sábado, 20 de junio de 2009

Estudios afroargentinos en Ñ


A la sombra de la historia oficial
En los últimos 25 años, una nueva generación de académicos empujados por las comunidades de afrodescendientes logró redescubrir la Argentina negra y mestiza que había sido invisibilizada en el pasado por la ilusión de un país blanco y europeo.
Por: Guido Carelli Lynch

En las celebraciones escolares del 25 de mayo siempre hay un negro o un mulato que sostiene alegremente una cesta de empanadas en la cabeza. Luego de pintarse con carbón, los chicos se olvidan para siempre. ¿Por qué? Porque Africa siempre tuvo mala prensa, también en la Argentina.
Es extraño, en apariencia, que se olvide ese detalle como tantos otros recuerdos de la infancia y es difícil conciliar ese personaje secundario del acto (porque no to­dos pueden ser Saavedra, French o Beruti) con toda la desinformación institucionalizada a la que se so­mete a los chicos desde hace más de un siglo en las clases de histo­ria. El olvido, pensándolo bien, tal vez no sea del todo inexplicable.
"Hay tres errores que siempre saltan cuando se habla sobre los negros en el país. Ni eran pocos, ni los tratábamos bien ni fueron libres a partir de 1813 como se cree", explica Marta Goldberg, la única argentina en integrar el Comité Científico Internacional de la Ruta del esclavo de la Unesco y una de las primeras historiadoras en sincerar la significativa presen­cia de los negros en el país.
Si la Asamblea de 1813 hubiera declarado la libertad de los escla­vos (que se hizo efectiva en 1861) y no la libertad de vientres, como efectivamente sancionó, el mismí­simo Rosas no habría declarado en 1825 entre sus bienes muebles a los 33 esclavos que tenía repartidos en dos estancias. Algo normal para la época, cuando llegaban al puerto "toneladas de negros", a los que se bautizaba y daba el apellido de su dueño. Miles de los 11 millones de africanos vendidos como esclavos que llegaron a América eran en 1810 un tercio de la población por­teña y el 60% de la catamarqueña, según consta en los registros pa­rroquiales que Goldberg encontró hace casi cuatro décadas, cuando la academia negaba la existencia de los negros, aún a pesar de los actos escolares.
Sin embargo, hasta 1970 nun­ca había habido negros en la Ar­gentina. ¿Por qué? "Por culpa de dos ideologías surgidas en el siglo XIX –la del blanqueamiento, y la del marxismo– que hicieron que los estudios sobre los negros en la Argentina no se desarrollaran hasta los años 90", contesta el pro­fesor de la Universidad de Prince­ton George Reid Andrews. Para el autor de Los Afroargentinos de Buenos Aires, el poderoso com­promiso de la sociedad argentina con el concepto de un país blanco y europeo volvió muy difícil que los intelectuales argentinos pudie­ran reconocer y aceptar la dimen­sión negra de su historia, cultura y sociedad. El enfoque marxista y estructuralista teorizaba sobre las clases sociales y relegaba a un se­gundo plano raza, etnia y género.
Los textos clásicos de Ricardo Rodríguez Molas (Pardos y Mo­renos en el año 80), Elena Studer (La trata de negros en el Río de la Plata) y la propia Goldberg, entre otros, facilitaron la historia vieja de los negros en el país, pero en los últimos 20 años ciencias menos rígidas y desprejuiciadas logra­ron abrir un nuevo horizonte en la materia. "La historia oral, la an­tropología biológica, la estadística y la musicología han demostrado que una parte considerable de la población argentina se reconoce como descendiente de los negros esclavizados hasta 1861 y man­tienen buena parte de su cultura vigente", sentencia el antropólogo Pablo Cirio, antes de advertir que el que quiera estudiar la cultura viva del afroporteño tiene que ir al cinturón del conurbano. Sin embargo, en la actualidad, la mayoría de los investigadores ar­gentinos todavía coincide en iden­tificar la ilusión forzada de una sociedad blanca y europea, de una París porteña, como el cepo que invisibilizó la suerte de los afrodes­cendientes en Argentina, de aque­llos que sobrevivieron mestizos a las guerras de la Independencia, del Paraguay y a las epidemias de viruela y fiebre amarilla.
Para Alejandro Frigerio, uno de los investigadores que más ayudó a repensar la presencia y contri­buciones de la cultura africana en Argentina, existe "una narrativa dominante de la nación" que for­zó e invisibilizó la presencia y las contribuciones étnicas y raciales de los africanos en América.
Tres clases de enfoques son los que para Frigerio rigieron desde siempre la forma de encarar los estudios sobre el tema. El prime­ro, preocupado por los estudios históricos sobre los esclavos y ne­gros libres en la colonia, otro sobre la relación que hoy los países afri­canos mantienen con la Argentina y, el último y más revolucionario, sobre la situación actual de las comunidades de afrodescendien­tes en el país. Las tres áreas, no obstante, están de alguna manera vinculadas, ya que la mentada revi­sibilización se debe en gran medi­da a Miriam Gómes, directora de la Sociedad de Socorros Mutuos y Unión Caboverdiana de Dock Sud y una de los afrodescendien­tes militantes que más ha luchado por devolver a los negros a la his­toria pasada y presente. Hija de los caboverdianos libres que vinieron para trabajar en el puerto, Gómes destaca cada vez que puede que hoy el 5% de la población argenti­na es afrodescendiente. "Muchos siguen diciendo que no existimos. Parte de la academia, también aquella supuestamente más abier­ta, la revisionista, sigue negándo­nos. Felipe Pigna, por ejemplo, ha dicho que ni por asomo somos 2 millones, cuando un estudio del INDEC y de la Universidad Tres de Febrero muestra lo contrario", remarca. Gracias a su trabajo, el del Inadi y el de la Universidad 3 de Febrero, entre otras entidades, el censo 2010 incluirá preguntas sobre ascendencia africana. "Ha­ce 25 años no había mucha lite­ratura al respecto, pero ahora hay una nueva generación que está produciendo y que creció con no­sotros", dice Gómes. Cirio, Marta Maffia y la historiadora Florencia Guzmán son sólo algunos de los profesionales que trabajan codo a codo con las comunidades de afrodescendientes. Esa irrupción, de la que también forma parte Di­na Picotti, sirvió para recuperar la obra de antiguos investigadores. En ese contexto se publicó un texto póstumo de Néstor Ortiz Oderigo, el Diccionario de Africanismos en el castellano del Río de la Plata, y entre las palabras que reúne sobre­salen dos vocablos bien argentinos y originarios de voces y de ritmos africanos: el tango y la milonga. Una estocada para cualquier com­padrito nacionalista .
Desde el principio, desde la os­curidad de las sombras, la cultura negra impregna la más intangi­ble e inventada argentinidad. "La pregunta no es por qué no se los ve, sino por qué no podemos verlos ", larga –sugerente– Cirio, uno de los especialistas más interioriza­dos con el devenir del candombe en Argentina. "Todo antecedente de cultura extraeuropea ha sido negado para construir una iden­tidad nacional. Siempre se habla en tiempo pasado, siempre (los negros) son extranjeros, siempre el candombe es uruguayo", aporta Cirio, para quien los negros co­menzaron a preservar su cultura dentro de su casa como estrategia, pero terminaron –sin querer– por hacerle el juego al discurso blanco que los negaba.
La realidad hoy es otra y Los es­tudios afroamericanos y africanos en Argentina (Clacso, 2008) es tal vez uno de los textos más actuales y mejor logrados para pensar có­mo se enseña y se asume Africa y su diáspora en América Latina. La edición compilada por Gladys Lechini reúne además a varios de los nuevos académicos que Gómes celebra. "Los europeos abordaron los estudios sobre Africa de la mis­ma manera que los estudios sobre América, desde una concepción eurocéntrica. Esa visión perma­nece muchas veces en los trabajos de los académicos del propio sur", explica Lechini desde Rosario al tiempo que avizora que La Historia de Africa de la Unesco comen­zará a saldar esa deuda.
El programa de Estudios Afri­canos, desde el que Juan Vagni estudia la inaccesible África mu­sulmana, y que Diego Buffa y María Becerra coordinan desde la Universidad Nacional de Córdoba, es otra de las puntas de lanza de la nueva perspectiva que ilumina desde el interior la Argentina ne­gra y mestiza.
Las polémicas y las visiones encontradas también son mone­da corriente dentro de la africa­nística nacional contemporánea. Así, Goldberg cuestiona la falta de rigurosidad académica de algunos estudios y Gómes se queja de las diferencias políticas que separan a algunas de las comunidades de afrodescendientes del tronco co­lonial con la de descendientes de africanos libres. "Yo soy víctima del racismo como cualquier otro negro que ande por el país, por­que para el que oprime y margina no hay diferencias: el sistema nos somete por la intensidad de la me­lanina", dice Gómes sobre algunas de las disputas teóricas que escon­den pujas por subsidios económi­cos y reparaciones históricas.
Sin embargo, precisar cuánto falta para que todo ese flujo de nuevos conocimientos, la ma­yoría de las veces financiado por el Estado, se incorpore a la ense­ñanza primaria y media y de ahí al imaginario colectivo, es difícil saberlo. Pero además de los afro­descendientes están los otros, tan­tos más, los demás argentinos que mamaron, aun a pesar de ellos, la cultura mestiza. Primero, sin em­bargo, cabe sincerarse y responder: ¿usted los ve?

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/06/20/_-01942331.htm

Ignorado, olvidado o perdido?

Después de las palabras -digamos- amables respecto del dossier Africa, no puedo sino señalar el hecho de que los editores del diario Clarín no logran ponerse de acuerdo respecto del adjetivo adecuado para acompañar a "continente" (africano): luego del poco feliz "perdido" de la primera propaganda, vino el aparentemente definitivo "ignorado" de la tapa de la revista. La portada del diario de hoy, sin embargo, elige "olvidado". ¿En qué quedamos? ¿Qué tal "menospreciado"?

viernes, 19 de junio de 2009

María, African style

Aunque en realidad no es tanto “al estilo africano” sino más bien “al estilo holandés”. Las telas que se ven en las fotos, en las tiendas del barrio africano de París y en los cuerpos de las miles de africanas que en esa ciudad –y en gran parte de Africa occidental y central- se visten a la manera “tradicional” provienen de una compañía holandesa.
La firma Vlisco, fundada en 1846, se transformó en la gran proveedora de telas para vastas regiones de Africa que, pese a contar con ricas y antiguas tradiciones propias de producción textil, aprecian sus variados colores y diseños y, sobre todo, su resistencia. Las telas pueden durar hasta 15 años, y esto las convierte, pese a su precio, en las favoritas. Como el dólar por estos lares, en tiempos de crisis las telas se pueden convertir en una buena inversión ya que se sabe que mantienen su precio.

Durante el siglo XIX, técnicos de la compañía aprendieron tan bien la técnica del batik utilizada en Indonesia y Java, por entonces colonias holandesas, que primero coparon el mercado de origen, y luego el de grandes zonas de Africa a las que arribaban los barcos holandeses.

Curiosamente, ninguno de los diseñadores que actualmente posee Vlisco es africano. Parte del atractivo de las telas parece ser su constante novedad; cada año se producen 150 nuevos diseños, con innovaciones trimestrales. Pero en un interesante ejemplo de resignificación (o de apropiación), los motivos más populares pronto adquieren nombres propios otorgados por las vendedoras africanas locales. De esta manera, una tela con ojos humanos puede llamarse “los ojos de mi rival” o una con un cuarto “ven a mi dormitorio con tus sandalias”.
En los últimos años telas de origen chino, más baratas pero supuestamente menos resistentes, comenzaron a pelearle el mercado a las holandesas.

Supongo que las telas con la imagen de la Virgen tendrán el mismo origen que las otras. No eran muy comunes, sólo las ví en un local, y creo que era el único atendido por una mujer africana –las otras tiendas, como dije, tenían mayormente dueños de origen árabe. Ya el año pasado me habían llamado la atención estas telas porque las había visto por la calle, utilizadas por un grupo de mujeres vestidas muy a la manera “tradicional africana” pero con estos motivos religiosos católicos.

Probablemente esta modalidad sea un reflejo de otra costumbre africana, arraigada más en el continente, que es la de utilizar y regalar telas que además de los diseños coloridos, traen fotos de presidentes, políticos o jefes locales.

Catálogo de telas de VLISCO: http://www.vlisco.com/collectionoverview?Type=New
Imágenes de telas con presidentes: http://www.adireafricantextiles.com/Pagne.htm

jueves, 18 de junio de 2009

Paris, Africa

En la parte norte de París, pasando el Gare du Nord, en el 18eme arrondissement, está la estación Chateau Rouge –una de las últimas de la línea 4 del metro. Los fines de semana, y quizás durante otros días, no sé, el Boulevard Barbés, al que se sale desde la estación, sirve de paseo de compras para los miles de inmigrantes africanos que viven en los suburbios de la ciudad. Una especie de Once pero racialmente uniforme. Los únicos blancos que hay pasan rápidamente pedaleando por la bicisenda que ocupa una parte de la vereda.

(doble click en las imágenes para agrandarlas)

Para el lado oeste de esta avenida, comienza la colina que sube a la basílica de Sacre Coeur de Montmartre. Para el lado este, hay una serie de callecitas (rue des Poissoniers; Richomme; Myrha) llenas de negocios que venden productos africanos más tradicionales. Comidas, especias, telas para vestidos, varias peluquerías.
También hay lugares de venta de cassetes musicales, videocasetes o –recién este año- dvds de música africana de distinto tipo –incluso evangélica. Se puede apreciar una mezquita –que parece algo pobre para esta parte tan urbanizada- e innumerables tiendas que venden el Corán, ropa musulmana y libros, cassetes y dvds con conferencias de líderes religiosos.

En algunos puestos callejeros, mujeres africanas venden vinchas con las palabras Gucci, o Dior, escritas en letras formadas por pequeños brillantes –el estilo se vuelve algo literal y concreto. Para compensar, varias de las tiendas de telas "africanas" –aunque fabricadas e impresas en Holanda- están en manos de inmigrantes de origen árabe.

Las fotos, que intentaron ser discretas y no enfocar demasiado en la gente, no le hacen justicia al barrio.

miércoles, 17 de junio de 2009

Vamos mejorando....


De "continente perdido" a "continente ignorado".... vamos encontrando, si no el continente, al menos el rumbo......
Fuente: Clarín de hoy.

lunes, 15 de junio de 2009

Se nos perdió Africa.....


La buena noticia es que el próximo sábado la revista Ñ de Clarín trae un dossier dedicado a Africa.
La mala es que el título del mismo, según el aviso aparecido en el propio diario, es "Africa: El continente perdido " (chicos, dejen de mirar Lost, les movieron el continente?)
La propaganda promete: "Un especial con todo lo que no conocés sobre la vida y la cultura de un mundo todavía ignorado". Los contenidos: "Pasado y presente de Africa. Un crisol de lenguas y etnias. La situación de las ex-colonias. Diarios de viajes. El genocidio en Ruanda. Africa en la cultura contemporánea: en el pensamiento, en la literatura, en el cine y en el arte. Los afroargentinos."
Hacemos votos para que el contenido final supere a la poco feliz propaganda.
Veremos a ver, como dicen los portorriqueños...

jueves, 11 de junio de 2009

Notas que atrasan - Los "morenos" en La Naciòn

Mientras que La Naciòn online sacò un par de buenas notas sobre el candombe y la situaciòn actual de grupos de afrodescendientes, la ediciòn impresa -que tiene màs impacto- nos regala algunas joyitas retro como la de abajo. Su manera de tratar el tema (vivimos en el mejor de los mundos raciales posibles) es propia de artículos de hace veinte o treinta años atràs....

La Naciòn, mièrcoles 10 de junio de 2009, Ultima Pàgina.
La fuerza de una raza
Pinceladas de color en la vida cotidiana

Los negros siempre fueron de gran influencia en la cultura americana
Por Alejandro Schang Viton

Sobre la banquina embarrada que permite el ingreso a la estación de servicio de Rauch, a la sazón Capital Nacional del Ave de Raza, un camión tiene en su parte trasera, con llamativas letras impresas, un letrero en el que se lee claramente Los negros estamos en todas partes. Es que los argentinos tenemos muchas cosas de negros y, si esta pizca que conforma nuestra idiosincrasia es aprovechada, quizás ayude a comunicarnos mejor con otros pueblos en busca de coincidencias. Sin ir más lejos, con el país gobernado por Obama.
Alberto González Arzac refiere en su ensayo La esclavitud que de las Indias llegaron a Sevilla danzas afroamericanas como el capuchino, el zambapalo, el fandango, el zarandillo, el zarambeque, el paracumbé, la zarabanda, el guineo y la chacona. Ritmos que el humorista Landrú no sólo bailó, sino que también tarareó en los contados lugares en los que se juntaban los morenos sobrevivientes en la década del cincuenta. En el caso de la chacona, durante los reinados de Luis XIV y Luis XV en Francia "alcanzó un agudo vértice de éxito", cuenta Néstor Ortiz Oderigo en el libro Aspectos de la cultura africana en el Río de la Plata. Hasta tal punto que posteriormente fue estilizada por Johann Sebastian Bach, Vivaldi y otros compositores. Con el paso del tiempo los músicos y compositores blancos tomaron prestados muchos acordes vinculados con el rhythm and blues, el gospel, el jazz y otras derivaciones africanas y afroamericanas.
Distintas ocupaciones
Martín Alberto Noel afirma que durante los años siguientes a la abolición de la esclavitud por la Asamblea de 1813, Buenos Aires albergó a un gran número de negros, dedicados a los más diversos oficios. Los morenos, como se los llamaba cariñosamente en el Plata, tuvieron diferentes oficios y en Buenos Aires desde 70 años atrás, su autor, José Antonio Wilde, los enumera: pasteleros, carameleros, jardineros, peluqueros, sastres y profesores de piano como el famoso Roquito Rivero. Wilde también menciona por su longevidad extraordinaria a la antigua esclava del General San Martín, doña Demetria Escalada de Soler, "que había alcanzado los 105 años y pese a su venerable ancianidad desempeñaba todavía comisiones menudas". Otro moreno longevo fue Juan José de Urquiza, mazamorrero y criado de la familia del caudillo entrerriano. Por otra parte, las morenas se dedicaban a lavar la ropa sobre las márgenes del río color león, desde la Recoleta hasta los aledaños del Riachuelo. "Muchas otras" cuenta Noel "criaron a chicos de apellidos ilustres, que con el tiempo brillaron en la historia o el foro, las armas o las letras." La valentía de los morenos quedó demostrada en el campo de batalla, como enlistados en un batallón de defensa de Buenos Aires, durante las Invasiones Inglesas, y en los ejércitos de la Campaña Libertadora. Muchos dejaron sus vidas en la Guerra del Paraguay y durante la fiebre amarilla.
Ulises Grant (1822-1885), decimotercer presidente norteamericano que condujo los ejércitos de la Unión durante la guerra civil para terminar con la esclavitud, tenía, sin embargo, cuatro esclavos. Y cuando se casó con Julia Dent, en Missouri, recibió uno más como regalo de casamiento. También tuvieron esclavos negros, según consigna David Wallechinsky en El libro de las listas, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Cristóbal Colón, Catalina de Rusia y George Washington, que llegó a contar con más de doscientos en su haber. Entre los personajes de los comics, Trifón y Sisebuta tuvieron un mucamo de color al igual que Mandrake, el Mago, cuyo servicial Lothar le daba una mano en la lucha contra el mal.
Simpatía criolla
La Argentina es uno de los pocos sitios del universo donde se utiliza el término negro-negra para expresar afecto, más allá de la polémica que pudiera originar la diferencia entre considerarlo un sustantivo o un adjetivo calificativo. Lo confirmó de paso por Buenos Aires, en 2000, Papa Jessie Ferguson, el más antiguo de los miembros de Los Plateros, conocido grupo negro que en la década del 50 logró su mayor hit con el tema Only you. Ferguson admitió que "la Argentina es un país en el cual todos se tratan familiarmente y donde los blancos parecen negros en muchos aspectos". Quizá Ferguson se refería al afecto con que se reconoce a la Negra Sosa, al Negro Lavié y a los queridos pseudonegros Alberto Olmedo y Roberto Fontanarrosa.
Otra prueba de la gran simpatía que existió siempre en este país hacia morenos y mulatos es el impacto provocado por la emisión de la miniserie Raíces a principios de la década del 80. Con tal de no perdérsela, los apasionados televidentes agendaban para más tarde las salidas y los encuentros sociales.
Los morenos incluyeron entre sus creencias el culto a la Virgen del Rosario. De hecho, existe en Chascomús una capilla bajo su advocación, conocida como Virgen Morena o Nuestra Señora de los Negros. Juan Agustín García en su Ciudad Indiana habla de la Cofradía de San Benito y de la adoración que tenían por San Baltasar. El pintor Pedro Figari evocó muchas escenas de negros en las cercanías de La Piedad, que son de 1922.
También es evidente el aporte ejercido por ellos al castellano. Ricardo Rojas, en su libro Euroindia, consigna algunos argentinismos heredados de culturas africanas: zambo, candombe, mandinga, bochinche, quilombo, zamba, maní, batuque, bambula, chimango, tongo. Y además dejaron un juego que muchas generaciones de chicos y chicas argentinos bailaron y corearon a carcajadas, la ronda catonga.