Hola Nicolás
Pese al fructífero intercambio que tuvimos a raíz de la nota tuya que antes de subirla tuviste la gentiliza de enviarme, y que pensé que ibas a enriquecerla con lo que hablamos, al ver que está sin cambiar una coma, deseo dar mi parte de las cosas, que básicamente es el e-mail que te mandé, aligerado ligeramente ante la necesidad de hacerlo público.
La nota no está mal, aunque no deja de ser lo que es, una nota de verano escrita a partir de un desconocimiento total de tema y por una necesidad laboral en un marco de un tiempo exiguo. A tal punto que cuando la periodista me llamó fue para hacerme una nota sobre candombe (uruguayo), hace unos 15 días, no solo cambió ligeramente de temática, sino que tuvo que aprender un mundo para ella desconocido, desandar prejuicios y falsas ideas, además de cambiar el lugar de la entrevista: del cómodo San Telmo de un domingo con cerveza al lejano Merlo. Y si bien la provincia no es para todos, la verdad que logró sortear todo muy bien (hasta último momento estuvo llamando para preguntarnos detalles, como los banners del video). Pero no me entusiasmo, el periodismo es el periodismo y para mí también hay frases olvidables, empezando por el título: nadie debe rescatar el candombe porteño porque el candombe porteño está vivo y no corre peligro, sólo que se está haciendo público y los afroporteños quieren tener el mayor control posible sobre la cuestión.
Creo que entendiste mal lo de la rivalidad transplatense: este candombe es local, el uruguayo es... uruguayo, allá y acá. Creo que la cosa es simple. Respecto a sus diferencias, no hace falta tildarme de taxonomista folclórico porque tenga la capacidad de síntesis al explicar en dos o tres renglones las variaciones formales entre ambos géneros: a lo simple lo simple, para retruécanos posmodernos plagados de lugares comunes rimbombantes, paso. Creo que la antropología argentina sufre de anorexia descriptiva, so pena de cargar con la cruz positivista.
Quizá, si hubo rivalidad advertida por vos es porque se da, paradójicamente, al revés: por si no lo sabías, en Uruguay mi cabeza ya tiene precio, se me acusa de robarles "su" candombe, como en otra época les robamos el tango, entre otras yerbas, pero no importa, chauvinismo mediante, ese es su problema, no el mío.
Respecto a lo puro e incontaminado... salvo que haya leído mal la nota, en ningún lado nadie dice eso ni defiende ninguna pureza, quizá sea una lectura oblicua tuya cuando hablo de las diferencias (formales y estructurales) que hay entre los candombes de ambas orillas del Plata. Por favor, revisá eso, porque en tu conjetura final el que peca de genetista cultural sos vos.
Mi lema de trabajo es trabajar con la comunidad, no estudiar a la comunidad, eso ya lo sabés. En todo caso, en la nota prima su discurso, el que acaso por primera vez se oye, y eso es, creo, lo más rescatable del artículo: hablan por si mismos. Si pude ser el puente para que La Nación llegue a ellos (volveré sobre ello en otra intervención, para no hacerlo acá tan largo), bueno, es mi trabajo y en todo caso un pequeño honor. En esa lucha, su lucha es mi lucha y no puedo no involucrarme.
Insisto, si esta nota suena a esencialista es a los fines no de mostrar purezas, que obviamente no las hubo ni las hay, pero sí para mostrar las diferencias, que si las hay: no todos los afrodescendientes son negros, no todos los negros en la Argentina son extranjeros, no todo candombe es uruguayo, no todos los argentinos somos blancoeuropeos... Cuando hablo con el común de la gente (y lo más paradójico, con no pocos académicos), luego de estas frases desestructurantes sobre la contemporaneidad de música afroargentina, la necesidad de ver esencias viene del público mismo: primero te dicen “bueno, te creo, y en qué se diferencia un candombe del otro?”. A partir de un punteo de ellas (palo y mano, duelas, etc... cuestiones técnicas al fin, fácilmente observarles), la gente va aprendiendo y si no es porfiada comienza a llamar a las cosas por su nombre: candombe argentino, candombe porteño o con el prefijo afro, como quieran, por un lado, y candombe uruguayo, candombe montevideano, con el prefijo afro, por el otro. Al pan pan…
Volviendo a la nota como sucedáneo de un trabajo de investigación, ahí quizá radica diferencia al ejercer la antropología: trabajo con personas de carne y hueso y trato de que mi trabajo les sirva, "estoy allí”, como decía el viejo Geertz... todo lo demás es literatura. Y la literatura periodística, como decía el también viejo Borges, se lee para el olvido.
PD 1: No sé si advertiste que en el video no se los ve cantando. Fue una decisión de ellos y la periodista, con gran ética, los respetó: hay mucho buitre tanguero revoloteando para hacer CDs. y espectáculos del tango negro con insumos gratis.
PD 2: Respecto al poco aprecio que le tengo a la literatura periodística del tema, ojalá te enteres por ella -aunque lo dudo- de que en Saladas (Corrientes) acaban de matar a garrotazos al director de candombe de san Baltazar. La realidad es la realidad, la prensa la prensa y mi deber es estar allí para dar cuenta de las cosas en sí mismas, no hacer antropología del revistero o, como se dice vulgarmente, ver las cosas por TV. Con esto no pretendo mi redención ni juzgar a nadie, pero al que le quepa el sayo que se lo ponga.
Pese al fructífero intercambio que tuvimos a raíz de la nota tuya que antes de subirla tuviste la gentiliza de enviarme, y que pensé que ibas a enriquecerla con lo que hablamos, al ver que está sin cambiar una coma, deseo dar mi parte de las cosas, que básicamente es el e-mail que te mandé, aligerado ligeramente ante la necesidad de hacerlo público.
La nota no está mal, aunque no deja de ser lo que es, una nota de verano escrita a partir de un desconocimiento total de tema y por una necesidad laboral en un marco de un tiempo exiguo. A tal punto que cuando la periodista me llamó fue para hacerme una nota sobre candombe (uruguayo), hace unos 15 días, no solo cambió ligeramente de temática, sino que tuvo que aprender un mundo para ella desconocido, desandar prejuicios y falsas ideas, además de cambiar el lugar de la entrevista: del cómodo San Telmo de un domingo con cerveza al lejano Merlo. Y si bien la provincia no es para todos, la verdad que logró sortear todo muy bien (hasta último momento estuvo llamando para preguntarnos detalles, como los banners del video). Pero no me entusiasmo, el periodismo es el periodismo y para mí también hay frases olvidables, empezando por el título: nadie debe rescatar el candombe porteño porque el candombe porteño está vivo y no corre peligro, sólo que se está haciendo público y los afroporteños quieren tener el mayor control posible sobre la cuestión.
Creo que entendiste mal lo de la rivalidad transplatense: este candombe es local, el uruguayo es... uruguayo, allá y acá. Creo que la cosa es simple. Respecto a sus diferencias, no hace falta tildarme de taxonomista folclórico porque tenga la capacidad de síntesis al explicar en dos o tres renglones las variaciones formales entre ambos géneros: a lo simple lo simple, para retruécanos posmodernos plagados de lugares comunes rimbombantes, paso. Creo que la antropología argentina sufre de anorexia descriptiva, so pena de cargar con la cruz positivista.
Quizá, si hubo rivalidad advertida por vos es porque se da, paradójicamente, al revés: por si no lo sabías, en Uruguay mi cabeza ya tiene precio, se me acusa de robarles "su" candombe, como en otra época les robamos el tango, entre otras yerbas, pero no importa, chauvinismo mediante, ese es su problema, no el mío.
Respecto a lo puro e incontaminado... salvo que haya leído mal la nota, en ningún lado nadie dice eso ni defiende ninguna pureza, quizá sea una lectura oblicua tuya cuando hablo de las diferencias (formales y estructurales) que hay entre los candombes de ambas orillas del Plata. Por favor, revisá eso, porque en tu conjetura final el que peca de genetista cultural sos vos.
Mi lema de trabajo es trabajar con la comunidad, no estudiar a la comunidad, eso ya lo sabés. En todo caso, en la nota prima su discurso, el que acaso por primera vez se oye, y eso es, creo, lo más rescatable del artículo: hablan por si mismos. Si pude ser el puente para que La Nación llegue a ellos (volveré sobre ello en otra intervención, para no hacerlo acá tan largo), bueno, es mi trabajo y en todo caso un pequeño honor. En esa lucha, su lucha es mi lucha y no puedo no involucrarme.
Insisto, si esta nota suena a esencialista es a los fines no de mostrar purezas, que obviamente no las hubo ni las hay, pero sí para mostrar las diferencias, que si las hay: no todos los afrodescendientes son negros, no todos los negros en la Argentina son extranjeros, no todo candombe es uruguayo, no todos los argentinos somos blancoeuropeos... Cuando hablo con el común de la gente (y lo más paradójico, con no pocos académicos), luego de estas frases desestructurantes sobre la contemporaneidad de música afroargentina, la necesidad de ver esencias viene del público mismo: primero te dicen “bueno, te creo, y en qué se diferencia un candombe del otro?”. A partir de un punteo de ellas (palo y mano, duelas, etc... cuestiones técnicas al fin, fácilmente observarles), la gente va aprendiendo y si no es porfiada comienza a llamar a las cosas por su nombre: candombe argentino, candombe porteño o con el prefijo afro, como quieran, por un lado, y candombe uruguayo, candombe montevideano, con el prefijo afro, por el otro. Al pan pan…
Volviendo a la nota como sucedáneo de un trabajo de investigación, ahí quizá radica diferencia al ejercer la antropología: trabajo con personas de carne y hueso y trato de que mi trabajo les sirva, "estoy allí”, como decía el viejo Geertz... todo lo demás es literatura. Y la literatura periodística, como decía el también viejo Borges, se lee para el olvido.
PD 1: No sé si advertiste que en el video no se los ve cantando. Fue una decisión de ellos y la periodista, con gran ética, los respetó: hay mucho buitre tanguero revoloteando para hacer CDs. y espectáculos del tango negro con insumos gratis.
PD 2: Respecto al poco aprecio que le tengo a la literatura periodística del tema, ojalá te enteres por ella -aunque lo dudo- de que en Saladas (Corrientes) acaban de matar a garrotazos al director de candombe de san Baltazar. La realidad es la realidad, la prensa la prensa y mi deber es estar allí para dar cuenta de las cosas en sí mismas, no hacer antropología del revistero o, como se dice vulgarmente, ver las cosas por TV. Con esto no pretendo mi redención ni juzgar a nadie, pero al que le quepa el sayo que se lo ponga.
Atte. Pablo Cirio.
pcirio@fibertel.com.ar
A ver...Como mujer observo una serie de interesantes riñas de gallos, mas similar al "ethos guerrero" que no ejercen con el tambor, que a una construcción epistemológica real-
ResponderEliminarMe pregunto -humildemente, de verdad-...éste hábito que parece hacerse costumbre, de sacar la lapicera y la libreta de anotaciones cual facón de compadritos... ¡¿dónde lo aprendieron?¡¿en qué universidad?.
Respecto de la falta de superación en torno a la necesidad o necedad de inscripciones nacionales, hay tanto escrito y por tan buenos autores que sería muy atrevido de mi parte exhortar a invertir el tiempo en cuestiones con menor gradiente de naftalina.
Con cariño solo intento "comentarles"- o intentamos, porque somos varias las aquí asombradas en éste sábado por la noche...-que se necesitarán también en el plano académico referentes crecientes con mayor orden de sabiduría y no solo de "conocimiento epistemológico". Aunque también es nuestro deseo felicitar por el material, que es digno de poner a la luz de un análisis de género más que sabroso y prometedor.
Sabiendo que éste comentario no nos traerá flores de regalo, nos preguntábamos si acaso es necesario que discutan en la vereda (específicamente acá en la casa de A. Frigerio)y todos los días. En ese caso abriremos a debate si lo menester es obsequiarles a todos por igual (candomberos de todos los costados del charco,y académicos)un sombrero de compadrito a cada uno, …o ruleros!!!-
PD: exceptuando a A. Frigerio-(Club de Fans –próximamente!!-)
Chicas
ResponderEliminarNo suelo incluir los comentarios con demasiadas adjetivaciones –salvo que sean positivas, claro-. Lo hice (pero acá en sección canuto) no sólo conmovido por la (sin duda lejana) posibilidad de un “club de fans” sino sobre todo por el hecho de que alguien considerara estas cuestiones un sábado a la noche. Quiere decir que parte del propósito de quienes escribimos en este blog (más o menos frecuentemente, ya sea con sombrero de compadrito, ruleros o redecita de dormir –lo acabo de ver en “Donde estás hermano”-) se ha cumplido. Recordemos que el blog no intenta ser académico y que algunas cuestiones para algunxs sencillas para otrxs serán complicadas y novedosas. También, que las discusiones aquí entabladas tienen un indudable y bienvenido sesgo local y que por detrás de las posiciones académicas también hay posicionamientos políticos. Cada uno de los expositores tiene su corazoncito más cerca de algún grupo afro que de otro, y apuestan a que las cosas mejorarán con determinadas estrategias y no con otras. Ahora, no insinúen que las chicas académicas no se pelean, porque conozco varias con afiladísimas navajas en sus medias y/(o) ligas. Sobre perspectivas de género sobre el material aquí expuesto.. bienvenidas, para cuando quieran enviar algo….