sábado, 28 de junio de 2008
Candombe en las paredes de Montevideo
Bien por editorial La Marca, que viene publicando varias obras indispensables que, como dicen "rescatan la belleza de lo pequeño".
Catálogo en www.lamarcaeditora.com
miércoles, 25 de junio de 2008
Ciclo de cine africano en Buenos Aires (IV)
martes, 24 de junio de 2008
Umbanda y Misterio en el Clarín Zonal de José C. Paz
Ya desde la primera pagina del periódico la manera en que está presentada la nota no es feliz.
Dice “Muchos vecinos los ven con desconfianza”. ¿Los miembros de los 200 templos, no son vecinos? ¿Son siempre intrusos? ¿Vecinos de segunda? ¿El periodista hizo una encuesta en el barrio para decir: “Son “muchos” o serán, más bien, “algunos”? ¿No sería más prudente y menos prejuicioso decir “algunos” si no hay datos estadísticos ciertos?
La oración arriba del título, señala una mayoría de vecinos que “desconfían” y vuelve a dejar afuera del grupo de los vecinos a los umbandistas, que parece no son de ese barrio (ni siquiera los que viven allí…..)
El segundo copete afirma que “aunque no todos realizan sacrificios de animales, en algunos casos se faenan aves, cabritos y lechones”
Este copete señala una posición tomada. ¿Cuál sería el problema de que se faenen animales? (yo sugeríria usar siempre la palabra ofrendar, ya que no sólo es la traducción correcta de ebó sino que da una mejor idea de la intención religiosa del acto, mucho más que faenar que parece algo que se hace en una carnicería...)
El recuadro que habla sobre la posición de las sociedades protectoras de animales comienza, prácticamente, lamentando que la Secretaría de Culto no controle, inspeccione o sancione a pesar de la opinión de las sociedades protectoras. Pregunto: cuál es el conocimiento objetivo que tienen estas agrupaciones sobre qué es lo que pasa en los rituales de kimbanda o nación y para denunciar crueldad? Toda la discusión del periodista se refiere a omisiones, imposibilidades de sancionar o inspeccionar por parte del estado. Se da por sentado que el sacrificio de animales es o debería ser una práctica delictiva –sólo que difícil de controlar y sancionar por defectos legales.
Nada se menciona sobre la libertad religiosa. Cualquier debate al respecto debería comenzar con este derecho básico, mas que con la ley Sarmiento.
La descripción del ritual está lejos de ser objetiva.
Desde el primer párrafo: el frío lastima, el perro rengo, el borracho, un cartel bajo un farol roto. ¿Descríbiría así el cronista su visita a la parroquia del mismo barrio?
El templo parece “un amplio garaje de cerámicas”. Los participantes “miran fijo” al cronista. Lo querrán ojear? Antes de empezar siquiera la sesión el humo “ya marea”. El pai entra “como escupido de una pequeña puerta rotosa ” Tiene “mirada de guerrero” – ¿querrá ojearlo, también? El pai pega “un alarido indescrifrable”, los tambores tienen “un ritmo embriagador”, el pai da vueltas “como un rombo enloquecido” (será un rombo o un trompo?). Nuevamente recomienza “la danza frenética”. El olor a cigarrilo “ya es nauseabundo” . La ceremonia continúa adentro y “el borracho sigue afuera” (¿relevancia para la nota?.
¿Podrá esta acumulación de adjetivos brindar una descripción objetiva o, más bien, transmitirá los propios temores del cronista ante no sólo una religión que desconoce sino también un barrio y una situación social que parece serle ajena y repulsiva? Creer o reventar.
lunes, 23 de junio de 2008
Muestra Ecos del Alma: Miradas de Refugiados
domingo, 22 de junio de 2008
Sobre la Diaspora Africana en Argentina
La convocatoria para este panel era sumamente interesante pero como los diez minutos que tenemos para hablar no alcanzan para una reflexión mínimamente informada sugiero que hagamos otro evento sólo para debatir estos puntos.
Según la propuesta original:
Se esperará de los participantes no que expongan un trabajo escrito, sino que puedan reflexionar desde la oralidad y con consistencia argumental, con el objetivo de conversar con un público heterogéneo sobre los siguientes aspectos:
· El momento actual del campo “afro” en Buenos Aires.
· Los debates contemporáneos sobre las formas de inclusión / exclusión.
· Las estrategias adoptadas por los distintos actores para establecer sus campos de acción (intelectuales, activistas, artistas, políticos, ciudadanos) en función de su eficacia colectiva.
· La pertinencia de los conceptos de “África”, “afro”, “investigador”, “negro”, “blanco”, “diáspora africana”, “refugiado”, “afro-descendiente”, “afro-argentino”, “inmigrante”, “activista”, “artista” – entre otras formas de identificación – de cara a la conformación de un campo con intereses divergentes y convergentes.
· Aportes constructivos de cara al fortalecimiento de la presencia africana en Buenos Aires, capaz de revertir el escepticismo con el cual algunas acciones son habitualmente entendidas.
Si bien el primer encuentro tendrá un carácter fundamentalmente conceptual y el segundo un carácter más programático, se esperará que las ideas puedan articularse de modo tal de llegar a acuerdos básicos sobre las posibilidades reales de articulación de los diversos intereses en juego en un campo con actores relativamente acotados y conocidos. Ambas sesiones tendrán un explícito acento puesto en el diálogo entre los participantes, la persona que modere el encuentro y el público asistente. La metodología estará fundada en la conversación como un ejercicio elemental de entendimiento humano, a contrapelo del no diálogo, entendido este como una forma de discriminación.
Quisiera tomar dos de los puntos que en ella se proponen, principalmente a) la situación argentina o “el momento actual del campo afro” y b) la pertinencia del concepto de “diaspora africana” en nuestro país (no voy a hablar sobre la diáspora africana en general).
Puestos en el Centro Cultural del Sur
1) Sobre la situación argentina
Es difícil determinar cuál sería el “campo afro” del que debemos dar cuenta, siendo que una de las cosas que sucede es la continua redefinición, no sin conflictos, acerca de qué o quiénes constituyen el “campo afro”. No se puede hablar del tema sin dar cuenta de los conflictos que lo constituyen como tal.
La realidad argentina es, creo, bastante interesante y única.
Según mi visión del “campo afro”, tenemos por un lado:
1. Un grupo no definido pero probablemente mayor de lo que se piensa de afroargentinos (o afrodescendientes argentinos?)
2. Varios miles de miembros de la Comunidad caboverdiana
3. Un número no tan grande pero cualitativamente importante (en términos de producción y transmisión de cultura) de migrantes afroamericanos –que, es necesario resaltar siempre, cambiaron la cultura juvenil porteña.
4. Numero creciente de migrantes (y/o refugiados) africanos
Hay entonces muchos grupos pero relativamente pequeños. Aunque algunos no sean tan pequeños, la cantidad de gente dentro de ellos que parece dispuesta a identificarse con lo afro- (con la ascendencia afro) o con la diaspora es todavía una minoría.
Pero yo además tomaría en cuenta la existencia de:
5. Una gran cantidad de jóvenes que no sólo practican alguna forma de cultura afroamericana o africana sino que para ellos esa práctica es lo que los define actualmente.
6. Miles y miles de argentinos que practican religiones de origen afro.
7. Una cantidad importante de jóvenes que pertenecen a y desarrollan la cultura hip hop (break, rap, graffiti) y otros que hacen reggae y otros géneros afroamericanos globalizados.
Pensando la Diaspora I: Marise Guebel, Federico Pita, Dina Picotti, Alejandro Frigerio (engripado)
Tenemos por lo tanto una importante diáspora biológica (gente que tiene ascendencia africana más lejana o cercana).
Una todavía más importante diáspora cultural afroamericana o africana (gente que practica cultura afroamericana)
Hay sin duda interrelaciones entre ellas –en la medida en que, en muchos casos, una dio origen a la otra- pero en general estos grupos y estas realidades están mayormente desconectadas.
Es hora de que empezaran a ver que tienen muchas cosas en común…….
Dije , cuando fui invitado a hablar a Buenos Aires Afro Hoy y a la celebración del Día de la Conciencia Negra , el año pasado, que había que desarrollar una conciencia afro.
(mis reflexiones sobre la conciencia afro están entre las entradas 2007 del blog)
Resumiendo (por el tiempo), diría hoy que el desarrollo de una conciencia afro es, entre otras cosas, el tomar conciencia de la interrelación necesaria entre ambas diásporas, la biológica y la cultural. Esta es una conciencia que deben desarrollar tanto los practicantes blancos de cultura afroamericana como los militantes políticos afrodescendientes, como los activistas culturales afroamericanos,
Pensando la Diaspora I : Victor Bille y público
2) Sobre la identificación diaspórica
En un trabajo reciente que escribimos con Eva Lamborghini, en el que analizamos el desarrollo del activismo afrodescendiente en las últimas dos décadas, vimos que a lo largo de distintos períodos –cada cinco o seis años, mas o menos- se producían modificaciones en las identificaciones utilizadas por los activistas o militantes negros y que éstas iban en la dirección de:
a) permitir una mayor inclusión y aglutinación de los distintos grupos afro-(algo) que existen en la ciudad
b) poder utilizar al máximo los recursos nacionales e internacionales que hubiera para la movilización social.
1) Así, durante la segunda mitad de la década de 1990 prevalecía la identificación como AfroArgentinos – que unió a, o permitió la superación del binomio “negros criollos” x “caboverdianos”.
2) Después de la III Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia de Durban, Sudáfrica, en 2001, comenzó a popularizarse el término Afrodescendientes (que permitió unir a los afroargentinos con los migrantes afroamericanos). El movimiento en torno de la reivindicación de la casa de la calle Defensa donde funcionaba la escuela de Freda Montaño fue un buen ejemplo de esta unión.
En ambos casos, además de una mayor aglutinación, también se intentaba
-sacar provecho de lo que sucedía en movilizaciones transnacionales afroamericanas, y
-entrar dentro de las clasificaciones identitarias relevantes para los organismos multilaterales que pretendían ayudar a poblaciones afro-algo (BID, Banco Mundial).
3) A partir del 2006 o 2007 se propone una nueva identificación, la de diáspora africana, que
a) nuevamente permite una mayor inclusión de los grupos existentes en Buenos Aires, sumando a los migrantes africanos (que quedaban más o menos fuera de las otras dos identificaciones), pero que
b) (me) plantea una duda respecto de la capacidad de esa identificación de captar o aprovechar recursos disponibles en esferas transnacionales.
Pensando la Diaspora I : Nicolás Fernandez Bravo y Miriam Gomes
En efecto, qué organismos o movimientos internacionales (o locales, pero me temo que el apoyo internacional en este caso siempre es fundamental, dada la poca disposición del gobierno local al tema) pueden ofrecer su apoyo a la “diáspora africana”? Para quíen o de qué manera la diáspora africana es sujeto de derechos?
También frente al Estado argentino, uno podría preguntarse si es la identificación que podría maximizar los recursos que eventualmente se podrían obtener.
Es claro que las identificaciones son siempre contextuales y relacionales.
No hay “una categoría correcta” porque éstas generalmente implican distintos niveles de inclusión.
- Un afroargentino no deja de serlo por elegir pertenecer a “la diáspora africana” (implica sólo una determinada manera de ver su afroargentinidad)
Por lo tanto la categoría de “diaspora africana” como identificación “paraguas” no tiene por qué ir contra o eliminar otras identificaciones más específicas, que en determinados contextos o ante algunos actores siguen siendo absolutamente necesarias.
Sí creo que, al ser capaz de generar una mayor unión bajo un paraguas identitario, es quizás la categoría que permite la máxima capacidad de generar recursos propios, endógenos.
Resumiendo, esta identificación
- permite el máximo de inclusión posible
- –aún más si añadimos a lo que antes llamé la “diáspora cultural” (religiosos, percusionistas, bailarines, candomberos, etc.)- Y LLAMARIA LA ATENCION DE NUEVO SOBRE ESTE PUNTO
- pero surgen algunas dudas sobre su capacidad para constituir sujetos de derecho y por ende, para captar apoyos externos e internos.
sábado, 21 de junio de 2008
¡Eramos pocos y apareció el candombe brasilero!
Os tambores estão frios: herança cultural e sincretismo religioso de Candombe.
Cabe destaque para a organização metodológica do texto, uma vez que o autor recupera o quadro teórico-metodológico, deixando o leitor a par de tudo o que é trabalhado no decorrer da obra. Além disso, metodologicamente, o autor rompe com alguns mitos, desfazendo a idéia de uma hipótese fixa, já que no início do trabalho entende como hipótese a idéia do ritual como afirmativo da identidade étnica de camadas desprivilegiadas da população e evidencia focos de tensão cultural na sociedade brasileira, para, ao final, rearticular tal hipótese, tendo como tese que o Candombe revela a fragmentação cultural de certos grupos étnicos, evidencia focos de tensão sócio-econômica na sociedade brasileira e exprime formas próprias de sincretismo religioso.
O autor divide o corpo do trabalho em três capítulos, baseado na idéia de que a interação do imaginário religioso com a sociedade nos leva à construção de uma linha interpretativa para o Candombe baseada num recorte temporal diacrônico e sincrônico. Por um lado, busca apreender os meios de existência da cultura afro-brasileira no passado, para que se possa avaliar o alcance do Candombe entre as vivências religiosas de uma população pressionada pelo regime escravista (diacronia); por outro, faz a investigação das formas de vivência e de manifestação contemporânea do Candombe para observar se as tensões étnicas, religiosas e culturais em nossa sociedade permaneceram, desaparecem ou se rearticularam (sincronia).
O texto possui uma abordagem interdisciplinar através do enfoque histórico, lingüístico e antropológico, vendo o Candombe como um ritual sagrado, inserido na cultura popular e revelador de uma vertente étnico-cultural afro-brasileira. Neste sentido, conhecer a organização social em que ele surgiu (enfoque histórico), o discurso que fundamenta o ritual (enfoque lingüístico) e o valor simbólico e material que adquiriu para os indivíduos e grupos que o vivenciam (enfoque antropológico), torna-se importante para perceber o Candombe em sua totalidade.
No capítulo “Celebração de negros”, o autor aborda o ritual, tratando dos aspectos que o caracterizam. Aborda também os participantes do Candombe, a natureza e a função dos pontos, bem como os elementos rituais constituintes, além de fazer uma descrição minuciosa do ritual em diversos lugares: Contagem (Arturos), Justinópolis, Mato do Tição, Mocambeiro, Quinta do Sumidouro, Araçuaí, Macaúbas, Indequicé (André Kissé), Lagoa de Santo Antônio, Jequitibá.
No que diz respeito aos aspectos que caracterizam o ritual, aborda a origem étnica dominante: banto; os temas: sérios e entretenimento (bizarria); estrutura ritual: três tambores, uma puíta, um guaiá, canto solo e resposta em coro, dança livre (improvisos); o conteúdo: tradição religiosa passada oralmente de geração a geração, evidenciando situações de confronto (desafios) entre os candombeiros; os veículos de transmissão da sabedoria ancestral: dança (linguagem gestual), cantos e narrativas (linguagem verbal); a orientação espiritual: celebração da memória dos ancestrais (sem incorporação) e louvação aos santos católicos; as formas: fixo (capelas e terreiros) ou cortejo (percurso em vias públicas). Já nos pontos, descreve cada um deles, indo dos pontos de abertura aos pontos para os ancestrais, passando pelos pontos de Zambi, Calunga, Jesus Cristo, santos e Nossa Senhora, até os pontos de alerta e pontos para pedir cachaça. Sobre os elementos rituais constituintes, nos informa sobre os instrumentos – tambores, puíta, guaiás; as narrativas, destacando as modalidades, o conteúdo e a forma.
Já no capítulo “Olhos para o Candombe”, o autor aborda o Candombe a partir de três enfoques. No enfoque histórico, destaca os aspectos referentes ao panorama das culturas ioruba e banto na sociedade brasileira (reelaboração cultual, a partir da religiosidade banto); ordem social violenta no interior da qual o Candombe se desenvolveu (opressão e alternativas); no enfoque lingüístico enfatiza a linguagem do Candombe, identificada como “língua de preto”, como uma construção de significados que se adequaram a determinadas experiências vividas pelos negros bantos no Brasil, exprimindo a leitura que fizeram do encontro com o Catolicismo e com a violência do modelo social escravista e pós-escravista.
Por fim, no enfoque antropológico, revela que o valor do Candombe está relacionado à eficácia de sua ação comunicativa. Os praticantes o entendem como um modelo cultural herdado dos ancestrais, como uma fonte de visão de mundo. Suas mensagens são projetadas para outros setores da vida tanto quanto as mensagens exteriores são incorporadas à sua organização ritual.
Divide os aspectos antropológicos em: linguagem simbólica (conhecimento de mundo trazido ao Brasil pelos africanos escravizados e reelaborado à luz de novas condições históricas e sociais); afinidade afetiva (presença de elementos bantos, que significa que a ponte entre Brasil e África, além de um fato histórico, configurando-se como um referencial existencial); transmissão oral do conhecimento (opção de um grupo pela oralidade ou pela escrita está relacionada à sua concepção de mundo e aos valores, que caracteriza a inserção desse grupo no cenário das outras sociedades); demandas na casa de Zambi (inserção num campo de relações externas e internas); e parentescos rituais (comentários sobre o Jongo, Candombe e os Candombes do Uruguai e da Argentina, para compreender os diálogos entre diferentes modelos culturais em situações históricas marcadas pelo escravismo).
Por fim, no capítulo “Se os tambores chamam”, o autor trabalha a questão do sincretismo, iniciando com sua definição do termo. Como há contradições entre o conceito e a realidade, o autor opta por olhar o sincretismo a partir do campo empírico. Analisa o Congado para, em seguida, analisar o sincretismo no Candombe. Para ele, o sincretismo no Candombe articulada três tradições religiosas – heranças de procedência banto, influência do Catolicismo, referências à Umbanda. Há variações de lugar para lugar, mas o Catolicismo aparece em todos os Candombes e a Umbanda se manifesta proporcionalmente, sendo mais aceita em alguns grupos do que em outros. O Candombe é um ritual sincrético, havendo a participação relativa de diferentes tradições religiosas e culturais em sua constituição.
O texto apresenta alguns desafios, tais como a descrição extensa de alguns rituais. Apesar de tal descrição refletir a preocupação do autor em documentá-los, com o intuito de preservação de memória, talvez alguns deles pudessem ser apresentados em apêndices; como todo trabalho é devedor do seu tempo, há alguns dados históricos que poderiam ser revisados, uma vez que há novos estudos sobre a escravidão, além de arquivos estarem sendo abertos trazendo novos dados empíricos que esclarecem e iluminam fatos e acontecimentos; algumas análises sobre o sincretismo são feitas de maneira mecânica, perdendo o movimento dialético buscado e conseguido pelo autor todo o tempo durante o trabalho; e, por fim, os objetivos nos parecerem amplos, fazendo com que o autor tomasse um pequeno desvio do seu foco, mas que trouxe contribuições interessantíssimas, como, por exemplo, a origem do tango.
Tais aspectos não tiram o mérito de Edimilson de Almeida Pereira, em Os tambores estão frios, uma vez que o trabalho trata de maneira sistemática do ritual do Candombe, além de possuir uma riqueza etnográfica e iconográfica. Este trabalho nos mostra que os tambores não estão definitivamente frios. As possibilidades do Candombe continuar a existir ou desaparecer constituem hipóteses. As potencialidades sincréticas do ritual e as negociações que os devotos realizam no campo religioso ora revigoram os seus fundamentos, ora minimizam os seus significados, significando um estímulo para que outros olhos se voltem para o Candombe. Tudo leva a crer que o autor conseguiu o “esquentamento” dos tambores.
* Brígida Carla Malandrino é doutoranda em Ciências da Religião pela PUC-SP.
** Ênio José da Costa Brito é professor do mesmo Programa.
viernes, 20 de junio de 2008
Jóvenes africanos refugiados en Argentina
Día mundial del refugiado
Los 28 afro argentinos
Llegaron este año en barco escapando de sus países. Se sumaron a los 116 chicos que ya viven en el país. Cinco historias de horror y amor.
María Helena Ripetta
20.06.2008
Fuente: http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=6517
jueves, 19 de junio de 2008
Evento La Diaspora Africana en Movimiento
Sábado 21 de Junio
Domingo 22 de Junio
martes, 17 de junio de 2008
El árbol de los orishas
Su base (doble click para agrandar)
"El Arbol de los Orishas es la instalación que el artista cubano Alexei Serrano ha realizado en la vereda de un típico pasaje de Palermo. El soporte es un poste de luz y el artista reunió todos los materiales que los caracterizan para intervenir este objeto cotidiano y urbano.
Changó (arriba) y Yemayá (abajo)
Señala Alexei:
" (…)hace ya algún tiempo trabajé una serie de los Orishas específicamente y dejé inconclusa, y no se bien cuando sucedió que comenzó a fusionarse lo afro en mi trabajo, haciéndose evidente hoy, que tengo una influencia bastante marcada, es mas, si te fijas en trabajos míos de hace un par de años, te puedes dar cuenta que hubo un cambio notable en los trazos, los colores hoy los trabajo mas puros y estridentes, además, que cada obra está llena de símbolos propios de la cultura afro. Elegguá
Por eso cuando Jorgelina me dijo de intervenir el poste, enseguida tuve la imagen del árbol. Incluyendo, evidentemente, los materiales con los que he estado trabajando en este último año y que yo lo llamo el año del reciclado en mi obra. Te cuento que es algo que descubrí con Berni y que considero uno de mis maestros, es mas, con él descubrí que se puede trabajar sobre cualquier soporte y para pintar, solo basta con tener un poco de pintura, un pincel y muchas ganas de hacer (…) " (testimonio de Alexei Serrano, en la gacetilla de la galería)
lunes, 16 de junio de 2008
El samba llora....
Fuente: http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=6266
sábado, 14 de junio de 2008
Escuchar Bossa Nova por primera vez
Por Ligia Piro
La primera vez que escuché “Aguas de Março” no sabía nada sobre la bossa nova. Yo tenía nueve años y fue un instante increíble. Lo puso mi mamá en el equipo de casa, se ve que acababa de comprarse el disco. Y me acuerdo que cuando empezó a sonar la canción, fue algo parecido a lo que pasa en los dibujitos animados, cuando se “ve” el aroma de la comida, y aparece un personaje flotando atrás, siguiendo ese aroma. La sensación es ésa: empezó a sonar la música en el living y yo aparecí como de la nada, siguiendo ese aroma, desde mi cuarto, para preguntar qué era eso que habían puesto. Era la primera vez que yo escuchaba ese ritmo tan contagioso, magnético. Y no sólo aparecí yo, aparecimos todos los que estábamos en la casa, como si hubiéramos salido de nuestras cuevas. Recuerdo también a mi abuela materna, que estaba mucho tiempo en casa, que también salió y de pronto estaba bailando la canción.
Hasta ese entonces yo no tenía idea de lo que era la música de Brasil. Y eso que mi mamá tenía algunos discos en un mueble que estaba a mi alcance, al ras del piso. Recién más tarde supe que había cosas de Chico Buarque, de Vinicius; había material, pero fue este disco evidentemente el que también le había pegado más a mi mamá. El disco se llamaba Tom & Elis; era Elis Regina cantando todos temas de Jobim. Recuerdo muy bien la tapa de ese long play: tenía un color naranja amarronado y están ellos dos como en una foto desprevenida; ella se está riendo y él está mirando a la cámara, con una actitud en la que parece decirle a ella: “Mirá que nos están tomando una foto”. Para aquel entonces yo ya había escuchado mis primeras canciones, tenía unos muy poquitos conocimientos de jazz. Y sentí la necesidad de preguntar qué era esto, este ritmo nuevo, muy maravilloso, esta música llena de energía. Creo que esa edición del disco que puso mi mamá no traía las letras: las ediciones que llegaban en esa época acá, en los ’70, no eran completas. Más tarde supe que la letra de la canción describe las cosas de la naturaleza en detalles ínfimos, pero en su momento no entendía nada: no está cantada rápido, es hablada, son descripciones de cosas, y yo le preguntaba a mi mamá, “¿Y esto qué es?”, y ella me decía “No sé, no sé pero es lindo”, mientras subía el volumen y mi abuela bailaba; una situación muy graciosa.
Si tengo que elegir una canción favorita, también pienso inevitablemente en “The Man I Love”, de Gershwin, otro genio, un tema que conocí de la mano de Billie Holiday: otro descubrimiento personal de la discoteca de casa, buscando discos y mirando las tapas, reconociendo figuras, escuchando esa música que yo misma me proveía y me llevaba a mi cuarto. Pero supongo que si “Aguas de Março” ganó fue porque tiene mucha alegría, mientras que “The Man I Love” es esperanzador pero hasta ahí nomás –ese hombre por ahí llega y por ahí no–; es muy melancólico y en mi recuerdo está siempre ligado a Billie Holiday, una mujer con una vida muy dura y una voz desgarradora. Por lo que si tengo que elegir entre los dos, prefiero que sea el que me remonta cada vez que lo escucho a ese momento de la vida en mi casa que fue tan alegre.
No escuché la canción por años, porque los discos desaparecieron, y el de mi familia es probable que se haya perdido en alguna mudanza. Pasó un período muy largo hasta que ese disco se reeditó en cd, y como durante ese tiempo no estaba de moda, no se pasaba en las radios, no se bailaba. El disco salió en el ’74, y habrá desaparecido de mi vida cuando yo tenía 14 y aparecieron otras cosas, músicas contagiadas por mi generación. Un día, varios años más tarde, lo vi en una disquería, y lo compré inmediatamente. La canción era la primera del disco, y cuando “volvió” tuve la sensación de estar situada de nuevo en ese living donde aparecí de la nada atrás de esa melodía contagiosa que no te olvidás más, que prácticamente me llevó flotando hasta ahí. Como ésta y como la de Gershwin, hay muchas otras canciones que me remontan a cosas, a situaciones, a otros momentos, pero ésta es la más importante de mi vida. Me hace acordar a ese clima familiar que forma parte de mi crianza, a esa sensación tan hermosa, muy llena de vida.
“Aguas de Março” de Antonio Carlos Jobim (Grabada por Jobim y Elis Regina en el disco Tom & Elis, 1974)
Compositor, cantante, guitarrista y pianista, Antônio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim (Río de Janeiro, 1927 - Nueva York, 1994) fue el mayor referente internacional de la bossa nova. “Aguas de Março” fue grabado originalmente en el álbum Disco de bolso (O Tom de Tom Jobim e o total de Joao Bosco), de 1972, pero su versión más popular es la que hizo con Elis Regina para el disco de dúos grabado en enero de 1974. Tom & Elis contó con el pianista César Camargo Mariano (el marido de Regina), y los músicos de su grupo (el violinista Hélio Belmiro, el bajista Luizao y el baterista Paulinho Braga). La canción no narra una historia sino que arma un collage de imágenes de la naturaleza –una rama, una piedra, un pez, el final de un camino–. Se suele interpretar la figura central de las aguas de marzo como el ciclo de la vida cotidiana, el paso inexorable del tiempo marcado por el final del verano. Jobim compuso una versión en inglés de la canción, que resultó más extensa (y con algunos contenidos distintos) que el original en portugués. Las aguas del marzo boreal, que es a lo que se refiere la canción en inglés, ya no son las tormentosas lluvias de verano de Río de Janeiro que inspiraron la versión original, sino las aguas del deshielo. La canción fue grabada además por Joao Gilberto (álbum Joao Gilberto, 1973) y por, entre otros: David Byrne y Marisa Monte, Oscar Castro Neves, Art Garfunkel, la cantante de jazz Jane Monheit, la banda japonesa Cibo Matto, Al Jarreau, Sergio Méndes & Brasil ’77, Cassandra Wilson, y por Fito Páez (en Mi vida con ellas, 2004), quien en una entrevista para Radar contó que era la música que escuchaba con su padre en Rosario a fines de los ’60 y comienzo de los ’70 (“Jobim fue uno de los motores que me acercó a los acordes”).En 2001 “Aguas de marzo” fue elegida por más de 200 periodistas, músicos y otros artistas convocados por la Folha de Sao Paulo como la mejor canción brasileña de todos los tiempos.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-4658-2008-06-14.html
Tapa del CD de Samba y Bossa Nova: Putumayo. (no lo escuché....)
viernes, 13 de junio de 2008
Ciclo de cine africano en Buenos Aires (II)
Estamos acostumbrados a las imágenes cinematográficas sobre África surgidas de documentales sobre su variada fauna o sobre sus distintos grupos etnográficos. Pocas veces hay propuestas de historias de ficción que superen la mirada exótica del viajero – en general un varón blanco - en busca de alguna aventura surgida de una presencia circunstancial, ya sea en el siglo XIX o en nuestros días. En el Museo Etnográfico “Juan B. Ambrosetti” todos los sábados de junio exhibiremos un ciclo de cuatro filmes que propone algo distinto: un acercamiento a la historia contemporánea de África a través del cine de ficción y documental. Realizadas por directores africanos estas películas reflejan la vida política, social y cultural de los africanos, presentando miradas propias sobre sus problemas.
El sábado 14 y el domingo 15 de junio a las 16 horas exhibiremos la película sudafricana Drum realizada por Zola Maseko en 2004. Está ambientada en los clubes de jazz de Johannesburgo de la década de 1950 y en el trabajo de los periodistas de la revista “Drum” que en esos años se convirtió en un órgano de denuncia de las injusticias sufridas por la mayoría de la población del país.
Esta muestra es posible gracias a la colaboración del Festival de cine africano Africala.
Entradas gratis pero capacidad limitada, retirar a partir de las 15 hs.
jueves, 12 de junio de 2008
Ancestralidad y Arte (III)
La noche que fui, allá por el ochenta y tantos, estaban documentando la ceremonia. Estaba Phylis Galembo, una fotógrafa afro-norteamericana que luego se hizo conocida por sus fotos de altares y practicantes de religiones afroamericanas en Bahía, Nigeria y Haití y también Elisa Tesser, una cineasta italiana que hizo una bella película sobre Iemanjá en la que aparece, brevemente, un egungún bendiciendo los presentes que se llevarán al mar. Pero salvo estos, y uno o dos registros conocidos más, son escasas las fotos o filmaciones de egungun brasileros que circulan (mientras que sí hay muchas de africanos). Hay una conocida película producida por Mestre Didí y Juanita Elbein a comienzos de los ochentas, y un disco de vinilo que la acompañó, pero el disco tenía una faja que decía que no se podía tocar en ambientes públicos. De hecho , creo que pocos lo tocaban porque temían atraer los Egungun –mi copia, que obtuve gracias a la generosidad del antropólogo bahiano Vivaldo Costa Lima, está casi como la recibí.
Todo esto para recalcar que, de todas las facetas de la religiosidad afrobrasilera, ésta es decididamente aquella-con-la-cual-no-se-jode. Me llamó la atención, por lo tanto que hubiera una muestra artística basada en los egungun en Salvador. Y que la artista no fuera –o al menos no proclamaba serlo con gran énfasis- una iniciada. De hecho el culto a los Egungun está dirigido por hombres, es una sociedad masculina. Las mujeres tienen un lugar, pero es bien menor en comparación al culto de orixás, donde ellas concentraron tradicionalmente el poder. El culto a Egungun es algo así como la venganza machista en las religiones afrobrasileras.
miércoles, 11 de junio de 2008
Ancestralidad y Arte (IV)
La primera comparación que surge al ver estos cuadros no es, sin embargo, con el arte de Juan, sino con el de Dany Barreto. No puedo ver los primeros cuadros de los egungún –en los cuales el traje se ha independizado de todo, y parece volar sólo, como una gran nave madre de una película de Spielberg y no acordarme de “las naves del Gauchito”, una serie de cuadros de Barreto, en las cuales los manteles que adornaban los altares populares que Dany vió en distintas partes de nuestro país se independizaban, y ganaban altura con las imágenes del Gauchito y otros santos. Es claro que una cosa no tiene nada que ver con la otra, pero no deja de llamarme la atención la coincidencia en la imagen artística: no debe ser ajena a esta coincidencia la ubicue presencia de los ovnis y sus posibles ocupantes en la cultura actual, constituyendo una nueva especie de "sagrado contemporáneo".
De hecho, para el caso de los egungun, esta independización del traje vendría a ser como la quintesencia del culto, ya que se supone que los trajes son colocados encima de un agujero a través del cual llegan los babás y lo rellenan. Los pies y manos que se adivinan en los Egungunes que llegan al terreiro (cuidadosamente escondidos por guantes y medias o botas) en realidad sobran, no deberían estar allí. Dejando los trajes flotar sólos, la artista realiza mejor la idea de la ortodoxia religiosa. Curiosamente, o no tanto, en la instalación de Juan, los trajes (aunque estilizados en su obra) también flotan.
Los colores alrededor de los egungunes en las telas de la artista brasilera sugieren, adecuadamente, movimiento. El movimiento es una parte importante de lo que es un egungún, ya que ellos siempre aparecen bailando, con pasos muy cortitos y agitando los símbolos que representan al orixá al que pertenecían en vida. En su danza son frecuentes los giros, uno de los movimientos más bellos ya que todas las tiras de tela que cuelgan de la cabeza se abren y se despliegan en un abanico multicolor que sin duda queda en el recuerdo de quienes presencian las ceremonias. Al girar y al moverse, los egugngun desprenden un viento que es benéfico para quienes lo reciben a la distancia. .
Como muestran las fotografías de las ropas africanas -y las brasileras no les van en zaga- hay un verdadero cuidado en hacerlas multicolores, con varios tipos de tela, de distintos colores y texturas, y adornarlas con espejitos o lentejuelas. Algo de todo esto, aunque en un solo color o tonalidades de negro y gris, está presente en los cuadros de Juan de Igbalé. Inspirado tanto en las telas kente africanas como en la ropa y el patchwork de los egungunes, Juan utiliza, en una innovación absolutamente creativa, gomas de bicicletas cuyas diferentes huellas funcionan como distintos tipos de telas.
Para el caso de Juan Batalla, subtitular su exposición “El bosque de los ancestros” muestra a la vez, una influencia cubana (el monte como sitio privilegiado de contacto con lo numinoso, a lo Lidia Cabrera o Wilfredo Lam) así también como un conocimiento efectivo del terreiro de los egungun en Ponta de Areia. Encapsulados ya, en mayor o menor medida, todos los terreiros de Salvador por el entorno urbano ,el de Egungun es casi el único que se encuentra arriba de un morro, absolutamente rodeado de naturaleza –o al menos, así estaba cuando lo visité hace ya varios años.
martes, 10 de junio de 2008
Sobre Africa y La Gran Esperanza Blanca en el Jazz
Por: Sandra de la Fuente
Publicado en Revista Ñ, 3/5/2008
http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2008/05/03/01663292.html