Comentario de Pablo Cirio:
Hola Alejandro, la foto de 1899 es interesante, pero no jalona ningún hito inaugural respecto a la presencia negra en la Argentina en carácter de inmigrantes, vale decir, arribados por propia voluntad.
En 2004 hicimos juntos una entrevista al Carlos Maciel Mezquitá, hijo del músico, director de orquesta y compositor porteño Enrique Maciel (1897-1962). Entre otras cuestiones, nos había comentado que su ascendencia no era de esclavos ya que su abuelo se llamaba Joseph Marshall y había nacido en Londres. Trabajando como mayordomo en buques mercantes ingleses llegó a Buenos Aires hacia 1860 y se radicó aquí. Carlos sabía, por tradición familiar, que en ese entonces había una antipatía general hacia los ingleses y que por eso cambió su nombre y apellido a unos de resonancia hispana, José Maciel. Luego, en otras entrevistas personales a él, he ido corroborando estos datos, que son fehacientes.
Sí este caso puede parecer excepcional, mucho hay aún por indagar respecto a la presencia de negros que no arribaron al país como esclavos durante el siglo XIX e incluso antes. Por ejemplo, El musicólogo Juan Pedro Franze publicó en 1988 un artículo sobre Joseph W. Davis o William Davis, un maestro de danzas afronorteamericano que ya en 1829 se había instalado en Buenos Aires para vivir de su arte e, inclusive, explica cómo ya en el siglo XVIII actuaban en la ciudad “artistas mulatos del Brasil” (p. 61).
En 2004 hicimos juntos una entrevista al Carlos Maciel Mezquitá, hijo del músico, director de orquesta y compositor porteño Enrique Maciel (1897-1962). Entre otras cuestiones, nos había comentado que su ascendencia no era de esclavos ya que su abuelo se llamaba Joseph Marshall y había nacido en Londres. Trabajando como mayordomo en buques mercantes ingleses llegó a Buenos Aires hacia 1860 y se radicó aquí. Carlos sabía, por tradición familiar, que en ese entonces había una antipatía general hacia los ingleses y que por eso cambió su nombre y apellido a unos de resonancia hispana, José Maciel. Luego, en otras entrevistas personales a él, he ido corroborando estos datos, que son fehacientes.
Sí este caso puede parecer excepcional, mucho hay aún por indagar respecto a la presencia de negros que no arribaron al país como esclavos durante el siglo XIX e incluso antes. Por ejemplo, El musicólogo Juan Pedro Franze publicó en 1988 un artículo sobre Joseph W. Davis o William Davis, un maestro de danzas afronorteamericano que ya en 1829 se había instalado en Buenos Aires para vivir de su arte e, inclusive, explica cómo ya en el siglo XVIII actuaban en la ciudad “artistas mulatos del Brasil” (p. 61).
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