Imposible llegar a la ribera de Quilmes para una fiesta de Iemanjá (o de Oxum, en diciembre) y no notar la diferencia entre su lado sur y su lado norte –tomando el antiguo muelle que corta el río como línea divisoria. El lado norte comienza con un pequeño destacamento policial, está mas cuidado y allí es donde se hacen las celebraciones más organizadas. Los caminitos de cemento y el pasto con que se entremezclan están en mejor estado, así como las grandes escaleras de ese material que se introducen al río.
El lado sur está menos cuidado, pero para las fiestas religiosas afro es sin duda el lado más atractivo, con más ofrendas, más carpas donde los umbandistas pasan buena parte del día esperando para ofrendar a la tardecita y más puestos de venta de artículos necesarios para realizar ofrendas o para realizar sesiones.
En este lado más popular y más activo, sin embargo, hay que tener más cuidado de no ostentar cámaras fotográficas ya que, entre los pacíficos ofrendantes umbandistas pueden haber algunos amigos de lo ajeno intentando tomar ventaja de la propia distracción ante tanta bella ofrenda (hablo por experiencia propia). La cruda realidad del conurbano bonaerense se impone con mayor fuerza de este lado. Varias decenas de templos ofrendando individualmente, algunos con sesiones de umbanda incluídos –predomina la llegada de africanos y bahianas, aunque hay quien ha visto, todavía, pretos y crianças. Recuerdo la llegada de un Ogun que girando y agitando una botella de cerveza Quilmes, rociaba a todos los asistentes como si fuera champagne –pero esto fue otro año.
Esta vez me llamaron la atención especialmente la mejor calidad y belleza de los productos a la venta, copas y botellas decoradas para la satisfacción y vanidad de entidades de distinto tipo –todo un rubro en que la fe religiosa, la creatividad artística y la necesidad económica se dan la mano. Alejados de la producción en masa de las santerías, los artesanos/artistas/religiosos aprovechan la gran concentración de gente para exhibir y vender sus obras. La producción a la vista en años anteriores –menor y dirigida principalmente a Iemanjá- ahora se ve complementada con bastones de Exú, sombreros, pañuelos y tiaras de pomba giras y ciganas, botellas para africanos y bahianas. Un nuevo mundo que se abre a la imaginación religiosa.
Innumerables tiendas de camping florecen por todo este lado sur como hongos desbocados. A su lado, pequeños grupos de personas vestidos con remeras y largas faldas –umbandistas sin toda la ropa ritual que usarán al realizar la ofrenda- sentados o acostados evocan la imagen (sin duda prejuiciosa) de algún antiguo campamento gitano. Ya más vestidos, armando las barcas de diferentes tamaños, con decoraciones más o menos intrincadas dependiendo de las posibilidades económicas y estéticas de los ofrendantes, dan una idea más inequívoca de la naturaleza del acampamiento. Grupos algo mayores de personas y el sonar de los tambores señalan la realización de pequeñas sesiones invocando a las entidades espirituales. Como fruto de sus incantaciones, algunos africanos o bahianas, sombreros de paja tapandoles el rostro, caminan por el paseo, intercambiando bromas con los filhos que los siguen o con quienes se les cruzan.
A medida que avanza la tarde, más y más barcos o barquitos son llevados en andas, rezas, canciones y si es posible, tambores mediante, al río. Me conmueve –entre muchas otras cosas- una familia entera entrando al río –no parecen integrantes de un templo, sólo el padre, la madre, y sus tres hijos. Como ya dije antes en este mismo blog, siempre me emocionan la fe, el amor y la confianza con que centenas o miles de personas se internan, a todas horas del día y la noche en un río o mar desconocido –cuando no ferozmente contaminado- respondiendo al llamado de sus convicciones religiosos. Ojalá que sus plegarias sean atendidas con el esmero con que son desplegadas ….
Del lado norte, lo primero que llama mi atención son las velas prendidas frente al destacamento policial. Sin duda una seguranca para que todo transcurra en orden. Me sorprende gratamente que nadie la haya apagado –una muestra de la mayor libertad religiosa imperante, pese a todo, en estos dias. De este lado, como dije antes, más orden y cuidado; menos espontaneidad y variedad (por lo tanto?). Lo primero que aparece es el escenario que los miembros de la agrupación umbandista ASRAU utilizarán para pronunciar unas palabras antes de su ceremonia, con el altar movible y una gran Iemanjá que salen en procesión por el paseo. Al frente, las barcas que luego serán entregadas en el río.
Esta vez, sin embargo, su celebración se demora para participar de la ofrenda (podemos llamarla “oficial”?) que el INADI realizará en homenaje a la Reina de los Mares, como forma de "reivindicar el legado afrodescendiente”. Esta tarda en iniciarse, esperando a algún funcionario. Debajo de una carpa que abarca unas sesenta personas, hablarán, entre otros, el interventor/director del INADI y el intendente de Quilmes. Luego habrá un pequeño espectáculo de danza afro.
Tengo sentimientos encontrados respecto de esta iniciativa. Por un lado, celebro la inédita presencia oficial en una festividad de estas características. Por otro, hubiera querido una mayor integración con y de otros umbandistas presentes en el área. Pero para muchos, sin duda, el INADI es un organismo tan remoto como la ONU o la UNESCO –otra sigla más o menos (des)conocida apartada de las contingencias de su día a día. Como en otras iniciativas dirigidas a minorías, los representantes del Estado parecen más preocupados con representar su parte y simbolizar su preocupación que en realmente ejercerla y llevarla a la práctica. Los discursos, necesarios y bien intencionados, reflejan sin embargo una mayor extrañeza respecto de su objeto de la deseable. El intendente agradece a los umbandistas que organicen la fiesta allí y les da la bienvenida –con un distanciamiento que por no intencionada no deja de ser exagerado. Parece no entender que muchos de sus votantes son umbandistas, y que muchos de quienes viven en Quilmes también lo son –por eso ofrendan allí, por más que muchos vengan, claro, también de municipios vecinos. En casi todos los discursos oficiales hay sino una enunciación, al menos una sensación de un ustedes que debería comenzar a ser erradicado en aras de un nosotros. Después de todo, las preferencias religiosas no obliteran la ciudadanía compartida. Pero como suelo decir, esto es porque uno siempre espera más -aún cuando lo que hay es sin duda un avance.
Cuando aprontan las barcas del INADI para su entrega veo que avanza la procesión de ASRAU, llevando las imágenes para comenzar su propia celebración. Los tambores y las rezas de los devotos religiosos suenan doblemente genuinas y los sigo hacia su fiesta. Las nubes de lo que luego será un nuevo temporal avanzan rápidamente, y las barcas son entregadas antes de realizar la ceremonia, previendo que pronto se derramarán bendiciones acuáticas desde el cielo intentando reciprocar tanto amor…