad sagrada desde hace dos milenios y un campo arqueológico que necesita décadas de trabajo. El ínfimo porcentaje ya excavado incluye tumbas imperiales con casi dos mil años de antigüedad, dólmenes de tres mil y los dos espectaculares obeliscos tallados, precristianos y tan potentes en su diseño que hasta tienen un modelo de arco, en el remate, todavía llamado axumita. Por debajo de los obeliscos hay una pequeña ciudad subterránea de tumbas reales.
Pero Axum tiene además chapa de sagrada con los cristianos. Su centro real es la iglesia de Santa María de Sión, dueña de alguna de las pinturas religiosas más bonitas del país, todavía en uso pese a que al lado se alza la muy masiva Iglesia Nueva, un pastiche arquitectónico. Entre ambas iglesias se levanta, modesta, una capilla rodeada de una reja. Es dogma del cristianismo etíope que allí se guardan las Tablas de la Ley de Moisés, robadas del Templo de Salomón por orden superior y llevadas a la Nueva Jerusalén por vías milagrosas. La entrada está estrictamente prohibida y es leyenda que el padre custodio anda armado.

Uno de los muros de Debre Birhan Selassie, el “arca” de la pintura etíope. Foto: Sergio Kiernan

La siguiente parada es la villa de Lalibela, en las montañas del este, donde están las increíbles iglesias monolíticas. Lo de increíbles es literal, porque este sitio de la Unesco consiste en una veta de lava rojiza de un par de kilómetros de largo donde hace seis siglos se tallaron trece templos. Al llegar se ven edificios, al acercarse se percibe que son en realidad colosales esculturas, labradas por fuera y ahuecadas por dentro. Recorrerlas es un asombro: cielorrasos tallados, columnas, capiteles, arquerías, muros, todo es de una pieza de roca.
El conjunto es además una apropiación simbólica audaz. Según las crónicas, el rey Lalibela hizo un peregrinaje a los Santos Lugares, en manos de los turcos, pasando mil peligros y penurias. Al volver, decidió crear su propia versión en suelo etíope, con lo que el pueblo que ahora lleva su nombre tiene un Gólgota y un Gethsemaní, un Jordán y un Monte de los Olivos, un camino al cielo –difícil y peligroso– y hasta un Averno, un túnel oscurísimo y angustiante que finalmente se abre ante la Iglesia de la Redención.
La tercera escala obligada es la muy animada y agradable ciudad de Gonder, en el oeste, que tiene la distinción de haber sido capital del país por un par de siglos largos, todo un record en una cultura que tuvo mucho de nómade. El testimonio de este status es el conjunto de palacios renacentistas, que resistieron las guerras con los musulmanes y hasta el bombardeo británico a los fascistas. Hay que dedicarle un día entero al conjunto y prestar particular atención a su estilo, que con sus cúpulas redonditas se ganó el nombre de “gonderino” e hizo escuela en el país.

Uno de los castillos renacentistas de Gonder, patrimonio de la Unesco. Foto: Sergio Kiernan

Pero Gonder es además dueña de un hermoso mercado, que los sábados se anima de campesinos y donde es posible comprar especies y textiles, de buenos cafés –en particular el Delicious Bakery y el Etiopia Hotel, una cápsula de la década del treinta que a la noche se transforma en una suerte de whiskería suburbana– y de esa sorpresa que es la pizza etíope, exquisita y artesanal. La ciudad es pequeña y caminable, perfectamente segura y a mano de montañas de una belleza soñada.
Y es también el hogar de un artefacto cultural único, la iglesia de Debre Berhan Selassie, completamente cubierta de pinturas de la más pura Escuela Gonderina, que nace de la visita de un pintor veneciano en el siglo XV y marca un pase al realismo desde el hieratismo bizantino. El templo, con forma de Arca de Noé, contiene la famosa Trinidad representada como tres ancianos de cabello blanco y el todavía más famoso techo de los ángeles negros, que miran en todas las direcciones para ver nuestras falencias.
Muy cerca de Gonder y ahora accesible por tierra –las rutas etíopes suelen ser catastróficas y a nadie le extraña tomarse veinte horas para hacer 400 kilómetros– está Bahar Dar, al lado del lago Tanna, el único de la región. Bahar Dar es el resort local y tiene una flotilla de botecitos para recorrer las islas, cribadas de monasterios en actividad. Otra excursión popular es visitar la cercana fuente del Nilo, lugar mítico que les costó la vida encontrar a decenas de exploradores mal informados.
Quien recorra las calles y las aldeas de Etiopía tendrá que ser de hielo para no volver encantado de su gente y sus maneras. Es un país de brazos amplios, digno y amistoso, que permite entrarle y no necesita un tour rígido. De esos, quedan pocos.

Fuente de la foto de Franck Zecchin:
Fuente de la nota y otras fotos:

lunes, 22 de agosto de 2011

Racializando al Ejército de los Andes...

Hoy mi amiga Paula (Q!) me manda el enlace de este corto(istmo) video de canal Encuentro –un mini-trailer temático, digamos, de la película Revolución. Al hacerlo me manifiesta también un desencanto con el audio, algo que “le hace ruido”, quizás la (nueva, múltiple, infinita) repetición de la misma historia, ahora en ropaje técnicamente más moderno y en versión más multicultural –en la medida en que muchos de los extras son inmigrantes africanos-.
Debo confesar que aún no ví la película entera, pero que las partes que sí presencié –especialmente las que muestran a los soldados negros- me parecieron interesantes. Creo que es adecuado y justo devolverle algo de racialidad (y etnicidad) al ejército de los Andes.


Vi este trailer una vez, y luego otra, pensando en lo que me había dicho Paula. ¿Era, efectivamente, la misma  historia, contada una y otra vez?
No era, acaso, suficientemente novedoso centrar el trailer en el hecho de que –como reza el epígrafe del mismo-: “ la mayor parte de la infantería del Ejército de los Andes estaba integrada por afrodescendientes” –especialmente usando esa palabra y no la más esperable y hoy ya demodé, “negros”?
Por otro lado, la segunda parte del texto: “muchos de los cuales eran esclavos que se convirtieron en libertos al ser alistados como soldados?” es, básicamente, verdadera. 
Claro que no cuenta toda la verdad. Sin duda que es difícil hacerlo en los 44 segundos que dura el trailer, pero quizás en ese breve lapso sí se podía/debía agregar la frase “si sobrevivían”. Algo que es obvio, pero que, si sólo se menciona el acto de dar la libertad disfraza de gesto magnánimo lo que sólo fue una necesidad de urgencia. 


Foto de la película Revolución

De acuerdo con la época en que fueran reclutados los soldados, se les exigía cinco años de servicio efectivo, o posteriormente, servir hasta dos años después de que finalizaran las hostilidades. Tampoco está muy claro si estos soldados “libertos” –o cuántos de ellos- consiguieron, efectivamente, la libertad.
Contra el mito de que gran o la mayor parte de los soldados negros fueron asesinados –que también ayuda a crear el mito de la "desaparición" de los afro-argentinos, en una versión quizás más crítica- el historiador norteamericano George Reid Andrews sostiene que gran parte de las bajas se debían probablemente a la deserción –actividad que emprendían, con cautela pero entusiasmo, soldados de toda clase y condición. 
De todas maneras, muchos, sin duda, fallecieron. Otros quedaron lisiados.
El “pasaje” a la libertad fue caro, restringido y penoso.


Agradezco, claro, a Paula Picarel...
Fuente: http://www.youtube.com/watch?v=M_QF0giQcCs
Fuente de la foto:
http://www.facebook.com/?sk=inbox&action=read&tid=id.172642246139350

domingo, 21 de agosto de 2011

La esclavitud en Buenos Aires -según Felipe Pigna



(doble click en las imágenes para leerlas)

Tiene un par de meses, pero recién la veo...

Fuente: Revista Viva del diario Clarín, 19 de junio de 2011

sábado, 20 de agosto de 2011

viernes, 19 de agosto de 2011

Muerte umbanda (de nuevo)


No hay caso. Hay temas con los que los periodistas no se sienten cómodos -no saben, no los entienden. Las religiones de origen africano (afro-brasilero, aunque ya nadie lo quiere recordar) son sin duda uno de ellos. 
Varios diarios de hoy -al menos en su edición online- traen la noticia de que "un umbanda" fue asesinado. Así, un umbanda. Ni siquiera "un umbandista" -que sería la forma correcta- o "un practicante de la religión umbanda" -como sí tituló, con mejor criterio La Voz del Interior. 


Claro que entonces uno se pregunta, para qué resaltar la religión del occiso? Acaso ponen "un católico" fue asesinado cada vez que sucede? -y suponemos que son muchas.
Supongo que "un umbanda" lo hace más noticeable que "un joven", y sobre todo, le agrega ipso facto una mayor dosis de misterio -como señala el titular de Crónica-.
Tratándose de un umbandista, como es el caso para todas las minorías estigmatizadas, seguro que algo habrá hecho... 
Así estamos ...


Fuentes:
http://www.cronica.com.ar/diario/2011/08/19/11446-misterioso-crimen-de-un-umbanda.html

jueves, 18 de agosto de 2011

Religiones


No es estrictamente "Afroamericanas" (los "primitivos" son -digamos- "genéricos") pero no me pude resistir...


Robado del facebook del Babá Milton de Sàngó
Mo dupé, babá mi...

miércoles, 17 de agosto de 2011

Contenido erótico..

También los programas anti-virus funcionan en base a estereotipos?


martes, 16 de agosto de 2011

Hegemonía y Contrahegemonía...

"Conformando el orden racial" - Foto: Darío La Vega - Juguetería en Lomas de Zamora

Sincronicidad. El mismo día que Darío La Vega (Raíz Afro) subía la foto de arriba a su facebook, Eugenio Fernández (Q!) me mandaba la de abajo....

"Subte sin esclavos"- Foto Eugenio Fernández- Estación de subte

Agradezco mucho a Darío y Eugenio, claro... 

Dia del Santito


(algo de afroamericano hay en esta devoción....)

Foto de Alejandro Frigerio de talla en hueso realizada por Daniel Guridi (Montevideo)

domingo, 14 de agosto de 2011

La Quilombera

Cuando muy joven, Sandra Chagas fue la Mama Vieja del Grupo Cultural Afro (y en ocasiones también lo fue su mamá, Pocha). Desde aquellas lejanas épocas viene sosteniendo un lugar para la mujer afro, quizás con más intensidad o conciencia desde su militancia dentro del Movimiento Afrocultural. Celebro el reconocimiento a su labor que le brinda el suplemento Las 12, del diario Página 12.

Sandra y su mamá Pocha, en las Llamadas de San Telmo de 2009

Las 12 - Página 12, viernes 12 de agosto de 2011
SANDRA CHAGAS
La quilombera
Por Luciana Peker

Nació en Montevideo, pero sus orígenes cruzan el Río de la Plata. Vino a Buenos Aires a los 14 años, pero su destino se cruza más allá de esa pequeña frontera. Su papá (Juan Carlos Chagas) y su mamá Santa Hilda Techera (alias Pocha) son afrodescendientes. Ella también. Pero no es sólo su ADN, su aspecto que no le deja marcada ni una arruga, su pelo que se trenza en su gorro y su polera blancos que se acoplan –por contraste– a su piel. Es, también, su lucha. Sandra es activista afrocandombera y perteneciente al movimiento afrocultural. Además es lesbiana y feminista (aunque le pide al feminismo que levante las banderas de esa discriminación que destiñe la igualdad por el color) y vive con su pareja y su mamá.
El martes 9 de agosto cumplió años. No quiere decir la edad. Y es indescifrable en ese rostro que parece latir vida y en ese cuerpo que se ocupa de cuidar a su pareja y a su mamá (que son discapacitadas) en la misma casa en donde se definen como familia y de la que ella sale para cuidar a personas mayores o discapacitadas.
Ella quería ser abogada. Pero vino a Buenos Aires de adolescente y tuvo que salir a trabajar en esas oficinas donde siempre tenía menos tiempo para almorzar o menos sueldo que el resto de sus compañeras. Sin casualidad más llana que la discriminación



Sandra y su mamá Pocha, en las Llamadas de San Telmo de 2009

“Vas a ser defensora de pobres y ausentes”, le decía su papá (que falleció en el 2005). Pero ella no se atraganta con la frustración del título porque siente que como activista cumple con el diagnóstico de su batalla –-convertida en baile, comida, religión y espíritu– por la justicia. Eso sí: de pobres (puede ser), pero de presentes.
Sandra pelea por visibilizar a la comunidad afro en la Argentina. Esa comunidad que nos legó la palabra tango, que parece una marca registrada de Buenos Aires y que, en realidad, es tangó por el baile africano que sobrevivió a la esclavitud y al genocidio contra el pueblo africano y a las violaciones masivas de mujeres negras. “La discriminación se sufre y se vive. Pero el baile, lo religioso, los tambores, la cultura son formas de resistencia: somos negros y aquí estamos”, se planta.
El lenguaje también es una batalla. “Yo defiendo el quilombo porque quilombo no es una mala palabra sino el lugar donde se juntaban negros, blancos, mestizos y compartían la resistencia”, arremete y desarticula el silencio sobre años de historia borrada. Pero, además, defiende a las más invisibles dentro de los invisibles: las mujeres afro. “En el mundo hay 80 millones de afrodescendientes y hay 650 mujeres con algún poder político de importancia. De esas 650, sólo 12, en todo el globo, son afro. Esto demuestra las deudas pendientes”, ejemplifica. “Nunca dejé de estar con mi comunidad. Pero también soy lesbiana y feminista. A la mujer afro le cuesta mucho decir lo que piensa y lo que quiere y en esos espacios pude empoderarme”, valora. Pero también reprocha: “En los Encuentros de Mujeres, que ahora va a ser el número veintiséis, nunca hubo una mesa de mujeres afro. Todavía falta instalar el tema en el feminismo”.


Foto: Página 12

El 25 de julio fue el Día de la Mujer Afrolatinoamericana. “Hay problemáticas particulares de la mujer negra –acentúa–. Se da una situación de exclusión, de no poder terminar los estudios y de no encontrar un trabajo bien renumerado”, describe. Pero la discriminación a veces no es sólo individual o laboral sino estatal. Sandra cuenta su mayor batalla: “El último quilombo urbano era en Herrera 313, en Barracas. De ahí fuimos desalojados por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y le estamos haciendo un juicio por discriminación institucional que ya tiene una sentencia a favor”.

sábado, 13 de agosto de 2011

Mukombo

Mukombo, un improbable jugador de fútbol del lejano Zaire, una misteriosa ausencia cotidiana que se corporifica como un milagro en una Buenos Aires menos globalizada.
¿Acaso nos resultan hoy menos lejanos y ajenos los cientos (miles?) de vendedores africanos apostados en nuestras calles?

Imagen: Diario Clarín, 13 de agosto de 2011

Se me hace cuento- Clarín, 13 de agosto de 2011.
Mukombo
Por Marcelo Birmajer 

Mukombo era un jugador del seleccionado del Zaire que participó del Mundial 1974. Era defensor.
¿Por qué su nombre surcaba los patios escolares porteños, repetido en las bocas de niños que desconocían el Zaire, que no tenían ni idea de quién era Mobutu Sezeko? ¿Por qué continuaríamos recordándolo el resto del año, mucho después de terminado el Mundial, cuando ni siquiera nos enteramos de un evento relevante, como la pelea Alí-Foreman, en octubre, en ese mismo país? Mukombo, Mukombo, azuzábamos, como hechiceros conjurando una peste o deseándole el mal a un enemigo.
El Mundial se jugaba en Alemania, con jugadores de la talla de Beckenbauer, el holandés Cruyff o nuestro ratón Ayala. Pero no llegaban a interesarnos como el ignoto y deslucido Mukombo. Ignoto, porque ni los relatores ni los diarios lo mencionaban. Y deslucido, porque la única participación recordable del Zaire en aquel Mundial fue un partido que perdieron contra Yugoslavia por 0 a 9.
En fin, ahora que nuestros Newton contemporáneos han descubierto que cuando uno necesita un dato lo busca en Google, los liberaré de esa interrupción revelándoles que aquel año Mukombo fue la figurita más difícil.
Yo fungía como jugador para alguno de los potentados que, bendecidos por sus padres con un permiso financiero ilimitado, podían comprar todos los paquetes deseados, pero no conseguir a Mukombo.
Ni el azar ni el dinero lo deparaban.
La horrible costumbre de mis manos de transpirar continuamente se tornó virtud en el antihigiénico juego del Chupi, consistente en dar vuelta una figurita con un sólo golpe de la palma de una mano. El juego lleva el nombre de lo prohibido: chuparse la palma de la mano para que la figurita quede pegada. Yo no necesitaba chuparme las manos, de eso ya se encargaba el destino. En mi caso, era cierto lo del 10 por ciento de talento y 90 por ciento de transpiración. La misma figurita de Mukombo – quizás la única del universo– había pasado dos veces por mis manos transpiradas, pero ninguna de las dos para quedarse. El inversor me dejaba como recompensa un diez ciento de las figuritas ganadas, a su elección.
Me habían cambiado dos veces de colegio: una, porque me había hecho la rata a un edad impropia; la otra, porque había ratas en la escuela.
A duras penas conocía los nombres de dos o tres compañeros del aula. No era capaz de dibujar una cara humana: ponía la nariz por debajo de la boca. Las hojas de mi cuaderno estaban siempre borroneadas o manchadas.
Perdía todos los útiles y una vez hasta perdí el guardapolvos. Me quedaba en babia cuando explicaban los asuntos más importantes, y a menudo olvidaba aquellas clases en las que sí había prestado atención. De algún modo, yo me parecía a Mukombo: era el defensor de un equipo que perdía 9 a 0.


Mukombo (ausente), la dífícil

A principios de septiembre una epidemia de pediculosis azotó la aldea de los Mukombos. Afortunadamente, a los atacados se nos impedía concurrir a clase; no creo que hubiese sobrevivido, en aquellas circunstancias, a concurrir a la escuela completamente rapado, con mis dos enormes orejas.
En mi casa no sabía qué hacer. Me tomé el 132 por Paraguay, pelado y en proceso de desinfección, a vivir mi licencia por la ventanilla.
En Paraguay y Maipú vi a un montón de negros con camperas blancas saliendo de un lujoso hotel. Eran altos y llenos de rulos; pensé en jugadores de basquet. La espalda de uno de ellos me informó que pertenecían al seleccionado del Zaire. Me levanté tan rápido que los piojos deben haberse mareado.
Apreté el timbre fuera de la parada; el chofer supo, por mi manera de oprimir, que debía matarme o abrir. Bajé corriendo. Llegué hasta los jugadores y, sin mirar a ninguno en particular, comencé a gritar: Mukombo, Mukombo, Mukombo...
Mukombo giró como si una tía hubiese atravesado el océano a nado para venir a avisarle que se había olvidado un pañuelo en el Zaire.
Yo dije “¿Mukombo?”, por cuarta vez.
Sin explicación alguna, nos fundimos en un abrazo. Parecía una tarjeta de la UNICEF.
Mukombo, además de pésimo jugador, demostró ser un excelente Intérprete; logró comunicarme que estaban en Argentina de paseo y, agregó, si clasificaban, tal vez pudiéramos vernos aquí mismo en el 78.
Previo paso por sanidad escolar para testificar que mi cabeza estaba despiojada, retorné al colegio: a eso, extrañamente, lo llamaban curarse.
Mi principal inversor tuvo la deferencia de comentarme que, durante mi ausencia, sus ganancias habían mermado.
– ¿Sabés qué? –me dijo–. Me salió Mukombo.
– Dejá –contesté–. Ya lo tengo.


Fuente: http://www.clarin.com/ciudades/Mukombo_0_535146662.html
Foto de figuritas y más información sobre Mukombo en:
http://mundod.lavoz.com.ar/futbol/mukombo-la-gran-figura-del-mundial-de-alemania-0

viernes, 12 de agosto de 2011

Calunga Andumba -vuelve en agosto y septiembre

(doble click en la imagen para agrandarla)

Vuelve la puesta en escena de la obra concebida por las hermanas afroargentinas Susana y Carmen Platero a fines de la década de 1980 -esta vez dirigida por la actriz afrocubana Alejandra Egido.

La imagen del cartel, para quien pueda no conocerla, es a la vez bella y escalofriante. Es la famosa puerta a través de la cual, se dice, millones (?) de personas fueron embarcadas desde Africa a América. Se encuentra en la isla de Goreé, que oficiaba de depósito de esclavizados, a cuatro kilométros de la costa donde está la ciudad de Dakar, en Senegal. El lugar ha sido decretado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y es uno de los principales lugares de memoria de la esclavitud, visitado por miles de turistas -muchos afrodescendientes- pese a que, últimamente, su centralidad en la trata ha sido cuestionada.


Las funciones serán los sábados de agosto (comenzando mañana) a las 21 hs. y los sábados de septiembre a las 21.30 hs. La entrada cuesta $35. 

Ver el comentario de Nicolás Fernández Bravo sobre la versión 2010 de la obra:
http://alejandrofrigerio.blogspot.com/2010/11/calunga-andumba-este-miercoles-segunda.html

jueves, 11 de agosto de 2011

Afrodescendientes en Villa Ocampo


Como otro de los milagros del Año de los Afrodescendientes, vuelven personas de piel oscura a la aristocrática Villa Ocampo! -algo que probablemente no sucedía desde la estadía del filosófo y poeta indio Rabindranath Tagore en la década de 1920.
La histórica casa de San Isidro que perteneció a Victoria Ocampo-que ahora es un centro cultural de la UNESCO- inaugura una muestra de fotos del fotógrafo argentino Ricardo Preve.


 Foto: Ricardo Preve. Fuente: Mirabaires

Ricardo Preve es también productor y director de documentales para National Geographic Television (NGT). Su primera exposición de fotografías fue "Iemanjá /Brasil, Cuba, Haiti" en 2010 en Punta del Este, que se llevó a cabo en beneficio de la labor de ayuda a Haití de Médicos sin Fronteras, seguido de "Iemanjá/Brasil, Cuba, Haití, Uruguay" que fue organizado por la Unesco, en Montevideo.

  Foto: Ricardo Preve. Fuente: Mirabaires

Según información del site Mirabaires, la muestra consiste de 34 imágenes que Preve tomó entre 2008 y 2010, que muestran la fiesta de Iemanjá en Montevideo, rituales de origen afro en Brasil, Cuba y Haití, así como el Carnaval de Artigas y el Desfile de Llamadas de Montevideo. El fotógrafo ha empezado a trabajar en su primer libro de fotos, Afrodescendiente - Raíces africanas en América Latina, con lanzamiento proyectado para el 2 de febrero de 2012. 

 Foto: Ricardo Preve. Fuente: Mirabaires

Agradezco a Vivian...
Fuente:
http://www.mirabaires.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=869:muestra-fotogr%C3%A1fica-sobre-afrodescendientes-en-am%C3%A9rica-latina-y-el-caribe&Itemid=123
Tagore en Villa Ocampo:
http://www.villaocampo.org/cas/historico/elmundo_2.htm

miércoles, 10 de agosto de 2011

Racismo argentino - según Roly Serrano


Para tener una idea de cómo funciona el racismo argentino, ayuda leer los testimonios de personas ahora conocidas que cuentan sus experiencias cuando no lo eran, y sufrían por su fenotipo "no suficientemente blanco". 
El actor Roly Serrano es uno de esos "morochos" que durante demasiado tiempo tuvo que interpretar a tipos "pesados" o marginales. Lo recuerdo, especialmente, como un feroz guardiacárcel en Tumberos o como un letal ladero del demonio en El Garante. Su talento, finalmente, pudo más.
Dice en una entrevista en Clarín de hoy:
"En Salta existe una sociedad muy jodida, para ellos siempre fui “un negrito de mierda”. Fui a Córdoba para hacer la colimba, me quedé y después empecé a cantar en las peñas, trabajaba de parapalos, hice de todo. Pasaba de ser el “negrito” a “un morocho interesante”, que, de pronto, podía hacer el amor con una rubia. Ese cambio fue muy fuerte para mi. En esa época había mucha juventud pseudo-intelectual, latinoamericanizada y yo era un tipo que hablaba y los atrapaba."