El carnaval se constituye en un palco excelente para la creación, difusión y consolidación de narrativas dominantes de la nación, así como de imágenes de grupos étnicos y raciales (ver también el post de Berenice Corti, unas entradas más abajo….). Es una ocasión particularmente apta para ello ya que durante el mismo -al igual que en otros ritos- "las cosas son dichas con mayor vehemencia, con mayor coherencia y con mayor conciencia" (como afirma el reconocido antropólogo brasileño Roberto Da Matta).
En las comparsas lubolas que participan del desfile oficial de Llamadas en Montevideo, diría que se consolidaron, en los últimos años, los grupos de bailarines/as que bailan “afro” y cuyas ropas y maquillajes evocan, recrean y difunden imaginarios asociados con Africa. Me arriesgaría a afirmar también que están apareciendo nuevos personajes, como los “médicos brujos” –o similares- cuyo número, si no me equivoco en la apreciación, aumentó del año pasado para éste.
Mi impresión es que antes los “cuadros afros” –más evidentes en las presentaciones del Teatro de Verano- consistían en una apropiación local de danzas africanas basadas probablemente, en lo que se podía extraer de productos de la industria cultural (películas, series, etc.). Esto no es nuevo ni privativo de Montevideo. Algo parecido sucedió, años atrás, en la mismísima ciudad de Bahía. Una pionera de la danza afrobahiana moderna recordaba, en una entrevista, cómo se esforzaban hace dos décadas por aprender los movimientos de una famosa coreografía de la película “Un príncipe (africano) en Nueva York”. Por lo que pude apreciar hace algo más de dos décadas, estos eran esfuerzos principalmente de afrouruguay@s por apropiarse de un patrimonio cultural que consideraban si no propio, al menos cercano.
Lo que se ve actualmente en las Llamadas, por el contrario, dado el poco desarrollo de la “danza afro” en la otra orilla del Plata –comparado con Buenos Aires, donde ya hay varios grupos de buen nivel- son movimientos –realizados principalmente por blancos- que intentan transmitir alguna sensación de “primitivismo” o “tribalidad”.
De la misma manera, los vestuarios –con predominio de animal print y ahora pinturas corporales “selváticas”- remiten inevitablemente a un Africa salvaje y primitiva.
No es que uno espere que quienes vayan a salir en un grupo de carnaval hagan cursos de historia y cultura africana –aunque, en la era de internet, podrían informarse mejor con poco esfuerzo…
Como ya dije en otros posts, la mayor cantidad de bailarines que presentan las comparsas no fue en beneficio de la calidad del baile, sino todo lo contrario. Se ve una cantidad de gente que sale sin haber practicado lo suficiente –o sin haberlo hecho, punto. En todos los rubros de baile. No es sólo un tema de “raza”, claro, pero sin duda quien no lo aprendió desde pequeño ni lo practica regularmente durante el año no lo va a ejecutar lo suficientemente bien en algunas pruebas y un desfile. Para un observador externo que puede comparar con lo que sucedía hace unos veinte años, la situación preocupa, y sobre todo, la impunidad con la que cualquiera parece sentirse con el derecho de “salir” –y hacer lo que se le venga en mente, sin demasiado respeto por conocer el patrimonio cultural que se pretende ejecutar, representar y transmitir.
De la misma manera, los vestuarios –con predominio de animal print y ahora pinturas corporales “selváticas”- remiten inevitablemente a un Africa salvaje y primitiva.
No es que uno espere que quienes vayan a salir en un grupo de carnaval hagan cursos de historia y cultura africana –aunque, en la era de internet, podrían informarse mejor con poco esfuerzo…
Como ya dije en otros posts, la mayor cantidad de bailarines que presentan las comparsas no fue en beneficio de la calidad del baile, sino todo lo contrario. Se ve una cantidad de gente que sale sin haber practicado lo suficiente –o sin haberlo hecho, punto. En todos los rubros de baile. No es sólo un tema de “raza”, claro, pero sin duda quien no lo aprendió desde pequeño ni lo practica regularmente durante el año no lo va a ejecutar lo suficientemente bien en algunas pruebas y un desfile. Para un observador externo que puede comparar con lo que sucedía hace unos veinte años, la situación preocupa, y sobre todo, la impunidad con la que cualquiera parece sentirse con el derecho de “salir” –y hacer lo que se le venga en mente, sin demasiado respeto por conocer el patrimonio cultural que se pretende ejecutar, representar y transmitir.
Volviendo al tema de la imagen de Africa, sí, en Africa hay leones, cebras, jirafas, pero ¿es esto todo lo que hay? Y principalmente, ¿qué tiene que ver esto con la cultura africana, y con el patrimonio cultural afro-americano? A nadie se le ocurriría que, para presentar cultura argentina, por ejemplo, haya que disfrazarse de tatú carreta, de tero o de carpincho.
Asimismo, dentro de los miles de grupos étnicos que hay en Africa, ¿hay que elegir siempre o principalmente los menos vestidos y que más responden a los estereotipos hollywoodianos (antiguos)?
En este sentido es muy instructivo comparar con las imágenes de Africa y las recreaciones de las ropas que se realizan en el carnaval bahiano (ver abajo). Aunque varían cada año, porque los blocos homenajea en cada oportunidad a una república o a un grupo étnico distinto, no hay una repetición incesante de clichés tribalistas, sino un intento de mostrar una Africa dignificada, culturalmente desarrollada, y no “salvaje” y “tribal” como suele ser vista desde los ojos blancos occidentales.
Hay que reconocer que las imágenes del Otro que se transmiten durante el carnaval –aún cuando se pretenda homenajearlo- continuan manteniendo estereotipos que luego afectarán su vida cotidiana. Hay que tener conciencia de que hay formas muy diferentes de denotar visualmente “africanidad” y que éstas tienen consecuencias sociales también distintas.
Asimismo, dentro de los miles de grupos étnicos que hay en Africa, ¿hay que elegir siempre o principalmente los menos vestidos y que más responden a los estereotipos hollywoodianos (antiguos)?
En este sentido es muy instructivo comparar con las imágenes de Africa y las recreaciones de las ropas que se realizan en el carnaval bahiano (ver abajo). Aunque varían cada año, porque los blocos homenajea en cada oportunidad a una república o a un grupo étnico distinto, no hay una repetición incesante de clichés tribalistas, sino un intento de mostrar una Africa dignificada, culturalmente desarrollada, y no “salvaje” y “tribal” como suele ser vista desde los ojos blancos occidentales.
Hay que reconocer que las imágenes del Otro que se transmiten durante el carnaval –aún cuando se pretenda homenajearlo- continuan manteniendo estereotipos que luego afectarán su vida cotidiana. Hay que tener conciencia de que hay formas muy diferentes de denotar visualmente “africanidad” y que éstas tienen consecuencias sociales también distintas.
Las Llamadas se han profesionalizado en varios rubros -principalmente los que tienen que ver con su espectacularización-. Podrían también incluir como parte de su profesionalización una mayor atención por el baile y, sobre todo, una concientización acerca de la relevancia de las imágenes que se transmiten sobre grupos étnicos y raciales. No cuesta tanto.
Estoy de acuerdo, y hace mucho que hay gente que expresa disgusto por estas cosas, particularmente algunos afrodescendientes que ven sus expresiones culturales transformadas segun la perspectiva de la sociedad blanca, sin poder opinar, ya que todos estan tan contentos con el re-auge del carnaval, y el que opine algo contrario es visto como retrogrado o simplemente negativo.
ResponderEliminar"todos estan tan contentos con el re-auge del carnaval (que) el que opine algo contrario es visto como retrogrado o simplemente negativo".
ResponderEliminarExactamente, ese es uno de los grandes problemas.. :) En nombre del auge, se banaliza y a veces ridiculiza una herencia cultural notable...