"Hola, Alejandro:
Creo que estás dando en el clavo de cuestiones muy importantes. Como bien decís, en el jazz el término swing es el que se utiliza para denominar esa cadencia o propulsión rítmica tan compleja de definir. Ya lo decía Ellington: "no significa nada si no tiene ese swing". Yo me lo imagino como una atmósfera bajo la cual uno puede estar, sintonizado con el resto de los participantes en un mismo sentido energético, por decirlo de alguna manera. Muchos músicos me han referido al swing (aunque también ahora se usa groove, tomado del funk y otras músicas negras) como algo en donde se puede estar o no, en donde también intervienen las propias posibilidades, dadas o circunstanciales. En el caso del jazz en Argentina (sé que en otros países de Latinoamérica no funciona así), tener o no tener swing es un punto nodal que pone al músico en el lugar de, directamente, hacer o no (buena) música. Esto fue así a tal punto que el swing terminó por convertirse en requisito fundamental de calidad, atravesando otras músicas como el tango y el folklore, en donde el caso de Piazzolla es paradigmático.
Aunque ahora quizás se haga más énfasis en la improvisación, está claro que sin swing no se puede tocar, se es "cafón", burdo, cuadrado, falto de calidad y aptitud artística."
Creo que estás dando en el clavo de cuestiones muy importantes. Como bien decís, en el jazz el término swing es el que se utiliza para denominar esa cadencia o propulsión rítmica tan compleja de definir. Ya lo decía Ellington: "no significa nada si no tiene ese swing". Yo me lo imagino como una atmósfera bajo la cual uno puede estar, sintonizado con el resto de los participantes en un mismo sentido energético, por decirlo de alguna manera. Muchos músicos me han referido al swing (aunque también ahora se usa groove, tomado del funk y otras músicas negras) como algo en donde se puede estar o no, en donde también intervienen las propias posibilidades, dadas o circunstanciales. En el caso del jazz en Argentina (sé que en otros países de Latinoamérica no funciona así), tener o no tener swing es un punto nodal que pone al músico en el lugar de, directamente, hacer o no (buena) música. Esto fue así a tal punto que el swing terminó por convertirse en requisito fundamental de calidad, atravesando otras músicas como el tango y el folklore, en donde el caso de Piazzolla es paradigmático.
Aunque ahora quizás se haga más énfasis en la improvisación, está claro que sin swing no se puede tocar, se es "cafón", burdo, cuadrado, falto de calidad y aptitud artística."
(énfasis de AF)
Aprovecho este comentario de Berenice Corti, estudiosa del jazz argentino, para continuar con el tema del groove en la percusión local, intentando evitar o minimizar las posibles malas interpretaciones.
No estoy diciendo –por si alguien así lo entiende- que los percusionistas argentinos sean malos, que no sepan tocar, etc. Ni siquiera que determinados percusionistas o grupos lo sean. Repito, no soy músico, asíque no podría o no me animaría a hacer esta evaluación de manera tan precisa y específica –aunque, como cualquiera, tengo mis preferencias personales.
Sí admito que, en ocasiones, lo que escucho en algunas interpretaciones de algunos músicos locales, no me mueve mucho. Me parece más "cuadrado, rápido y fuerte/alto" que "cadencioso y rítmico". Lo único que puedo decir es que mi socialización músical fue en Bahía, y sí, en ocasiones parece que localmente hay otras preocupaciones o resultados estéticos. Lo que me movía en un lugar, no me mueve en otro. Es una apreciación subjetiva. Punto.
Esto no quiere decir que “los percusionistas argentinos no pueden tocar como los bahianos”. Precisamente, quiero argumentar contra esta posición, si alguien (bahiano o argentino) aún la sostiene.
Hace muy pocos dias, en el recital que dio junto con Adriana Calcanhoto y Doménico Lancelotti, Moreno Veloso recordó hacia el final del show –antes de interpretar Deusa do Ebano- al recientemente fallecido Neguinho do Samba, creador del samba reggae. Incluyó en el homenaje también a Ramiro Musotto, diciendo “que ironía que el mejor percusionista brasilero…. era argentino”.
No estoy diciendo –por si alguien así lo entiende- que los percusionistas argentinos sean malos, que no sepan tocar, etc. Ni siquiera que determinados percusionistas o grupos lo sean. Repito, no soy músico, asíque no podría o no me animaría a hacer esta evaluación de manera tan precisa y específica –aunque, como cualquiera, tengo mis preferencias personales.
Sí admito que, en ocasiones, lo que escucho en algunas interpretaciones de algunos músicos locales, no me mueve mucho. Me parece más "cuadrado, rápido y fuerte/alto" que "cadencioso y rítmico". Lo único que puedo decir es que mi socialización músical fue en Bahía, y sí, en ocasiones parece que localmente hay otras preocupaciones o resultados estéticos. Lo que me movía en un lugar, no me mueve en otro. Es una apreciación subjetiva. Punto.
Esto no quiere decir que “los percusionistas argentinos no pueden tocar como los bahianos”. Precisamente, quiero argumentar contra esta posición, si alguien (bahiano o argentino) aún la sostiene.
Hace muy pocos dias, en el recital que dio junto con Adriana Calcanhoto y Doménico Lancelotti, Moreno Veloso recordó hacia el final del show –antes de interpretar Deusa do Ebano- al recientemente fallecido Neguinho do Samba, creador del samba reggae. Incluyó en el homenaje también a Ramiro Musotto, diciendo “que ironía que el mejor percusionista brasilero…. era argentino”.
(Y hablando de segmentación de las audiencias y de distintas tribus urbanas, para seguir también mi entrada sobre Olodum, el comentario no despertó tanta adhesión como era esperable del público local. Se ve que para esa audiencia, Ramiro no tenía la estatura de ídolo local que sí tiene para otras).
Quizás exageró Moreno, debido al contexto en el cual realizó la apreciación, pero sin duda que no demasiado. Si siempre es difícil hablar del “mejor” en algo –y más cuando el tema son los percusionistas en Brasil- indudablemente es cierto que Ramiro jugaba, como dirían los yanquis, en “las grandes ligas” de allá. Cualquier lista de “los mejores” debería incluir su nombre o dejarlo, apenas, al borde. Un mérito enorme para cualquiera, más aún para un argento.
Quizás exageró Moreno, debido al contexto en el cual realizó la apreciación, pero sin duda que no demasiado. Si siempre es difícil hablar del “mejor” en algo –y más cuando el tema son los percusionistas en Brasil- indudablemente es cierto que Ramiro jugaba, como dirían los yanquis, en “las grandes ligas” de allá. Cualquier lista de “los mejores” debería incluir su nombre o dejarlo, apenas, al borde. Un mérito enorme para cualquiera, más aún para un argento.
Pero como ya dije en la entrada que le dediqué para su fallecimiento, para mí lo más meritorio de Ramiro –y lo que creo lo hace un ejemplo- no era sólo su habilidad percusiva, sin sobre todo su incesante sed de conocimientos, su necesidad de aprender y saber más. Vean la entrevista que acompaña al dvd Sudaka. Allí habla con (mucho) conocimiento de causa, de cómo y por qué hace lo que hace en su cd. Y como dice allí Daniela Mercury, Ramiro tenía un conocimiento de la música (percusiva) brasilera mayor al de muchos músicos brasileros. ¿Y cómo se logra eso?: con esfuerzo y humildad. Pensando que de todos –del último percusionista callejero o de escenario- se puede aprender más. No sé si Ramiro lo explicitaba así, pero ví que eso fue lo que hacía, al menos durante el tiempo que más compartí con él. Nunca hay que creer que lo que uno sabe es todo lo que hay que saber. Actitud a la que sí solemos ser muy proclives los argentinos de todo origen y pelaje.
(Otra anécdota de Ramiro, en dirección de lo que aquí comento: una vez contó que cuando en la batucada que tenían en Bahía Blanca, antes de irse a vivir a Bahía (Salvador), lograban cierto estado de comun-uión musical, decían que (en el grupo) “había bajado Tatín” –jugando con la idea afro-brasilera de que bajan o llegan ciertos espíritus a los cuerpos humanos. No recuerdo por qué eligieron ese nombre. Seguro habrá algún participante o testigo que pueda contar mejor la historia. Según mi interpretación de la anécdota, es evidencia de que percibían que habían entrado en el groove. De nuevo, algo que no siempre se logra)
Para volver al tema: si en ocasiones ejecutamos a los ritmos de manera algo “cuadrada”, será porque así es “la nuestra”, o porque no sabemos lo suficiente aún –y esto siempre es bueno reconocerlo- ? Es la nuestra y hacemos música brasilera en clave de rock chabón porque realmente esa modalidad es la que nos satisface o porque, debido a cuestiones de habitus locales (disposiciones estructurantes) es lo que primero nos sale. O es lo único que nos sale.
Repito lo que dije en la entrada anterior : lo hacemos así porque queremos o porque es lo único que podemos hacer?
Si (re)conociendo versiones más cadenciosas y rítmicas elegimos hacerlas al palo, bueno, quizás sea la adaptación al gusto local de músicas llegadas de otros lugares.
Si lo hacemos así más bien por una serie de limitaciones –performáticas, de conocimiento, práctica insuficiente, etc) sería bueno reconocerlas e intentar superarlas. Pensar o decir “total yo nunca lo voy a hacer como un bahiano” es ponerse un techo y un límite innecesario e injustificado.
(Otra anécdota de Ramiro, en dirección de lo que aquí comento: una vez contó que cuando en la batucada que tenían en Bahía Blanca, antes de irse a vivir a Bahía (Salvador), lograban cierto estado de comun-uión musical, decían que (en el grupo) “había bajado Tatín” –jugando con la idea afro-brasilera de que bajan o llegan ciertos espíritus a los cuerpos humanos. No recuerdo por qué eligieron ese nombre. Seguro habrá algún participante o testigo que pueda contar mejor la historia. Según mi interpretación de la anécdota, es evidencia de que percibían que habían entrado en el groove. De nuevo, algo que no siempre se logra)
Para volver al tema: si en ocasiones ejecutamos a los ritmos de manera algo “cuadrada”, será porque así es “la nuestra”, o porque no sabemos lo suficiente aún –y esto siempre es bueno reconocerlo- ? Es la nuestra y hacemos música brasilera en clave de rock chabón porque realmente esa modalidad es la que nos satisface o porque, debido a cuestiones de habitus locales (disposiciones estructurantes) es lo que primero nos sale. O es lo único que nos sale.
Repito lo que dije en la entrada anterior : lo hacemos así porque queremos o porque es lo único que podemos hacer?
Si (re)conociendo versiones más cadenciosas y rítmicas elegimos hacerlas al palo, bueno, quizás sea la adaptación al gusto local de músicas llegadas de otros lugares.
Si lo hacemos así más bien por una serie de limitaciones –performáticas, de conocimiento, práctica insuficiente, etc) sería bueno reconocerlas e intentar superarlas. Pensar o decir “total yo nunca lo voy a hacer como un bahiano” es ponerse un techo y un límite innecesario e injustificado.
Como muestra el trabajo de Berenice Corti, y también se puede apreciar en el primer número de la excelente revista Living Jazz, la discusión por ejemplo, en el jazz argentino de cuál es “la nuestra” recién está empezando a tener respuestas locales –en un género que lleva bastante más años en el país que la música percusiva brasilera, cubana o uruguaya. O al menos más años en la forma masiva que éstas han adquirido últimamente. Pero quizás uno pueda empezar a plantear la pregunta también en éstos ámbitos percusivos. Nada más que para tener una mejor idea de qué estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo, y hacia adónde vamos.
Siendo que ya casi nadie cree en "esencias" nacionales ni raciales, podemos suponer que nada es intransferible. Hacerlo mejor o peor o diferente depende más del esfuerzo que le dediquemos a algo y el conocimiento del que dispongamos que de limitaciones insuperables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario