Resulta que había un mural hecho por Carybé en una galería de la calle Florida.
¿Para cuándo más libros y estudios sobre su vasta y significativa obra?
Paredes decoradas. Son las de la galería Boston, de Florida
al 100. La obra plantea un recorrido desde la Patagonia hasta el Amazonas. Texto Clarín y foto: Emiliana Miguelez
Diario Clarín, lunes 17 de septiembre de 2012.
El mural que une a América latina
Por Eduardo Parise
Perdido en una galería porteña es de Carybé, quien nació en
Lanús y fue leyenda en Brasil.
Cada día, a unos metros de la obra, pasan miles de personas.
Y si se cuenta las de cada año, se podría decir que son millones. Pero, salvo
algún artista inquieto o algún caminador advertido, muy pocos la vieron. Es un
gran mural, hecho con baldosones de cemento, que cubre las paredes que están
junto a una escalera de la Galería Boston, con entrada en el número 142 de la
peatonal Florida. El valor artístico del trabajo se potencia con sólo mencionar
el seudónimo de quien firma el trabajo: Carybé.
Su nombre real era Héctor Julio Páride Bernabó. Había nacido
el 7 de febrero de 1911 en Lanús, provincia de Buenos Aires. Pero el espíritu
aventurero de Enea (su papá italiano) y el amor por la tierra de Constantina
(su mamá brasileña) lo fueron llevando a recorrer distintos países, primero del
mundo y de América latina después, hasta llegar a Bahía, en Brasil, donde se
iba a convertir en una figura de leyenda de la cultura afrobrasileña de las
décadas del 50 y el 60. En Brasil también había encontrado el seudónimo que
identifica toda su obra: Carybé es la designación que en portugués se le da a
una especie de piraña del Amazonas.
Justamente el Amazonas y las imágenes de esta tierra casi
virgen que aún sobrevive desde México hasta el Sur, fue la fuente de
inspiración para ese mural que Carybé le dejó a los porteños y al resto de la
Humanidad. Y aunque no está tratado como debería (un ejemplo brutal es el
ventilador que alguien hizo colocar en alguna parte de la obra) allí se refleja
un recorrido desde la Patagonia hasta las sabanas que van hasta más allá de
Venezuela.
Las imágenes de gauchos, pescadores y artesanos puestas por
el artista muestran “el espíritu de la tierra” que el hombre supo mostrar en
sus más de 5.000 obras dejadas en el mundo. Entre ellas, se cuentan esos
murales que alguna vez estuvieron en el aeropuerto Kennedy de Nueva York y que,
tras pasar años en un depósito del Bronx, fueron instalados en el aeropuerto
internacional de Miami.
Carybé no sólo fue muralista. También fue grabador, pintor,
dibujante y escultor. Y como si eso no fuera suficiente también se destacó como
escritor, músico, director de arte en cine y periodista en medios argentinos
(entre ellos los diarios Crítica, Noticias Gráficas y La Nación) y brasileños
(como el diario Carioca y el Tribuna da Imprensa). Además ilustró cientos de
libros de “próceres” literarios como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y
de su gran amigo Jorge Amado. Justamente con él, con Dorival Caymmi y con
Gilberto Gil, compartió su amor por la capoeira y el Candomblé. Cuentan que
Carybé murió el 1 de octubre de 1997 en un terreiro durante una
sesión de ese culto. En Brasil, donde se nacionalizó en 1957, lo veneran como
uno de sus grandes.
En Buenos Aires recuerdan otro mural que Carybé había
pintado en la Galería Belgrano junto con Leopoldo Torres Agüero. Pero dicen que
un día el dueño del lugar ordenó pintar las paredes y aquel trabajo se perdió.
Pero aún queda el de la Galería Boston donde los marineros, las prostitutas,
los pescadores y los capoeristas, es decir la gente común, siguen vivos.