Ayer el pai Alfredo de Ogún realizó el batuque anual en honor a su orixá. Pese a los ataque sufridos hace unas semanas -de los que dimos cuenta en el blog- la fiesta tuvo el brillo que siempre la caracteriza.
Muchas ofrendas ante el altar, que luego fueron repartidas entre los presentes.
Una gran cantidad de hijos de religión propios, y también de templos amigos. El babá Gustavo de Oxalá cantó las rezas y dirigió los toques con la sapiencia que lo caracteriza -un espectáculo aparte, como siempre.
Tres hijos salieron de obligación.
Mientras tanto, esperamos los dictámenes de la justicia penal y del INADI sobre los ataques. Nadie se olvida...
Comentario del Baron Samedi:
Es verdaderamente esperanzador apreciar cómo la vida continúa -en este caso la duradera, la ritual- en esa querida casa de religión. Bàbá Alfredo, como buen hijo de Ògún, demuestra que una cobra sólo se repliega cuando es atacada, luego muda la piel y sigue su camino. Que haya miles de festejos como éste, símbolo de persistencia y renacimiento.
Grande, Alfredo. Ògún Oníre, aládà mèji, gbè e wa.
Comentario de Alejandro Frigerio:
Clarividente el Barón. Como ilustración, arriba, el souvenir que entregaron a quienes asistimos a la fiesta: una cobra de metal....