Desalojo de una comunidad de afrodescendientes
Se tienen que ir con la música a otra parte
Es un centro cultural donde se dictan talleres de danza y candombe y viven 15 familias. Piden al Gobierno de la Ciudad que les brinde un lugar donde desarrollar sus actividades. Pero no tuvieron respuesta.
En junio de 2008, el desalojo de la comunidad de afrodescendientes de un edificio de Barracas que funciona como centro cultural y hogar de 15 familias desde hace nueve años era inminente, y Crítica de la Argentina lo reflejó en una nota. Luego, gracias a diversas acciones, la medida se retrasó, pero no por mucho tiempo: con una orden de desalojo a ejecutarse el próximo 4 de mayo, ahora la colectividad espera que la Justicia haga lugar a una acción de amparo que interpusieron contra el Gobierno de la Ciudad.
“Para ponernos en las guías como atracción turística o promocionar el candombe para llamar la atención de los extranjeros sí nos reconocen, pero a la hora de dar una respuesta para que podamos conservar nuestra cultura, nadie se hace cargo”, se queja Diego Bonga, portavoz de la comunidad y al frente del centro donde se dictan talleres de candombe, capoeira y danza afro que, de concretarse el desalojo, desaparecerían. “Y nosotros iríamos a parar adonde van a parar los marginales: a las villas”.
Hace tres años, cuando los terrenos alrededor de Constitución se revalorizaron, la empresa Solci S.A. reclamó el lugar e inició el juicio de desalojo. “Fuimos al Gobierno de la Ciudad y pedimos asistencia legal –recuerda Bonga–, pero no nos dieron nada, nosotros tampoco entendíamos mucho ni podíamos pagar un abogado, así que en el juicio de desalojo nunca tuvimos defensor ni pudimos ver el expediente”.
Luciana Sánchez integra el Colectivo para la Diversidad (Copadi), asociación civil que hoy asesora legalmente a la comunidad. Cuenta que ante la inacción del gobierno porteño en el proceso de desalojo, el movimiento empezó a pedir otro espacio para continuar con sus actividades. “Esto es muy común, el Gobierno de la Ciudad lo ha hecho mil veces por expropiación de utilidad pública y cesión de la tenencia precaria de un inmueble que sea propiedad de la ciudad. Lo han hecho con el MIJD de Castells, con el Bauen, con asociaciones civiles como La Chilinga, la comunidad israelita, Cáritas, la comunidad armenia, la Sociedad Italiana, la Española”, enumera Sánchez. Y se pregunta: “A todo el mundo le dan, menos al movimiento afrocultural. ¿Las razones? No hay razones. Simplemente, no les reconocen sus derechos, los discriminan porque son negros. Minimizan todos los derechos de esta comunidad”.
Como consecuencia de esta negativa, en diciembre pasado el movimiento afrocultural interpuso una acción de amparo contra el Gobierno de la Ciudad por discriminación y pidió que se les reconozca sus derechos para seguir desarrollando sus actividades, ya sea donde están actualmente o en algún otro edificio de la zona de San Telmo. Los principales organismos señalados en el escrito como responsables de proteger los derechos comprometidos son el Ministerio de Cultura de la Ciudad y la Dirección de Administración de Bienes.
“Es paradójico –continúa Sánchez–, el Ministerio de Cultura de la ciudad reconoce todos los antecedentes del movimiento afrocultural, los publica en sus folletos, los contrata, pero dice que ellos no pueden hacer nada para que el gobierno les garantice un inmueble. Sin embargo, el Ministerio de Cultura hizo todas las gestiones para que en San Telmo se le cediera a la cooperación española (agencia AECID), por 30 años, el inmueble del ex Padelai, que tiene siete edificios y ocupa media manzana, para la que el gobierno impulsó la ley de expropiación en la Legislatura. Macri prefiere asignarlo al gobierno de España para que preserve las raíces coloniales donde los afro eran esclavos y no las raíces afrolibertarias de los quilombos urbanos”.
Mientras tanto, lo que les resta a estas quince familias que viven en comunidad y se sustentan con lo que su propio movimiento genera es esperar que el Gobierno de la Ciudad presente una propuesta. “El Gobierno de la Ciudad no va a ofrecer ningún edificio porque dicen que no tienen espacio para el movimiento afro, pero detectamos diez espacios vacíos y sin proyectos –dice Sánchez–. Así que el lunes (por mañana) vamos a presentar ante el juez las maniobras dilatorias del gobierno y los posibles lugares para ver si nos dan una alternativa hasta encontrar la solución definitiva.
Una tarde de homenaje, con danza y mesas redondas
En medio de la amenaza de desalojo, el movimiento afrocultural convoca hoy a las jornadas en homenaje a Delfín Acosta Martínez. “Fue líder de la comunidad y es uno de nuestros mártires: murió en 1996 asesinado por la policía a golpes por defender a dos compañeros y todavía no se hizo justicia”, cuenta Diego Bonga. En su memoria, se proyectarán documentales, habrá ronda de capoeira angola, mesas de debate y se hará público un manifiesto de los afrocandomberos. A partir de las 16 en Herrera 313, en el barrio de Constitución.
Fuente nota y foto: http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=22386
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