Secreta Buenos Aires - Clarín 9 de julio de 2012
Memoria de la esclavitud porteña
Por Eduardo Parise
Una escultura de Cafferata refleja en Palermo las huellas de una práctica despreciable.
No tiene las dimensiones de los grandes monumentos de Buenos
Aires. Tampoco está muy a la vista de quienes recorren una de las zonas más
lindas de la Ciudad. Y hasta es probable que su ubicación también tenga algo
que ver con el repudiable contenido de la historia que contiene la imagen.
Porque, aunque se trate de una bella obra de arte, lo que refleja este
monumento, realizado en 1881, es un tema doloroso de nuestro pasado.
Se titula “La esclavitud”, aunque algunos lo conocen como
“El esclavo”. Para encontrarlo hay que llegar hasta Palermo y buscarlo cerca
del cruce de las avenidas Sarmiento y Figueroa Alcorta. Está instalado en la
plaza Sicilia, a unos metros de la avenida Intendente Berro (la que pasa frente
al Jardín Japonés), detrás de un viejo chalet que alguna vez fue orgullosa
edificación y que ahora muestra un estado de abandono lamentable.
La escultura, del tamaño real de una figura humana, fue
realizada por Francisco Cafferata, un artista nacido el 28 de febrero de 1861
en La Boca, un barrio por entonces con mayoría de inmigrantes italianos, como
sus padres. Cafferata estudió dibujo con Julio Laguens y luego, en su
adolescencia, vivió ocho años en Florencia, donde se formó con los escultores
Urbano Lucchesi y Augusto Pasaglia. Su vida tuvo un trágico final: se suicidó
el 28 de noviembre de 1890.
Pero entre sus muchas obras dejó “La esclavitud”, que
realizó cuando tenía 20 años. Se hizo, como está grabado en su base, en la
“Fundición de A. Jonis — Calle Malavia (sic) 434 — Bs. As.”. Y en 1882 fue
exhibida y premiada con la medalla de oro en la Exposición Continental
desarrollada en la Capital. El municipio porteño la compró en 1905.
Junto al lago. La escultura del esclavo negro, en actitud doliente, está en Plaza Sicilia, sobre la avenida Berro, cerca del Parque Japonés./ juan manuel foglia
La figura (un hombre de raza negra, desnudo) muestra sus
muñecas encadenadas y aparece caída, en una actitud de total resignación. El
equilibrio del trabajo, realizado en bronce, está rematado por la cabeza, de
una gran belleza, y que merece apreciarse desde todos los ángulos. El artista
consideró que aquella doliente imagen del esclavo no debía estar de pie sino
abatida y llena de impotencia, reflejando su situación de persona vencida.
Los primeros esclavos negros fueron traídos a Buenos Aires
en 1587, apenas siete años después de la segunda fundación. Y se estima que
hacia fines del siglo XVIII el 35% de su población era de esa raza. Sometidos a
los peores trabajos, en la piel de muchos estaban las huellas del carimbado. Es
decir: el herrado a fuego con la marca del “importador” y luego la del
“propietario”.
Los principales “mercados de venta de esclavos” en la Ciudad
estuvieron en la zona de Retiro y del Parque Lezama. Aunque en 1813 hubo
avances con la declaración de la libertad de vientres (determinaba que los
hijos de esclavos ya nacían libres), la abolición total en la Argentina recién
se logró con la Constitución Nacional de 1853. De todas maneras, 131 años
después de su realización, la obra de Francisco Cafferata sigue allí en un
sector del Parque Tres de Febrero, reflejando aquella situación que vivieron y
sufrieron miles de personas.
Fuente:
Sobre la escultura, ver también: